Convivir con los incendios, la nueva realidad de Los Ángeles para aprender de sus errores
Mikaela Viqueira
Los Ángeles (EE.UU.), 28 ene (EFE).- Los devastadores incendios de Los Ángeles arrastran las consecuencias de una crisis climática sin precedentes, con un nuevo reto para un estado con un clima extremadamente seco y escaso de lluvia: convivir con unos incesantes fuegos difíciles de evitar.
Tres semanas después de que una ola de incendios, ya casi extinta, redujese a cenizas 19.400 hectáreas, el Estado Dorado debe hacer frente a una titánica reconstrucción que incluye los efectos de convivir expuesto a humo, ceniza y productos altamente peligrosos para la salud desde los inicios de las llamas.
El impacto medioambiental de estos fuegos «comienza con el humo, pero luego se ve exacerbado por el hecho de que el humo contiene las partes incineradas de comunidades enteras y eso incluye todos sus compuestos peligrosos», como químicos, metales y plásticos, explica a EFE Travis Longcore, profesor adjunto en el Instituto de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la UCLA.
La lluvia, pese a suponer una tregua en el avance de las llamas, no hará más que empeorar la situación en el terreno, teme el experto, ya que cuando llueve «todos esos contaminantes se vierten en el agua y aumenta enormemente el riesgo de desprendimientos de tierra y flujos de escombros, que son, básicamente, muros de lodo que caerán de las zonas quemadas».
El clima de California, propenso a las llamas
En un clima de tipo mediterráneo, como el que presenta el estado de California, el fuego forma parte de su ecología, por lo que el paisaje se quemará con cierta periodicidad ante un escenario de veranos cálidos, la vegetación seca y las pocas lluvias en temporadas invernales.
Un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) sostiene que la crisis climática «puede relacionarse con aproximadamente una cuarta parte del déficit extremo de humedad del combustible (vegetación) cuando comenzaron los incendios» en el condado de Los Ángeles.
Los fuegos «habrían sido igualmente extremos sin el cambio climático, aunque probablemente algo más pequeños y menos intensos», indica el documento.
La pregunta, entonces, «no es cómo evitamos que se queme, sino cómo desarrollamos y reconstruimos frente a un paisaje que se va a quemar», añade Longcore.
El experto apunta en este sentido a la distribución de las casas en los barrios de Pacific Palisades y la comunidad de Altadena, zonas cero de dos de los focos activos más virulentos.
«Había casas que se encontraban entre 10 y 20 pies de distancia. Una vez que el fuego las alcanzó, se convirtieron en el combustible. Era como una conflagración urbana, una tormenta de fuego de casas en llamas, y bajo esas condiciones de fuertes vientos hay muy poco que hacer», ahonda.
Es por ello que cuando se tenga en cuenta la reconstrucción de estas zonas, debería medirse los códigos de seguridad contra incendios moderno.
«Una vez que estás en un área muy densamente poblada, el problema no es la vegetación, sino las casas que están una al lado de la otra, mientras que en un lugar donde estás rodeado de vegetación silvestre, ahí, tu vegetación va a importar más», señala el experto.
Siendo capital de entretenimiento y futura sede de eventos destacados, como los Juegos Olímpicos de 2028, además de hogar de acaudaladas personalidades de Hollywood debe servir para no olvidar la ayuda que precisan miles de personas para volver a la normalidad.
«Un evento que define a una generación. Habrá un antes y un después de estos incendios en términos de la memoria colectiva de nuestra gente», sentencia. EFE
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