La escena artística de Basilea replantea su relación con Art Basel
Art Basel, la feria de arte más grande del mundo, descarga desde este miércoles una ráfaga de exposiciones, eventos y fiestas en Basilea. Pero no todo el mundo está entusiasmado. El mega evento genera sentimientos encontrados en la escena artística local. Para un creciente número de artistas y galeristas la reunión tiene que ver ahora más con el dinero que con el arte.
“El dinero lo corrompe todo”, sentencia Nicolas Krupp, galerista local. “Hace diez años, 30 millones de dólares era una cantidad absurda para pagar por una obra de arte, ahora ves 300 millones de dólares, o alguien que paga 110 millones de dólares por un BasquiatEnlace externo [Jean-Michel Basquiat, artista contemporáneo estadounidense, 1960-1988]. ¡Es una locura!”
Art Basel comenzó en 1970 como una iniciativa experimental de tres galeristas. En sus dos primeras décadas, los visitantes podían sorprenderse aún con las intervenciones improvisadas de activistas y artistas escénicos en el marco del evento. En los años 90, la feria se consolidó como un lugar privilegiado para los galeristas y los coleccionistas más adinerados, al mismo tiempo que las galerías más pequeñas y jóvenes se unieron para crear algunos espacios fuera del recinto ferial, como ListeEnlace externo y VoltaEnlace externo. Pero desde hace 20 años, también se convirtieron en parte del establishment.
“El concepto operativo de Art Basel sigue una lógica parasitaria”, señala Daniel Kurjakovic, curador jefe de programas del Museo de Arte (KunstmuseumEnlace externo) de Basilea. Las personas que están detrás de Art Basel “se adhieren a los circuitos existentes para crear la ilusión de que se trata de un cuerpo orgánico de iniciativas artísticas. No lo es”.
Art Basel ha incorporado muchas otras exposiciones paralelas a su programa. Entre ellas, proyectos en solitario de jóvenes artistas emergentes (Statements), editores de arte (Edition), e instalaciones e interpretaciones a gran escala (Unlimited).
Es posible que Art Basel se convierta en una marca de museo comercial”, indica Roger M. Buergel, director del Museo Johann JacobsEnlace externo de Zúrich. Buergel, que fue director artístico de Documenta 12Enlace externo en 2007 en Kassel, Alemania, se ha posicionado fuera del circo comercial de las artes y no tiene intención de visitar Art Basel este año.
Pero Buergel espera que Art Basel se mueva en una dirección similar a la de otras instituciones como el Louvre de París, con su marca en otros países. En 2002, Art Basel se estableció en Miami y, para atender los crecientes mercados asiáticos, en 2013 abrió Art Basel Hong Kong.
El poder del dinero
Art Basel, que abre sus puertas este miércoles para su 50ª iteración, se ha convertido en un gigante capitalista indiscutible. Alberga alrededor de 300 galerías de todo el mundo, distribuidas en 27 500 metros cuadrados de superficie de exposición, y atrae a casi 100 000 visitantes en seis cortos días. La selección de las galerías participantes es difícil, y se necesita mucho dinero para asegurar un espacio. Los preciosEnlace externo varían entre 20 000 y 112 000 francos, dependiendo del tamaño y la posición en la sala de exhibiciones de la Messe Basel.
“Se ha vuelto cada vez más similar al Foro Económico MundialEnlace externo de Davos vos”, compara Kurajovic al referirse a la conversión en un club exclusivo que separa a los pocos que tienen acceso de los muchos excluidos. No es de extrañar que muy pocos de los más de 4 000 artistas, cuyas obras están en exhibición, asistirán (muchos de ellos ya están muertos, por supuesto, pero de todos modos Art Basel no es un lugar para conocer artistas).
Guido Nussbaum, uno de los artistas más respetados de la escena de Basilea, señala que la cobertura mediática de las artes en general sigue al cambio comercial de las últimas décadas encabezado por Art Basel. La evolución de los precios y los aspectos de inversión del arte pasaron a primer plano, afirma.
Peor aún, agrega Nussbaum, el ecosistema de Art Basel ha contribuido a cambiar la comprensión más amplia del arte como una mera mercancía. El valor monetario es lo primero, y el contenido es secundario, convirtiendo a las exposiciones en espejos de la economía de mercado, sus depredaciones y su vanidad.
Para Krupp, esta expansión forma parte de un movimiento más amplio en el mundo del arte. “Toda la escena artística se expande”, subraya. “Mire, por ejemplo, los museos de arte de Basilea, Zúrich y Lausana, todos construyen nuevas alas. Realmente no sé dónde terminará todo esto”.
Sin embargo, en términos de oportunidades para establecer contactos, Basilea es difícil de superar, especialmente para los jóvenes artistas emergentes, como Julia Steiner. Originaria de Berna, se trasladó a Basilea hace siete años.
Pero Art Basel no fue su razón principal para mudarse. Menciona el ambiente relajado de la ciudad, la vivienda relativamente asequible, la proximidad de Francia y Alemania, y las numerosas oportunidades de financiación que ofrecen la ciudad, el cantón y otras instituciones locales como el KunstkreditEnlace externo. Hay mucha menos competencia por la financiación que en Zúrich, señala. En su lista de razones para establecerse en Basilea, Art Basel es la última.
Steiner también se beneficia indirectamente de la feria. Acaba de terminar un trabajo específico en el Helvetia Art FoyerEnlace externo, un lugar que pertenece a una compañía de seguros suiza y que esta semana alberga un foro de arte justo al mismo tiempo que la feria.
La feria y la ciudad
Art Basel fue capaz de tomar la delantera en las ferias internacionales de arte, sobre todo porque está enclavado en un centro de arte tan vibrante.
“El crecimiento de Art Basel no tiene ninguna influencia en la escena artística local”, asegura Krupp. “Tener una galería aquí en Basilea ni siquiera es una ventaja para tener un espacio dentro de la exposición”.
Su galería está a media cuadra de Messe Basel, donde también tiene un stand de exposición, y Krupp tiene muchos elogios para su ciudad natal.
“Basilea tiene grandes museos, grandes colecciones, un sistema político estable, una moneda estable, una gran infraestructura”, dijo. “Y sigue siendo un pueblo”.
En la esfera pública, este “pueblo” es hogar de algunas de las instituciones artísticas más prestigiosas del mundo: La Fundación BeyelerEnlace externo, también en expansión; el Museo de Arte y su área contemporáneaEnlace externo; el Museo TinguelyEnlace externo; la Sala de Arte (KunsthalleEnlace externo); el Museo Vitra DesignEnlace externo; el TANK, espacio de exposición del Instituto de Artes dirigido por la curadora española Chus Martínez; el Museo de Arte Antiguo de Basilea y la Casa de Artes ElectrónicasEnlace externo, por citar algunas.
Hasta hace poco, la feria podía hacer un uso liberal de los espacios públicos y muchas instituciones públicas colaboraban sin muchas condiciones previas con el espectáculo. Pero tuvieron que reconsiderarlo, ya que Art Basel se ha distanciado cada vez más de sus raíces y de la vida de la ciudad.
Las instituciones públicas comenzaron a adaptarse en consecuencia. “Ya no podemos hacer las cosas gratis”, dijo Kurjakovic, que también está a cargo de negociar la colaboración del Museo de Arte con Art Basel. “Tenemos que tener algo a cambio”.
“Nuestras reuniones no tienen nada de artístico, es un simple negocio. Esa es la lengua materna de Art Basel, y esa es la lengua que hablamos con ellos, y que ha funcionado bastante bien para ambas partes”.
Traducido del inglés por Marcela Águila Rubín
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