Un ratón para enseñar a leer a los invidentes
A 200 años del nacimiento de su inventor, el alfabeto de Louis Braille pasa a la era electrónica gracias a 'Mouskie', un sistema informático del suizo Philippe Racine, que hace del aprendizaje del 'braille' casi un juego de niño.
El nacimiento de Mouskie es, en principio, la historia de una amistad. La que vincula a Jean-Marc Meyrat, presidente de la antena francesa de la FSA (Federación Suiza de Invidentes y personas con deficiencias visuales) a Philippe Racine, decorador y colaborador, desde hace una década, de la Escuela de Ingenieros del Cantón del Valais.
«Observamos todas las novedades para los ciegos -desde la máquina para café hasta el reloj o los hornos-, desde el punto de vista de la accesibilidad o los métodos de empleo», narra Philippe Racine. «Jean-Marc me toma también como asesor para la estética. Es importante. El hecho de que se trate de un objeto para ciegos no quiere decir que sea feo».
Durante sus debates, los dos hombres evocan a menudo la cuestión del braille. Jean-Marc Meyrat había observado que cada vez es más difícil motivar a las personas para aprenderlo, cuando es tan fácil «leer» un texto escuchando una síntesis vocal en la computadora.
«En los principios de la informática para ciegos, se pensó que sustituiría al braille, explica a Philippe Racine. Pero la síntesis vocal no permite aprender a leer ni a escribir. La única solución es el braille.»
El «reflejo ordenador»
Sólo que, en dos siglos, los métodos de enseñanza de este alfabeto de seis puntos apenas evolucionaron. Estamos todavía en tablillas con clavijas en madera que el profesor debe desplazar a cada letra antes de ponerlas bajo los dedos del alumno.
«Para los jóvenes de la generación Nintendo, que tienen prácticamente el «reflejo ordenador» en la sangre, era necesario imprimir un nuevo dinamismo a todo eso», anota Philippe Racine.
Mouskie está dirigido a aquellos cuya vista es deficiente, a los que la están perdiendo y a los que no ven nada.
Si uno teclea una letra en el ordenador, ésta aparece en grande en la pantalla, junto a su transcripción en braille, la síntesis vocal la pronuncia y el usuario siente bajo su dedo, los puntos que componen la letra.
Para eso, habrá colocado su índice sobre una pequeña tableta situada delante del ratón, donde los puntos suben y descienden en función de la letra pedida.
Rápido y fácil
«Además de su lado lúdico, la gran ventaja de este sistema es la velocidad», explica su inventor. Se puede pasar de una letra a otra casi instantáneamente. La memorización del tacto es muy dependiente de la velocidad de ejecución.»
Resultado: Mouskie permitiría reducir de manera importante el tiempo necesario para el aprendizaje del braille.
«La gente se equivoca a menudo, cree que aprender el braille, es aprender una nueva lengua, cuando sólo es un alfabeto», señala Philippe Racine, quien aprendió «muy fácilmente».
Mouskie resulta también una excelente preparación psicológica para las personas amenazadas de ceguera completa. El control precoz del braille les permite prever con más serenidad la fase última de su deficiencia y lograr autonomía con mayor rapidez.
Un potencial éxito mundial
Como se presenta hoy, el producto Mouskie es el resultado de tres años de trabajo, con el apoyo voluntario de los técnicos de la empresa NetAtelier, del Valais, para la parte informática y del diseñador Juan-Maurice Varone, que se inspiró en las piedras el Ródano para la forma del ratón.
La Escuela de Ingenieros del Valais se consagró a la parte electrónica, pero fue necesario pagar, y Philippe Racine sacó cerca de 300.000 francos de su bolsillo.
Recorrió luego las ferias especializadas de Frankfurt, Varsovia, Londres y Ginebra, que acogió en 2008 la asamblea de la Unión Mundial de Ciegos. Por todas partes el interés fue inmediato. Mouskie parece tener un buen futuro.
En la actualidad, la producción en serie podrá comenzar, entre Milán, para el caso del ratón, y Stuttgart, para la parte electrónica y el montaje. Y para la distribución, Mouskie cuenta ya con grandes asociaciones de ciegos y personas con deficiencias visuales en Suiza, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos.
Es decir que la máquina está en marcha. Sobre todo, que el producto no tiene ningún competidor en un mercado estimado en 200 millones de personas en el mundo.
swissinfo, Marc-André Miserez
(Traducción, Marcela Águila Rubín)
El inventor del alfabeto para ciegos nace el 4 de enero de 1809 en Coupvray, cerca de París. En el taller de su padre, fabricante de monturas y arneses, se hiere el ojo izquierdo con una herramienta puntiaguda. Tiene tres años. La herida se infecta, gana el ojo derecho y le hace perder la vista.
A diez años, obtiene una beca para la Institución Real de los Jóvenes Ciegos de París. Los niños aprenden a leer en letras en relieve, pero este método no les permite escribir.
Tres años más tarde, inventa un sistema de puntos en relieve inspirado en el del capitán jubilado Charles Barbier de la Serre, creador de una escritura nocturna que permitía a los militares intercambiar órdenes de manera silenciosamente. El código de Barbier es fonético, complicado y se basa en doce puntos, mientras que el de Braille sólo en seis, que permiten transcribir las cartas del alfabeto, las cifras e incluso más tarde el solfeo
Louis Braille muere de tuberculosis a los 43 años. Descansa en el Panteón de París.
Una persona que no llega a leer el diario con anteojos o cuya vista se reduce al punto de obstaculizarla en la elección o el ejercicio de una profesión o en su vida diaria es considerada como deficiente visual.
No se sabe precisamente cuantas personas tienen ese problema en Suiza. La (Unión Central para el Bienestar de los Ciegos (UCBA) estima entre 80.000 y 100.000 el número de personas con deficiencias visuales.
Numerosas asociaciones o fundaciones privadas ayudan a esas personas que se financian mediante subvenciones, el seguro médico por incapacidad y con los productos que venden.
Existen servicios de información y readaptación, hogares, escuelas, centros de formación, talleres, grupos de ocio y deporte, organizaciones de ayuda mutua, centros de vacaciones, bibliotecas (para las obras registradas o impresas en grandes caracteres, o en braille), centros de venta de medios auxiliares y escuelas de adiestramiento de perros-guía.
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