Correr por Ucrania y dormir del tirón en Portugal
Susana Samhan
Lisboa, 22 feb (EFE).- Tras abandonar Kiev en marzo de 2022, la ucraniana Olena Sadovnik corre ahora por las calles de Lisboa para ayudar a su país, mientras que Anastasia Holovnenko por fin puede dormir tranquila en su casa en Oporto, en el norte de Portugal, a donde llegó hace tres meses y medio.
«Llevo tres años siendo refugiada», afirmó a EFE Sadovnik, sentada en un banco junto a la biblioteca municipal de Amadora, el barrio lisboeta donde reside.
Todavía recuerda aquel 24 de febrero de hace tres años y los días previos en los que se despertaba sobresaltada por el ruido de las sirenas que daban paso a la aparición de helicópteros militares acercándose al barrio donde vivía en Kiev.
Antes del comienzo del conflicto, trabajaba para apoyar a los medios de comunicación independientes en Ucrania y estaba acostumbrada a viajar a áreas próximas a las regiones en conflicto del este del país, tras la invasión rusa de Crimea en 2014.
Sin embargo, la maternidad cambió sus prioridades y con una hija, Melenka, que actualmente tiene seis años, decidió abandonar Kiev.
Llegó a Portugal tras un periplo con escalas en Alemania y Canadá, después de que su marido encontrara trabajo en el país ibérico monitoreando y evaluando proyectos internacionales.
Pero antes de aterrizar en Lisboa, Sadovnik, que aseguró entre risas que nunca había practicado deporte, empezó a correr en Canadá, una práctica que le cambió la vida: «Se convirtió en mi mecanismo para afrontar las preocupaciones, el alto nivel de estrés, porque dejamos nuestra casa y no podíamos volver».
«Por eso, lo primero que escuché sobre Portugal, por muy extraño que resulte, fue la Maratón de Lisboa», confesó.
El hecho de que existiera esa competición le sirvió para encarar de otra manera una nueva mudanza transatlántica. «Pensé ‘vale, si hay una maratón, habrá una comunidad de corredores, puedo hacer frente a este nuevo reto en un país que nunca he pisado'», explicó.
Nada más llegar a tierras lusas, se puso a estudiar portugués y ha vuelto a trabajar con la organización con la que estaba en Ucrania.
En paralelo, Sadovnik ha conocido a más corredores como ella y ha aprendido cómo recaudar fondos para ayudar a su país haciendo deporte.
«Fui afortunada de poder sacar a mi hija de una zona de guerra», reflexionó esta mujer de 40 años, que no olvida a todos esos niños que siguen en Ucrania sufriendo los efectos de la guerra.
Además, apuntó, «hay unos 20.000 menores ucranianos que han sido deportados de forma forzosa a Rusia», por lo que ha lanzado «una campaña para recaudar fondos para ayudar a traer a esos niños de vuelta a Ucrania».
Esto le motiva a seguir corriendo «incluso cuando llueve». De hecho, correr ya no es para ella una mera ‘terapia’ mental, es mucho más que eso.
La comunidad ucraniana en Portugal se remonta a finales de los 90, cuando los primeros nacionales de este país comenzaron a instalarse aquí.
De acuerdo a datos del Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), desde 2022, el país ibérico ha recibido a más de 90.000 ucranianos, de los que 44.000 se desplazaron a territorio portugués durante el primer año de la guerra.
Una de esas refugiadas es Anastasia Holovnenko, que llegó a Oporto hace tres meses y medio con su novio.
Estando en Kiev, «hubo un momento en que entendí que necesitaba un descanso, un periodo que no sé cuánto durará, pero necesitaba algo de espacio y no vivir bajo un bombardeo constante, durmiendo en el pasillo», reflexionó esta activista.
Optó por venir a Portugal tras escuchar que había una comunidad ucraniana bastante movilizada que organiza numerosas actividades y concentraciones para ayudar a su país y eligió Oporto porque las rentas de los apartamentos son más bajas que en Lisboa.
Holovnenko compagina su trabajo en remoto como activista y responsable de comunicación de una organización en Ucrania que vela por el mantenimiento de las instituciones democráticas, con labores de voluntaria en Portugal.
Desde su llegada puede dormir toda la noche del tirón y puede hacer planes, como irse de vacaciones.
Aun así, «cuando hay una tormenta por la noche me aterroriza, aunque, por lo general, ya puedo dormir la noche entera y puedo planificar mis mañanas», remarcó. EFE
ssa/lmg/amg
(foto)(vídeo)