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Art Basel: ¿dónde está el mundo del arte ruso?

Una mujer blandea una bandera ucraniana
© Keystone / Georgios Kefalas

Luego de un paréntesis de tres años, Art Basel ha regresado (casi) en plena forma. A pesar de la alta asistencia de galerías y público, la guerra en Ucrania también ha dejado su huella en la mayor feria de arte del mundo.

La ausencia de galerías rusas en Art Basel —la mayor feria de arte del mundo que ha cerrado sus puertas el 19 de junio— aunque no sorprendente, sí ha sido llamativa. Enfrentados a sanciones internacionales y en la práctica ante la imposibilidad de moverse libremente por Europa, los marchantes de arte rusos y sus obras se han limitado a una feria alternativa celebrada en San Petersburgo durante los mismos días de Art Basel.    

Denominada 1703 Contemporary Art FairEnlace externo (en alusión al año en que se fundó la capital imperial rusa), ha estado patrocinada por el gigante energético Gazprom —vinculado al Kremlin— y ha contado con la participación de 17 galerías.

Pocas si se compara con las 289 que han estado en Art Basel. Una cifra que ha marcado un ambiente prácticamente de vuelta a la normalidad. Y es que en la Art Basel del año pasado —afectada por la pandemia— participaron 272 galerías, y 290 en la edición de 2019. En 2020 se canceló el evento.  

De ningún modo se ha prohibido asistir a la feria a las galerías rusas. Muchas han podido participar en visionados en línea: una forma popular también de exponer obras de arte para su venta.    

Durante la inauguración de esta última edición, el director mundial de Art Basel, Marc Spiegler, ha destacado que la feria se ha abierto más a las galerías de fuera de su tradicional ámbito geográfico (Estados Unidos, Europa y Japón). Esto es, a galerías de África y Oriente Medio, sobre todo. Pero no ha mencionado ni la participación rusa ni las directrices que sancionan a la gente llegada de Rusia.

Trabajo artístico de Dan Perjovschi
Dibujos de la serie Put-In del artista rumano Dan Perjovschi, expuestos en Art Basel. El arte político de Perjovschi también es uno de los aspectos más destacados de Documenta 15, inaugurada el pasado 18 de junio en Kassel (Alemania). Eduardo Simantob/swissinfo.ch

El oro de Moscú

Si bien es verdad que las galerías rusas nunca han sido un atractivo especial de la feria, sí lo han sido quienes compran y coleccionan arte en Rusia y sus abultadas carteras; que se han mantenido visibles en los estands y pasillos, en persona o a través de profesionales —principalmente de Estados Unidos y Reino Unido— para mediar en las pujas y adquisiciones.  

Durante los días de preestreno —los previos a que Art Basel abre sus puertas al público y cuando se cierran las grandes ventas— dentro de la feria se ha podido escuchar hablar en ruso. Se rumorea que han acudido dos periodistas de renombre en Rusia, Andrey Malakhov (presentador de la principal cadena de televisión rusa, Rusia-1) y la presentadora de televisión, socialité y actriz Xenia Sobchak, pero SWI swissinfo.ch no ha podido confirmarlo. 

Con las sanciones para viajar en vigor, la mayoría de los compradores rusos que este año han llegado a Basilea viven en el extranjero. SWI ha conocido por casualidad a un comerciante de arte, que se ha identificado como Denis Sel.  

Hace 16 años que vive y trabaja en Colonia, Alemania. “No hay ninguna sorpresa en este giro [autoritario] de los acontecimientos en Rusia, lo veíamos venir desde hace tiempo”, afirma Sel. Según él, la élite rusa que trabaja en el mundo del arte y ha decidido quedarse en la Rusia de Putin sabe exactamente lo que está pasando y se ha acomodado a las personas que ostentan el poder.

Sel, por su parte, explica que no tiene nada que ver con la escena artística rusa. “En Colonia hay obras mucho más interesantes de las que ocuparse, tenemos a Joseph Beuys, Gerhard Richter y Sigmar Polke, por ejemplo. ¿Por qué deberían importarme artistas de Rusia?”, añade.

