Mirada histórica a la Fête des Vignerons (Fiesta de los Viñadores) que se celebra una vez por generación en la pequeña ciudad de Vevey, a orillas del Lago Lemán.
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Nacido en Londres, Simon es periodista multimedia y ha trabajado para www.swissinfo.ch desde 2006. Habla francés, alemán y español y cubre temas de ciencia, tecnología e innovación.
Nací en Inglaterra, pero vivo en Suiza desde 1994. Me formé como diseñadora gráfica en Zúrich entre 1997 y 2002. Más recientemente, pasé a trabajar como editora de fotos y me uní al equipo de swissinfo.ch en marzo de 2017.
El colorido festivalEnlace externo, inscrito en el Patrimonio Cultural Mundial Inmaterial de la UNESCO, celebra las tradiciones vitivinícolas de las regiones de Lavaux y Chablais, cerca del lago Léman.
Los orígenes de la fiesta se remontan a los siglos XVII y XVIII, cuando la Cofradía de Viticultores locales, la Confrérie des VigneronsEnlace externo, organizaba desfiles en Vevey después de cada reunión anual para celebrar la cultura del vino y el trabajo de los mejores trabajadores del viñedo.
En aquella época, el cantón de Vaud estaba bajo el dominio bernés -un período de 1536-1798 caracterizado por la austeridad protestante- y las fiestas populares eran escasas. La inusual procesión de participantes locales atrajo así una creciente atención en la región y desde otros lugares.
Hacia 1770, la cofradía, influenciada por las ideas de la Ilustración, decidió premiar a los viticultores locales más meritorios. En 1797, se tomó la decisión de transformar la procesión en un evento más grande – la Fête des Vignerons – con un escenario en la plaza del mercado de Vevey para 2 000 espectadores, que pagaban para ver la procesión de personas disfrazadas que recreaba las cuatro estaciones, además de una ceremonia de coronación.
Desde entonces, el certamen se ha celebrado aproximadamente cada 20 años y ha adquirido mayor importancia. También ha evolucionado, con la introducción de nuevos elementos que glorifican a la nación y a la tradición, así como a divinidades paganas como Baco, el dios romano del vino. Músicos y bailarines se codean con vaqueros, simbolizando el vínculo entre la ciudad vinícola de la orilla del lago y las regiones montañosas circundantes. La famosa Ranz des Vaches -la canción para llamar al hogar a los rebaños- es uno de los puntos culminantes de cada edición.
En 1889, la fiesta popular se amplió con un escenario para 12 000 personas. Este año se construyó una moderna arena con capacidad para 20 000, para el espectáculo de dos horas de duración organizado por Daniele Finzi Pasca, director de las ceremonias olímpicas de Sochi y Turín. A pesar de la enorme experiencia logística y profesional necesaria para organizar el evento privado de 100 millones de francos, que se espera atraiga a un millón de visitantes, casi todos los participantes son voluntarios locales, y muchos de los temas son idénticos a los que se celebraron por primera vez hace más de 200 años.
Mientras tanto, el trabajo de la cofradía continúa. Tres veces al año, expertos viticultores designados por el gremio visitan alrededor de 100 viñedos seleccionados para evaluar la calidad de su trabajo. Los resultados se presentan cada tres años y los mejores viticultores son premiados en un banquete al que asisten sus pares.
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