Última llamada, embarquen todos los clandestinos
Tres años después de ‘La Forteresse’, el director suizo Fernand Melgar regresa a Locarno con un documental sobre la repatriación forzada de los extranjeros en situación irregular. Rodado en un centro de detención administrativa, ‘Vol spécial’ compite por un Leopardo de Oro.
Cada año, miles de hombres y mujeres en Suiza se ven privados de su libertad sin juicio ni condena previos. Son en su mayoría clandestinos y solicitantes de asilo, que aguardan su expulsión en uno de los 28 centros de detención administrativa. A veces la espera se prolonga hasta dos años.
Con ‘Vol spécial’ (Vuelo especial), Fernand Melgar nos introduce en el centro de Frambois, en el cantón de Ginebra, para conocer la última escala de una cadena migratoria. Por boca de seis migrantes, Melgar nos relata los meses de espera, de esperanza y desesperación. Nos lleva a descubrir el rostro humano de los guardias y el inhumano de las repatriaciones forzadas.
La ley suiza contempla la organización de vuelos especiales en el caso de extranjeros expulsados que se niegan a regresar voluntariamente a su país. Se recurre a la fuerza para subirlos atados y esposados a un avión que les llevará de vuelta ‘a casa’. Esa casa de la que huyeron para salvar su vida o sencillamente para perseguir el sueño de una vida mejor.
Melgar lanza su documental un mes después de la reanudación de estos vuelos especiales, suspendidos el año pasado tras la muerte de un ciudadano nigeriano. Presentado en estreno mundial, ‘Vol spécial’ es uno de los tres filmes suizos en concurso en la 64ª edición del Festival de Cine de Locarno. Entrevista.
swissinfo.ch: Tres años después de ‘La Forteresse’ (La Fortaleza), regresa a Locarno con otro documental sobre el drama de la inmigración. ¿A qué se debe esa necesidad de contar estas historias de vida?
Fernand Melgar: Estoy convencido de que no son los cineastas quienes eligen los temas de sus películas, sino muchas veces ocurre justamente lo contrario. A Frambois llegué por casualidad, gracias a mi amistad con Fahad, uno de los protagonistas de ‘La Forteresse’. Fue detenido tras recibir una respuesta negativa a su solicitud de asilo.
Cuando fui a visitarlo me quedé consternado porque no sabía que pudieran ocurrir cosas semejantes. Así decidí indagar y así nació el proyecto ‘Vol spécial’.
En estos centros hay personas cuya única culpa es su clandestinidad. Aguardan su repatriación, pero en la mayoría de los casos no pueden ni quieren volver a su país porque su vida corre peligro o porque llevan tantos años en Suiza que regresar significa abandonar todo, incluidos mujer e hijos.
swissinfo.ch: ¿Cómo logró ganarse la confianza de los detenidos y los guardias?
F.M.: En todos mis documentales establezco un contrato moral con las personas fundado en la transparencia y la sinceridad. En el caso de ‘Vol spécial’ el tiempo fue nuestro mejor aliado. Durante seis meses acudimos a Frambois, hablamos con estas personas, tratando de explicarles nuestras intenciones y ganarnos así su confianza. El 80% de los funcionarios aceptaron ser filmados a cara descubierta y para nosotros esto fue algo muy importante. En cuanto a los detenidos, contar la propia historia es una manera de no sentirse olvidados por el mundo, casi un grito de desesperación…
swissinfo.ch: ¿Y para usted, qué ha significado cruzar las puertas del centro de Frambois?
F.M. Emocionalmente fue realmente duro rodar este filme y soportar el sentimiento de injusticia que se tiene al ver a gente inocente detenida. Para mí estar ‘sin papeles’ es una circunstancia en la vida y no un delito. Hay una gran hipocresía: hoy en Suiza se cuentan 150.000 ‘sin papeles’ que trabajan – y lo siento mucho por la Unión Democrática del Centro (derecha conservadora) -, pero desde luego no todos son traficantes.
En los últimos años el extranjero ha sido retratado como un animal; primero como oveja, luego como cuervo y finalmente como rata. Yo no milito en ningún partido, con mis películas trato únicamente de que los espectadores reflexionen, se hagan preguntas. ¿Sabéis que estáis hablando de seres humanos? ¿De familias destruidas? ¿De personas que llegaron en busca de protección a un país que, mientras no se demuestre lo contrario, es depositario de los Convenios de Ginebra?
swissinfo.ch: Ha transcurrido un año desde el rodaje de este documental. ¿Qué ha sido de estos clandestinos expulsados?
