Un ecosistema diplomático para salvar los corales del Mar Rojo
Un equipo de científicos que estudia los corales del Mar Rojo, especialmente resistentes al calentamiento global, acaba de completar una expedición a Yibuti. La misión, encabezada por la EPFL, es emblema de los esfuerzos suizos en la diplomacia científica.
Cuando Charles Darwin llegó por primera vez a las Islas Galápagos en 1835 y observó los arrecifes de coral, se encontró con lo que consideró una "paradoja". Aguas tan cristalinas eran, a sus ojos, sinónimo de pobreza de nutrientes. "¿Cómo, entonces, es posible tanta vida rebosante?", se preguntó, presumiblemente con el ceño fruncido mientras se acariciaba su larga barba. Lo que el naturalista inglés no sabía es que los corales tienen un superpoder: a pesar de pertenecer al reino animal, son capaces de hacer la fotosíntesis. O, mejor dicho, las zooxantelas, algas unicelulares que viven en los tejidos de los pólipos de los corales y les proporcionan color y nutrición, son capaces de hacerla.
Estas algas son la puerta de entrada al ecosistema marino de la energía solar, una fuerza utilizada para producir oxígeno, mucosidad y otros compuestos orgánicos que permiten el crecimiento de bacterias, las que son consumidas por formas de vida más complejas, a su vez alimento para organismos superiores y así sucesivamente. Además, la característica forma de los corales proporciona refugio y hábitat a muchas especies. Todo esto convierte a los arrecifes de coral en uno de los ecosistemas más biodiversos del planeta, comparable en este sentido a las selvas tropicales.
El arrecife de coral del Mar Rojo es especialmente interesante, según señala el bioquímico Anders Meibom, porque puede ser el único que siga vivo a finales del siglo. Terminando septiembre, Meibom regresó a la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) después de una expedición de dos semanas al Golfo de Tagiura, en Yibuti. Fue la parada más reciente de una serie de misiones para estudiar los arrecifes de coral con investigadores de la región.
Si bien el calentamiento global representa una de las mayores amenazas para estos ecosistemas, el profesor es optimista respecto a los arrecifes del Mar Rojo.
Corales resistentes
Un aumento de la temperatura del agua de unos dos grados centígrados, por ejemplo, durante una ola de calor prolongada, suele interrumpir la simbiosis entre los pólipos de coral y las zooxantelas, provocando su decoloración y, si la situación persiste, la muerte del coral. Este es un fenómeno que se observa actualmente en la mayoría de los arrecifes de coral del mundo, pero muy poco en el Mar Rojo. En la parte norte de este mar, los corales no se blanquean ni siquiera cuando se someten a un aumento de cinco grados en la temperatura del agua.Enlace externo
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La diplomacia científica suiza se lanza al mar para proteger los corales
Meibom indica que esta resiliencia se debe a que los corales, a lo largo de miles de años, se han extendido por el Mar Rojo de sur a norte, hasta el golfo de Aqaba, lugar donde se ha notado su particular resistencia térmica hace diez añosEnlace externo. «Cuanto más al norte se desplaza uno en el sistema del Mar Rojo, más fría se vuelve el agua, pero en la biología de los corales que viven allí, queda el recuerdo de haber vivido en condiciones mucho más cálidas, como las que caracterizan la parte sur del Mar Rojo», explica el científico.
Tecnología de punta e intercambio de datos
De la expedición de septiembre surgieron buenas noticias: no hay rastro de blanqueamiento entre los corales del Golfo de Tagiura, en Yibuti, aun cuando están en una zona donde la temperatura media del agua es más alta que en el norte del Mar Rojo. «Incluso en Yibuti, la temperatura del agua ha aumentado uno o dos grados en los últimos siglos. El hecho de que los corales sigan sin sufrir es maravilloso y un gran alivio», dice Meibom, que describe a los corales de este rincón del mar como «los padres y madres de todos los corales del Mar Rojo». Por lo tanto, es muy importante estudiar su biología para entender qué los hace tan fuertes.
Asimismo, es crucial comprender el funcionamiento del ecosistema coralino del Mar Rojo en su totalidad, objetivo final de la misión del Centro Transnacional del Mar Rojo (TRSC), un centro de investigación de la EPFL fundado en 2019 y dirigido por Meibom.
El proyecto TRSC es el primero de esta envergadura que cuenta con la tecnología más avanzada en análisis genético y cartografía 3D y que pone los resultados a disposición de todos según los principios de la ciencia abierta. Las informaciones que arroje serán especialmente útiles para que los países ribereños del Mar Rojo decidan las mejores medidas para proteger los arrecifes de coral de sus costas de amenazas como la contaminación, la pesca intensiva y el turismo de masas.
