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Las cinéphilas: “El futuro de mi vejez”

María Alvarez, directora argentina, autora de Las Cinephilas
La directora argentina María Alvarez, realizadora de Las Cinéphilas, presente en Locarno. Sergio Ferrari

Cuatro escenarios geográficos -Buenos Aires, Mar del Plata, Montevideo y Madrid-, la pasión por el cine hecha guion, varias mujeres mayores como únicas intérpretes y un documental argentino que entusiasma en la Semana de la Crítica del Festival de Locarno.

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Las Cinéphilas, primer largometraje de la realizadora argentina María Álvarez (1976), se exhibe en la más importante de las muestras fílmicas helvéticas, seleccionada en la sesión independiente que organiza la Asociación Suiza de Periodistas Cinematográficos. Llega a Suiza con el premio del público al mejor filme argentino del Festival de Buenos Aires (BAFICI) de abril pasado.

El filme presenta a varias mujeres jubiladas de distintos países que llegan al cine todos los días, y que convierten las salas oscuras en espacios esenciales de su cotidianeidad. Un medio para hacer frente a la soledad y seguir reinventando la propia convivencia social.

Con la distancia exacta y respetuosa de una mirada femenina, la cámara introduce al espectador en el presente-pasado de las protagonistas. Y ello, sin esconder las huellas de los sufrimientos acumulados, pero sin retacear la frescura renovada y el humor con el cual, en muchos casos, la tercera edad se mira a sí misma.

“Cada una de las cinéphilas es una especie de retrato anticipado de lo que imagino puede ser mi propio futuro”, subraya María Alvarez a swissinfo.ch. Y recuerda que desde hace años comparte las funciones vespertinas con señoras mayores que experimentan una verdadera pasión por el cine. “Más allá del amor por las películas, me interesaba presentar el cine como lugar de contención de la soledad y del paso del tiempo”, reflexiona.

La constante…

“Desde hace siete años vengo cada tarde al cine”, explica una de las protagonistas. La otra estudia antes de ir a los festivales, todos los antecedentes de las obras, sus directores, actores, y hasta se apoya en mapas para identificar las calles donde las mismas se desarrollan. “Visito lugares solo para ver en la realidad los escenarios”, confiesa sin complejos.

Pero más allá de la forma intensa de vivir la pasión por el cine, también brotan las interpretaciones propias sobre el significado del séptimo arte. “Una cierta evasión…hoy no hablé con nadie y aunque aquí (en la sala) no hable mucho, escucho” y me relaciono.

“Entro en otro mundo que después me lo hago propio. El cine es integración, una forma de participar, nunca un refugio”, subraya la otra.

Y entre impresiones, comentarios y reflexiones personales se entremezclan aspectos esenciales de la vida de cada una de ellas. Una forma original de descubrir sentimientos fundamentales que acompañan la vejez contando con el cine como común denominador e hilo rojo. Secuencias que desde lo común interpelan sobre el mañana -tanto individual como del cine mismo.

“En general los documentales reflejan el pasado. Yo trato de anticipar el futuro de mi propia vejez”, subraya Álvarez. Mirada prospectiva que no solo incorpora con gran sutileza la compleja constante del paso del tiempo, sino que apuesta “a la sobrevivencia del cine y de las salas alternativas” en tanto espacios esenciales del intercambio social y la eterna juventud cultural.

Locarno, primer gran desafío internacional

Tan increíble como mágica, “nuestra presencia en el Festival de Locarno conlleva ya un sabor de reconocimiento que se agrega al del propio público argentino que pudo ver ya nuestra película”, enfatiza Tirso Díaz-Jares, productor del filme y esposo de María Álvarez.

Es el resultado de un trabajo enorme de tres años –recuerda el profesional español-, hecho “por nosotros a cuatro manos, con muy escasos recursos, sin equipo adicional, y especialmente gracias a la enorme entrega rectora de María que concibió el filme con gran claridad”.

Y de allí que entrar en la escena internacional a través de un festival como del suizo tiene un valor superlativo, adjunta.  “Y constituye una prueba de fuego. Ya que mostrar nuestra película ante un público conocedor y formal, y con subtítulos en otro idioma, nos permite medir, también, la universalidad de la temática que presentamos”, concluye.

Locarno y Latinoamérica

“El cine latinoamericano está en un buen momento”, subraya el director de la muestra, Carlo Chatrian en diálogo con swissinfo.ch. Diagnóstico que explica que sobre los casi 4 mil filmes que visionó junto con su Comisión de Selección, una selección interesante de obras provenientes de ese continente se proyecta en Locarno en los diez días del festival, entre el 2 y el 12 de agosto.

“No tomamos en cuenta el criterio geográfico para seleccionar las películas”, explica Chatrian. “Deben gustarnos” y estar en sintonía con lo que busca Locarno. Y aunque la selección siempre es parcial, este año presentaremos obras “que desde lo fantástico hablan de la situación política”.

A 70 años de existencia, Locarno se mueve entre conservar lo conquistado y ampliar los desafíos de futuro, “entre la continuidad y la innovación”, enfatiza. Locarno, reflexiona Chatrian, se encuentra entre los grandes festivales del mundo; su historia lo prueba, como lo prueban las decenas de miles de filmes y los invitados que pasaron por aquí para presentar sus obras ante millones de ojos que los han visto.

Al mismo tiempo, «es un festival que no se para nunca, que se reconfigura año tras año, incorporando iniciativas, y adaptando su programación”. Este año hay nuevas salas construidas y remodeladas (PalaCinema y GranRex); un espacio para discutir (Locarno Talks), una ventana abierta a los más jóvenes (Locarno Kids) y un concurso digital (#movieofmylife), concluye el director artístico.

Latinoamérica en Locarno

Además de Las Cinéfilas, Señorita María, la falda de la montaña del director colombiano Rubén Mendoza fue también seleccionada para la Semana de la Crítica.

Dos de las 18 películas que competirán por el Leopardo de Oro, el mayor galardón, provienen de América Latina. La obra prima mundial brasilera As Boas Maneiras de Juliana Rojas y Marco Dutra y la chilena La Telenovela errante, de Raúl Ruiz y Valeria Sarmiento. Ruiz había ganado el Leopardo de Oro en 1969 con Tres Tristes Tigres.

Severina del director brasilero Felipe Hirsch (coproducción Brasil/Uruguay) disputará junto con otras 15 producciones en Cineastas del Presente, segunda sección en importancia de la muestra.

En la competición internacional Pardos del Mañana, que promueve los nuevos talentos, se exhibirán las películas cubanas Armageddon 2, de Corey Hughes y Los Perros de Amundsen de Rafael Ramírez, así como Palenque, del colombiano Sebastián Pinzón Silva.

Cocote del dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias y Era uma vez Brasília, del brasilero Adirley Queirós animarán la sesión ‘Signs of Life’.

El documental Favela Olímpica, también presentando en la Semana de la Crítica, aunque fue realizado por el suizo Samuel Chalard, desarrolla un argumento integralmente brasilero referido al barrio popular El Autódromo en Río de Janeiro y los Juegos Olímpicos del 2016.

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