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Cine: semblanza de un cooperante suizo en Nicaragua

Chantal Bianchi y Maurice Demierre a su llegada a Nicaragua , en 1982. Familia Demierre

En 1986 dejaba la vida en Nicaragua el cooperante suizo Maurice Demierre. Dos décadas después de aquel asesinato, el cineasta helvético Stéphane Goël fue allí a buscar las huellas que permitan reconstruir la memoria.

El resultado es una película emotiva y prometedora que será presentada en el Festival de Locarno.

«Que viva Mauricio Demierre (y también la revolución)» es el título del documental cuya primicia mundial tendrá lugar el próximo mes de agosto en el marco del conocido Festival de Locarno.

En septiembre será proyectada en diversas salas, especialmente de la Suiza de expresión francesa, cuya televisión, (TSR- SSR) -coproductora de la cinta-, ha programado también su difusión.

La cooperación solidaria de los años 80

Maurice Demierre, agrónomo de Bulle, cantón de Friburgo, fue uno de los miles de cooperantes, internacionalistas y brigadistas, que en los años ochenta viajaron a Nicaragua, por entonces gobernada por el sandinismo .

Junto con Chantal Bianchi, su compañera de vida, se instalaron en 1982 en el norte de ese país centroamericano, acompañando y asesorando comunidades campesinas. Ambos eran voluntarios de la ONG helvética Frères Sans Frontières (hoy E-changer), cofinanciada por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE).

En febrero de 1986, pocos meses antes de su regreso definitivo a Suiza, Maurice fue asesinado en Somotillo, a escasos kilómetros de la frontera con Honduras, en una emboscada de la contrarrevolución antisandinista, en aquel momento muy activa en el norte y centro del país. Según su deseo fue enterrado en la plaza central de dicho pueblo.

Pocos meses más tarde, otros tres cooperantes europeos fueron asesinados en circunstancias semejantes. El fin trágico en un corto tiempo de Maurice, así como del también suizo Yvan Leyvraz, del francés Joël Fieux y del alemán Berndt Koberstein, conmocionó la opinión pública helvética y continental.

Según cifras oficiales, esa guerra ocasionó a Nicaragua -en menos de diez años- más de 50.000 víctimas y pérdidas directas e indirectas por 17.000 millones de dólares estadounidenses.

«Un film sobre la pérdida, la derrota»

«Quería hacer una película sobre el compromiso, sobre la resistencia y finalmente es un film sobre la pérdida. La muerte de Maurice Demierre representa, simbólicamente, la muerte de la revolución» explica a swissinfo Stéphane Goël, realizador independiente que integra desde 1985 el colectivo «Climage Lausanne».

«La película muestra un retorno…Y el trabajo de duelo de Chantal volviendo a la tumba es un eco del duelo que el pueblo nicaragüense debe hacer de su revolución» explica Goël, quien recibió en 1994 el premio «Joven creador» de la Fundación del cantón de Vaud para la promoción y creación artísticas.

«Seguí a Chantal Bianchi en su recorrido por las huellas del pasado», explica el realizador. Bianchi, que junto con su grupo de teatro «Les arTpenteurs» y una cuarentena de personalidades helvéticas viajaron en febrero de este año a Nicaragua para conversar con los actuales cooperantes, visitar proyectos, entrevistarse con personalidades y participar en la conmemoración de los 20 años del asesinato de Maurice.

Una percepción necesaria

«Me interesaba esta confrontación, esta mirada sobre la Nicaragua de hoy. No es sólo una película sobre el pasado, sobre la nostalgia, sino que toma la temperatura –aunque sea parcialmente- a la realidad actual de esos campesinos con los cuales vivieron Chantal y Maurice…Por eso esa delegación era una necesidad para el film», explica Goël.

Entre la idea de base y el documental concluido hay un largo camino de casi un año de trabajo y algunas readaptaciones. «El resultado es sensiblemente diferente a lo que pensaba hacer al principio, dado que descubrí muchas cosas en la marcha», enfatiza Goël, reconociendo la riqueza del género documental. «No se puede prever todo, y muchas veces la realidad es mucho más rica que cualquier ficción…».