Meibom espera que la alta calidad de los datos recopilados convenza a otros estados para que participen en el proyecto, en particular a Egipto, país que cuenta con unos 1 500 kilómetros de costa en el Mar Rojo (de un total de 4 500 km) y donde se celebrará la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) del 6 al 18 de noviembre.
Un regalo para un embajador
A nivel ecológico, el Mar Rojo es un sistema único y estrechamente interconectado, pero no es así a nivel geopolítico. Muchos de los países de la región no tienen una situación estable y aún más complicadas son las relaciones que estos estados tienen entre sí.
Por lo tanto, la labor diplomática llevada a cabo por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Suiza (DFAE) como parte de su estrategia de diplomacia científica (véase el recuadro), también es necesaria para el éxito de la misión. Jordania, Israel, Sudán y Yibuti participan actualmente en el proyecto. «Los embajadores de Suiza en la región y los contactos que establecen son fantásticos. Realmente son un equipo de diplomáticos súper profesionales», dice Meibom.
Su entusiasmo se refleja en las palabras del embajador de Suiza en la República de Yibuti, Pietro Mona: «Cuando me enteré del proyecto, me dije: para mí, como embajador, esto es un hermoso regalo. Responde a los intereses que el presidente del país (Ismail Omar Guelleh) me ha indicado como prioritarios y nos permite abrir nuevas vías de cooperación».
La ciencia, por definición neutral y apolítica, puede trabajar al servicio de la diplomacia (Science for Diplomacy) contribuyendo a reforzar las relaciones entre los Estados. En efecto, la cooperación científica internacional permite fomentar las relaciones internacionales, ya sean bilaterales o multilaterales. El DFAE concede especial importancia a la inclusión de estudios científicos en la labor diplomática, particularmente en el ámbito multilateral.
En este contexto, el DFAE apoya proyectos de plataformas que tienen como objetivo reforzar la posición de la Ginebra internacional.
Un ejemplo es GESDA (Geneva Science and Diplomacy Anticipator). La tarea de este nuevo organismo, fundado en 2019, es aprovechar y explotar los retos y oportunidades del progreso. La fundación es un instrumento para desarrollar soluciones en respuesta a los retos actuales y emergentes a los que se enfrenta la humanidad.
En marzo, el Gobierno suizo decidió mantener su apoyo a la fundación con 3 millones de francos al año hasta 2032.
El proyecto del coral del TRSC fue uno de los aspectos más destacados de la cumbre de la GESDA del año pasado. La cumbre de 2022 se celebrará en Ginebra entre el 12 y el 14 de octubre.
Fuente: DFAE
Este pequeño país africano (menos de un millón de habitantes) -caracterizado por una relativa estabilidad política y autoproclamado «el país de la paz en el Cuerno de África»- tiene la ambición de perfilarse en la protección del medio ambiente y de los corales en particular. Por ello, es de gran interés una colaboración a largo plazo entre los ministerios, las universidades y los centros de investigación de Yibuti con un instituto de prestigio internacional como la EPFL.
Además, la protección de los arrecifes de coral es de importancia económica en todos los países del Mar Rojo, en particular por los ingresos del turismo. Este sector en Yibuti representa actualmente apenas el 3% del PIB, pero el país tiene la intención de desarrollarlo aún más, incluso mediante la cooperación con Suiza, señala el embajador.
No solo altruismo
El compromiso del DFAE no es desinteresado. Las buenas relaciones con los países del Cuerno de África y la estabilidad de la región son importantes para Suiza. “Los proyectos de diplomacia científica fortalecen la visibilidad de nuestro país, pero sobre todo las relaciones bilaterales que necesitamos en los más diversos contextos”, explica Mona, refiriéndose en particular a la participación de Suiza en el Consejo de Seguridad de la ONU.
El diplomático añade que este tipo de iniciativas no solamente tienen un propósito altruista, sino que también están en consonancia con los intereses de Suiza en diversos ámbitos, como la seguridad, la cooperación económica y, en particular, la aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU.
El caso de Yibuti es, por tanto, emblemático del círculo virtuoso de la diplomacia científica. Al igual que las zooxantelas actúan como punto de acceso a la luz solar en el arrecife de coral, la ciencia, en principio neutral y apolítica, puede abrir la puerta al diálogo diplomático que, a su vez, crea las condiciones marco para que la investigación continúe. Un ecosistema de relaciones multilaterales que podría resultar invaluable para enfrentar grandes desafíos globales como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
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Editado por Sabrina Weiss
Adaptado del italiano por Norma Domínguez
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