Crece la tensión entre India y Pakistán en la línea de alto el fuego en Cachemira
La tensión crece como nunca antes entre las fuerzas indias y paquistaníes a lo largo de la línea de alto el fuego en Cachemira, con un inédito número de heridos y muertos por balas y obuses en este interminable conflicto.
Cachemira está dividido entre India y Pakistán desde su independencia de la Corona británica y su partición en 1947. Ha provocado dos de las tres guerras que opusieron desde entonces a ambos países.
India y Pakistán reclaman la integralidad de esta región mayoritariamente poblada de musulmanes, donde India afronta desde hace más de 30 años una insurrección separatista que ha causado decenas de miles de muertos, principalmente civiles.
El diálogo entre estas dos potencias nucleares vecinas es ahora más complicado que nunca. Decenas de civiles han muerto este año a ambos lados de la línea de demarcación. Un vehículo de la misión de observación de Naciones Unidas fue incluso alcanzado por una bala en diciembre.
India afirmó que diez de sus soldados resultaron muertos por obuses o disparos procedentes de Cachemira bajo control paquistaní desde principios de noviembre.
Nueva Delhi acusa a Pakistán de haber violado el acuerdo de alto el fuego de 2003 más de 5.000 veces el año pasado, un récord desde su entrada en vigor, y lamenta la muerte de unos veinte civiles.
Por su lado Pakistán reprocha a India más de 3.000 violaciones del acuerdo en 12 meses, así como 29 muertos y 250 heridos entre civiles, además de centenares de viviendas dañadas o destruidas.
Jura, localidad ubicada a cuatro kilómetros de la línea de demarcación en el valle de Neelum, ha sido la más afectada del lado paquistaní, según las autoridades, con bombardeos que duraban horas, y a veces días, según sus habitantes.
«La mayoría del tiempo nos quedamos encerrados en nuestra casa. Es una guerra contra nosotros», se lamenta Amna Bibi, de 40 años, mientras lava ropa frente a su vivienda.
– «Sálvese quien pueda» –
Los 500 habitantes de Chilyana, la localidad vecina, apenas se aventuran a salir. «Cuando partimos por la mañana para abrir nuestra tienda, no sabemos su volveremos a casa», cuenta por su lado Khawaja Zubair Ahmad.
Del lado indio, algunos dicen que Pakistán cortó de forma deliberada el suministro de agua a sus granjas. Por parte paquistaní, se lamenta el cierre de un puente que, hasta el año pasado, permitía la reunión de familias separadas.
En Sudhpura, del lado indio, los obuses caen los días de mercado y cuando los niños están en la escuela. «El pánico se apodera de la gente. Y de pronto, llega el ‘sálvese quien pueda'» relata Mansoor Ahmad, director de la escuela local.
Mientras ambos bandos se acusan mutuamente, los tiroteos alcanzan niveles inquietantes. Los habitantes afirman que las tensiones se incrementaron desde febrero de 2019, cuando India organizó un ataque aéreo contra territorio paquistaní en represalia por una acción suicida que provocó la muerte de 40 soldados indios en Cachemira
India asegura que los bombardeos paquistaníes sirven para encubrir tentativas de infiltración del otro lado de la línea de demarcación para fomentar una insurrección contra el poder de Nueva Delhi.
La revocación en 2019 por India del estatuto semiautónomo de Cachemira es «una medida que Pakistán considera como una provocación particularmente grave», opina Michael Kugelman, un especialista de Asia del sur en el grupo de reflexión Wilson Center en Washington.
Según los observadores, ni India ni Pakistán tienen prisa en hallar una solución. El gobierno nacionalista hindú y la administración musulmana de Islamabad están enrocados en sus posiciones.
«La historia de las relaciones indo-paquistaníes ha tenido altos y bajo, pero ahora estamos en un bajo espectacular que tiende a durar» destaca Kugelman. «Nadie quiere reducir tensiones», afirma.