«Suiza nos ha hecho sentir artistas»
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Sonia Levitán y Cecilia Rodríguez constituyen un dúo único en su género que cautiva al público con su versión femenina del tango canción.
La carrera de estas dos cantantes y multiinstrumentistas comenzó en Buenos Aires, su ciudad natal, y se consolidó en la tierra de Guillermo Tell.
«El tango es la música que se respira en Buenos Aires. Quieras o no, lo escuchás constantemente, en la radio, en la televisión… Nuestros padres y abuelos están inmersos en esa música. Y así se te despierta esa pasión». Cecilia Rodríguez empezó a tocar el órgano a los seis años, y a los doce descubrió flauta traversa, uno de los primeros instrumentos del tango.
Llevan el tango en la sangre y quizás también en los genes. «Mi papá siempre me cantaba tangos», recuerda Sonia Levitán que «desde muy chiquitita» se sabía de memoria las letras y «cantaba tangos enteritos», algo asombroso no sólo por su corta edad, sino también porque «en esa época en Argentina el tango era la música de la gente grande (adulta)». La niña tenía dotes musicales y el tiempo lo confirmaría. Con apenas cinco primaveras cumplidas comenzó a estudiar piano y, luego, guitarra y bandoneón, ambos instrumentos aprendidos de forma autodidacta.
Una versión femenina del tango
El destino quiso que estas dos artistas, que poseen una sólida formación clásica y rebosan de talento, se conocieran. Corría el año 1988 cuando un día «tomando unos mates y charlando» decidieron tocar juntas, por puro placer y sin mayores pretensiones. Así nacía un dúo original y sin precedentes en su género. En primer lugar, porque no existen dúos exclusivamente femeninos en la historia del tango, y además, porque Sonia Levitán (bandoneón, guitarra, voz, charango) y Cecilia Rodríguez (flauta traversa, percusión, voz) son multiinstrumentistas.
«En el tango, el rol de la mujer es sobre todo como cantante, pero es más raro que sea instrumentista. Y, por supuesto, una mujer bandoneonista es muy especial», puntualiza Cecilia. Sonia recuerda que cuando empezó a tocar el instrumento emblemático del tango la gente no daba crédito: «¿Pero qué hace una mujer con un fueye?», le decían. «En esa época era una cosa totalmente exótica. Nunca supe por qué, tal vez por el tema de que hay que abrir un poco las piernas, no lo sé». De hecho, le llamaban ‘Paquita’, en alusión a Francisca Bernardo, la primera mujer bandoneista que tuvo el tango, «porque era la única referencia anterior que había».
Compromiso social y político
La originalidad de este dúo reside también en la variedad de su repertorio, con arreglos musicales propios, que abarca composiciones de las grandes figuras no sólo del tango – como Gardel, Eladia Bláquez o Piazzola -, sino también del folclore argentino. «Queremos mostrar nuestra cultura y también la poesía que hay en toda nuestra música, ya sea el tango o el folclore», explica Sonia.
Los conciertos de estas dos artistas constituyen un recorrido musical por la geografía argentina. Las canciones que interpretan hablan de amor, de los paisajes, de las costumbres, las penas y alegrías de sus gentes y pretenden «transmitir toda esa fuerza que tiene nuestro pueblo que, a pesar de haber vivido tantas dictaduras, siempre encuentra una salida creativa para solucionar un problema», anota Sonia.
Son composiciones impregnadas de compromiso social y político. «Sí, nos interesa mucho dar un mensaje, que la gente se vaya de nuestro concierto con una idea de cuál es la situación sociopolítica argentina, por lo menos desde nuestro punto de vista», señala Cecilia. «Por eso para nosotras es importante hacer una presentación de cada canción en el idioma del lugar donde estemos actuando». Se atrevieron incluso con el japonés. «Fue todo un trabajo. Armamos los textos en japonés y nosotras los leímos por fonética», explica Sonia.
Casualidades de la vida
Cuando comenzaron no se imaginaban que llegarían tan lejos. Las casualidades de la vida quisieron que un «señor de un centro latinoamericano de París» las escuchara tocar en un cumpleaños de Sonia, «donde, por supuesto, se armó toda una ‘guitarreada'», y les propusiera actuar en la Ciudad de las Luces.
Disponían de un mes para armar un repertorio, pues «sólo habíamos dado un concierto así medio casero en Buenos Aires, y el segundo ya fue en París». De esta forma vertiginosa despegó su carrera, pero «fue muy emocionante y muy lindo». Igualmente azarosa fue su llegada a Suiza. «Teníamos una dirección, vinimos y nos quedamos». De eso hace ya casi 18 años.
«Hemos tocado en muchos países, pero nosotras agradecemos mucho las posibilidades que da Suiza a todos los artistas. Uno presenta, por ejemplo, el material a los directores de un teatro y si les gusta se comprometen y te abren las puertas», asegura Sonia.
«Siempre decimos que si hay algo que nos ha hecho sentir artistas fue Suiza, porque normalmente en Argentina si dices ‘soy artista’, te preguntan: ‘¿Y de qué trabajás?’ Y aquí en Suiza nos reconocimos como artistas», agrega Cecilia.
Además, el helvético es un público «muy interesado y agradecido, que se deja penetrar por la música y se emociona», prosigue Sonia. El español, por ejemplo, «es un público mucho más efusivo que el suizo» y «más fácil para nosotras», porque entiende mucho mejor las letras de las canciones y la poesía, que habla por sí misma. Sin embargo, «llegarle a un público (el suizo) del cual se dice que es frío, que tiene una coraza, y poder penetrar en esa coraza y poder emocionarlo, es algo que no tiene precio».
Quizás no dan rienda suelta a sus sentimientos con esa facilidad que tienen los latinos, pero algunos «vienen y te abrazan, a veces llorando, conmovidos… nos ha pasado muchas veces … y eso es muy hermoso», resalta Sonia.
Y es que el tango es sentimiento, es emoción pura. Tiene «una carga de nostalgia impresionante, porque es una música de inmigrantes que vinieron huyendo de la miseria de Europa después de las guerras y se instalan en un país con la ilusión de que les vaya mejor; y no siempre es así, porque se añora mucho la tierra», concluye Cecilia. «Yo creo que eso es la fuente del tango, esa añoranza. Y ese instrumento – el bandoneón – tiene un sonido que es un lamento… que parece que llorara…»
swissinfo, Belén Couceiro
Continúa en ‘Más sobre el tema’: ‘Tango: una historia de amor y desamor’
Sonia Levitán nace en 1960 en Buenos Aires. Se inicia en el piano a los cinco años y obtiene la ‘Medalla de Oro’ del Conservatorio de Música de su ciudad. Paralelamente estudia canto, bandoneón y guitarra de forma autodidacta.
Cecilia Rodríguez nace en 1965 en Buenos Aires. A los seis años comienza a tocar el órgano, que abandona a los 12 cuando descubre la magia de la flauta traversa, su instrumento predilecto.
Desde que iniciaron su trayectoria en 1988 han ofrecido más de 500 conciertos y han recorrido los escenarios de Suiza, Alemania, España, Francia, Luxemburgo, Austria, Holanda, Japón y Argentina.
Cecilia es madre de un niño de tres meses y reside hoy en Barcelona. Sonia, que desde 2003 es también cantante e intérprete del Trío ‘Malevos’, vive en Berna.
‘Argentina, tango y folklore’, Preludio Productions, Suiza
‘Tango, milongas y otros cantares’, Preludio & Fuga Productions, Suiza
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