Valla metálica, trabajo del artista belga Francis Alÿs
Una valla que separa Rusia y Ucrania es uno de los 23 cuadros del artista belga Francis Alÿs que componen la serie Border Barriers Typology (Tipología de barreras de frontera), 2019-2021. Eduardo Simantob/swissinfo.ch

Algunos de los espacios que las galerías rusas han dejado vacíos los han llenado galerías ucranianas. Unas semanas antes de que Art Basel abriera sus puertas se difundió la noticiaEnlace externo de que dos galerías rusas —Fragment y Osnova— participantes en la feria paralela Liste habían cedido su espacio de manera desinteresada a dos galerías ucranianas. “Esto no es exactamente lo que se nos comunicó”, nos dice Maria Lanko, cofundadora y copropietaria de la galería The Naked RoomEnlace externo de Kiev. “Nos invitó directamente Liste y, de todos modos, no nos hubiera gustado que las galerías rusas nos invitaran”, agrega.      

La hipótesis más realista es que la organización de Liste —probablemente ante una cancelación de última hora de las galerías rusas por la guerra de Ucrania— ofreciera de forma gratuita un estand a The Naked Room y a VoloshynEnlace externo, otra galería ucraniana. A alguien recién llegado a Liste el precio del estand le cuesta 7 600 dólares (7 300 francos).

Maria Lanko
La galerista ucraniana Maria Lanko. Eduardo Simantob/swissinfo.ch

  Las galerías Voloshyn y The Naked Room llevaban años solicitando un estand en Liste, pero nunca lo consiguieron. Este año, en cambio, son algunas de las afortunadas que han podido viajar a pesar de la guerra. 

Igual que Volta Enlace externo—la otra feria paralela de Basilea— ListeEnlace externo comenzó siendo un espacio independiente para galeristas más jóvenes, y durante años fue un contrapunto más fresco al mundo del arte establecido que negociaba millones de dólares en las salas exclusivas de la Art Basel oficial. Ambas ferias paralelas se han convertido ya en algo inherente al evento principal. Son una especie de “institución alternativa” que sirve de trampolín a las galerías que pretenden entrar en el elitista club de Art Basel.

Arte bajo asedio

La situación de quienes gestionan las galeristas ucranianas es terrible. Maxim Voloshyn y Julia Voloshyna están en ruta desde el pasado otoño. “Nos fuimos a una exposición en México, después tuvimos otra en Dallas, y cuando estalló la guerra, nos quedamos tirados en Miami” cuenta Julia Voloshyna. Mientras tanto, su galería en Kiev se ha convertido en un refugio para amistades y familiares. 

Julia Voloshyna y Maxim Voloshyn.
Julia Voloshyna y Maxim Voloshyn. Eduardo Simantob/swissinfo.ch

“Es tristemente irónico que el edificio en el que está nuestra galería ya se utilizara como refugio antibombas durante la Segunda Guerra Mundial”, señala Maxim. Cuando las bombas rusas empezaron a caer en Kiev en los gélidos días de finales de febrero, los artistas que representa la galería Voloshyn, sus familias y sus mascotas, además de gente del vecindario, se refugiaron en la galería, donde el sistema de calefacción todavía funcionaba.

Trabajo artístico de Lesia Khomenko
Una muestra de la serie Covert Surveillance (Vigilancia discreta) de Lesia Khomenko. La artista tomó a hurtadillas fotos de soldados desde la ventana de su estudio y las ha utilizado como base de esta obra de arte compuesta de varias capas: la primera capa es un écorché [en pintura, representación de una figura anatómica desollada, en la que se muestran los músculos y otros órganos internos], luego un soldado en la red transparente y después, superpuesto a los cuerpos de los soldados, el follaje. Eduardo Simantob/swissinfo.ch

La vida nómada de la pareja formada por Julia y Maxim, que se desplaza de un lado a otro con su hija de 2 años, en absoluto es una huida de la guerra. “Tenemos que hacer todas las ferias de arte que podamos, porque es el modo de mantener a nuestros artistas, nuestra galería y nuestras familias en Ucrania”, dice Maxim Voloshyn.