F.M.: Al concluir el rodaje de ‘Vol spécial’ no sentimos huérfanos. Entonces decidimos seguir la trayectoria de algunos de ellos y descubrimos cosas espantosas. Cito solamente el ejemplo de Geordry, un camerunés repatriado a la fuerza que luego fue encarcelado y torturado durante cinco meses por el simple hecho de haber solicitado asilo en Suiza. Y no fue él quien informó a las autoridades africanas de su situación, sino que supieron del caso en circunstancias muy extrañas. Digamos que llegaron a su manos documentos del dossier de asilo que Geordry había presentado en Suiza. No voy a entrar en más detalles…
Estuvimos en Kosovo, en Camerún y en otros países y con este material queremos hacer un documental-web. Se presentará en las salas y estará disponible en Internet, junto con una documentación para que quienes lo deseen puedan descubrir qué ha sido de los protagonistas de ‘Vol spécial’, entender las repercusiones concretas que la legislación suiza tiene sobre la vida de los ‘sin papeles’ y los solicitantes de asilo.
swissinfo.ch: Usted no milita en ningún partido y, sin embargo, sus películas tienen un fuerte trasfondo político. ¿Qué espera del Gobierno suizo?
F.M.: No hago cine político. A cada uno su trabajo. Yo soy un cineasta, no un político, un testigo de la realidad. Mi trabajo consiste en mostrar los hechos. Cada uno debe asumir su responsabilidad y someterse a un examen de conciencia. Habría que preguntar a nuestros ministros qué opinan de este filme…
Lo que quisiera es despertar las conciencias, pero para ello no necesito lanzar un mensaje político. Las películas hablan por sí solas. En los debates que generó ‘La Forteresse’ me dejó atónito la visión que tienen los jóvenes de los solicitantes de asilo –los ven como delincuentes- y del asilo – una forma de abuso social. Es increíble cómo la política de los últimos años ha conseguido cambiar la mentalidad en Suiza, que hasta hace pocas décadas era un país abierto.
Hoy el Parlamento está llamado a expresarse sobre una propuesta de ley del Ministerio de Justicia y Policía que pide a los docentes que denuncien la presencia de alumnos ‘sin papeles’ en sus aulas. ¿Cuándo fue la última vez que pedimos a los maestros que denunciaran a niños ‘diferentes’? Piénselo…
swissinfo.ch: ¿Durante la Segunda Guerra Mundial?
F.M.: Así es. Y esto nos debería incitar a una reflexión, ¿no cree?
En marzo de 2010 un nigeriano detenido y en espera de ser expulsado murió en el aeropuerto de Zúrich, poco antes de la partida de un vuelo directo a Lagos.
Tras este suceso, Suiza suspendió los vuelos especiales de repatriación hasta el 7 de julio de 2011, cuando partió un avión con 19 africanos a bordo.
La repatriación se desarrolló sin problemas, según la Oficina Federal de Migración.
La televisión suiza de expresión alemana, sin embargo, difundió imágenes de un policía que golpeaba a un africano que se resistía a subir al avión. Las imágenes reabrieron el debate sobre las medidas de expulsión forzada en Suiza.
Las ONG piden la suspensión de los vuelos. El cuerpo de policía reivindica mayores medidas de seguridad, mientras la Oficina Federal de Migración promete abrir una investigación y anuncia la organización de un nuevo vuelo especial.
Una jornada en el centro de detención de Frambois cuesta 280 francos por detenido, o sea cerca de 100.000 francos al año.
En 2009, este centro acogió a 227 personas.
Un vuelo especial puede costar hasta 2.000 francos para un destino cercano y 200.000 para un viaje más largo como a África.
Para un vuelo de este tipo, el coste por persona varía entre 15.000 y 23.000 francos.
Se estima que el Estado y los cantones gastan 1,9 millones de francos al año en este campo.
Un vuelo puede durar hasta 40 horas. Los detenidos viajan esposados y atados al respaldo.
La compañía suiza Swiss y la de bajo coste Hello han aceptado colaborar con la Confederación.
Nace en 1961 en Tánger (Marruecos) en el seno de una familia de sindicalistas españoles exiliados del franquismo. A la edad de dos año llega ilegalmente a Suiza con sus padres que trabajaban como temporeros.
Interrumpe los estudios de Comercio en 1980 para fundar con unos amigos ‘Le Cabaret Orwell’, cuna de la cultura ‘underground’ en la Suiza de habla francesa.
En 1983 inicia su aventura cinematográfica y realiza algunos filmes experimentales y reportajes iconoclastas.
Su documental ‘Exit – le droit de mourir’ (Exit – el derecho a morir) recibe varios premios internacionales, entre ellos el prestigioso Golden Link UER Award por la mejor producción europea, así como el Premio del Cine Suizo 2006.
En 2008, su documental ‘La Forteresse’ ganó el Leopardo de Oro en el Festival de Locarno (sección Cineastas del Presente).
Traducción: Belén Couceiro
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