Esta intensa tarea de filmación y de recuperación de archivos, tanto de imágenes como de sonidos, confrontó al realizador con la figura humana de Maurice Demierre. «Me siento muy cerca de él. Lo veo como un hombre entero, verdadero, sincero, profundamente humanista e integrado a su comunidad. Pero que también tenía sus dudas y debilidades. Es muy interesante ver cómo esos cuatro años vividos en Nicaragua lo cambiaron sustantivamente», subraya.

Miradas de ayer y hoy

Con esa descripción concuerda Verónica Pfranger, quien además de haber sido también voluntaria en los años ochenta y noventa y luego coordinadora de los cooperantes suizos en Nicaragua, prefirió quedarse a vivir en ese país.

«Su personalidad era tranquila, suave, sin apuros de demostrar resultados. Como buen campesino vivía al ritmo del ciclo del campo: el de la siembra, el crecimiento y la cosecha», enfatiza Pfranger.

La antigua voluntaria no se queda en la figura de Demierre y subraya la importancia de la película –así como de la delegación que viajó a Nicaragua en febrero – , «como un aporte concreto muy importante para construir la memoria colectiva. Algo valiosísimo, porque nos interpela a seguir defendiendo lo justo, para lograr una sociedad más equitativa y humana».

Conservar la memoria

La reflexión une pasado y presente: «se pueden comparar los voluntarios y las misiones de antes y de ahora. Y a pesar de las diferencias debido a coyunturas muy diversas, surge nítida la importancia y el valor enorme de trabajar con la base. Tanto para el voluntario como para todo su entorno que lo acompaña desde Suiza», precisa Verónica Pfranger.

Ayer y hoy. Sufrimiento y film documental a punto de ser presentado en el festival helvético de mayor renombre. «Una continuidad, una prolongación» señala a su vez Rosemarie Fournier, quien vive en Nicaragua y es voluntaria de E-changer.

«Volver a hablar de esa época es una fuente de motivación. Pero hay que entender las diferencias contextuales. El idealismo de los 80 se confronta con la realidad del 2006. Ese idealismo puede ser un motor para cambiar el presente».

Y en ese sentido, «un film como el de Maurice Demierre- si bien no lo he visto- puede servirnos para situarnos en un momento histórico que no conocimos directamente; y preguntarnos: ¿qué queda hoy de entonces, de esos ideales, de esas esperanzas?».

Los puntos suspensivos y la conclusión final del realizador. «Lo que pasó hace 20 años en Nicaragua está sucediendo hoy en Gaza o Bagdad. Hay que seguir siendo vigilantes y solidarios. Este film parte del principio de que hay que conocer los fracasos del pasado para preparar los combates del futuro», sentencia Goël.

swissinfo, Sergio Ferrari

El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) llegó al poder en Nicaragua el 19 de julio de 1979, como consecuencia de una insurrección popular generalizada contra la dictadura de Anastasio Somoza.

Poco tiempo después la contrarrevolución antisandinista inició las operaciones contra el nuevo gobierno.

La guerra en Nicaragua en los años ochenta, entre el sandinismo y la contrarrevolución no pasó desapercibida en Suiza.

Numerosas ONG, comités de solidaridad, hermanamientos, delegaciones parlamentarias y brigadas estuvieron activadamente presentes en ese país centroamericano.

La cooperación oficial suiza desarrolló en ese momento importantes proyectos, especialmente en el sector agrícola, como el Chinorte, en el noroeste del país, zona donde trabajó Maurice Demierre.

El FSLN perdió las elecciones en 1990. A partir de entonces se sucedieron tres gobiernos de orientación neoliberal. Los próximos comicios generales están previstos para noviembre de 2006.

«Que viva Mauricio Demierre (y también la revolución)», es un documental en formato beta digital, de 70 minutos de duración.

Será estrenado en agosto en el Festival de Locarno y en septiembre será proyectada en varias salas y también en la Televisión de la Suiza francesa.

Asimismo se proyecta subtitularla en castellano para su difusión en países latinoamericanos.

El documental ha sido confinanciado por diversas entidades públicas, entre ellas la Oficina Federal de Cultura y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE).

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