Para quienes se dedican al arte en Ucrania la realidad es mucho más dramática. “Ahora mismo no están haciendo arte. Están ayudando en la guerra como soldados, voluntarios, etc.”, manifiesta Maria Lanko. Pero una de las principales artistas del catálogo de Voloshyn, Lesia Khomenko, consiguió completar a tiempo de enviar a la actual Bienal de Venecia la serie Max is in the Army (Max está en el Ejército). Basándose en imágenes de su marido Max, también artista, haciendo el saludo militar, representa a hombres corrientes sacados de su vida diaria para convertirse en soldados. Lesia no sabe dónde está ahora su marido. 

No hablamos de la gente de Rusia

La gente de Ucrania presente en Basilea rechaza cualquier tipo de asociación con sus semejantes en Rusia. Y este distanciamiento no comenzó con la guerra de febrero, que aún continúa. Es una cuestión que viene de lejos.

Obra de Kateryna Lysovenko
Jardines del dolor (Сади скорботи), de Kateryna Lysovenko. Representada por la galería The Naked Room de Maria Lanko, la artista iniciará este verano una residencia en la Universidad de las Artes de Zúrich. The Naked Room. The Naked Room

Maxim Voloshyn y Julia Voloshyna afirman que, tras el fin de la Unión Soviética, la escena artística ucraniana se ha desarrollado en una dinámica completamente diferente a la rusa. Maria Lanko tiene una postura más matizada. Para ella, la verdadera ruptura se produjo en 2014 con el conflicto del Dombás y la anexión de Crimea.

“Antes de 2014 [en ambos países] el panorama quizá no era el mismo, pero estaban muy interconectados. Formábamos parte del mismo tipo de espacio mental y cultural. Desde entonces, nos hemos alejado mucho. Ya ni siquiera sé qué está pasando en la escena artística rusa, ni siquiera sé qué artistas emergentes hay allí”, dice. 

Algunas amistades, evidentemente, se mantuvieron, pero a nivel institucional se cortaron todos los lazos. Aun así, en Basilea personas rusas han comprado sus libros de artista. “Mostraron timidez y comenzaron a hablar conmigo en inglés. Creo que sienten vergüenza. Y, evidentemente, deberían sentirla”, explica Maria Lanko.  

Cualesquiera que sean las circunstancias que han llevado a Maria Lanko y a Maxim Voloshyn y Julia Voloshyna a Basilea —a pesar de las estrategias de relaciones públicas— el esfuerzo ha merecido la pena. Según Lanko, su primera venta importante la hizo a los diez minutos, en el preestreno. Cuando la feria se abrió al público, la mayoría de sus obras ya estaban vendidas o reservadas. 

El traslado de sus obras, sin embargo, sigue siendo complicado. En las primeras semanas de la guerra, Lanko consiguió trasladar sus obras de Kiev a un almacén en un museo de Lviv, más cerca de las fronteras europeas de Ucrania. Los Voloshyn siguen teniendo la mayoría de sus obras en Kiev, pero es prácticamente imposible trabajar desde la capital ucraniana.

“Hay que pensar que viajar desde allí a cualquier ciudad europea lleva como mínimo tres días; no hay vuelos desde Kiev. Las obras de arte no solo necesitan un embalaje especial, sino también permisos, formularios de aduanas y un montón de burocracia”, menciona Maxim Voloshyn.

De momento, la guerra no da señales de remitir, pero Maria Lanko y Maxim Voloshyn y Julia Voloshyna dicen tener todo preparado para este modo de vida nómada por tiempo indefinido.

Editado por Virginie Mangin

Adaptado del inglés al español por Lupe Calvo

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