En este búnker, bajo el auditorio Fevi, están almacenados todos los filmes seleccionados en Locarno. A la izquierda, la retrospectiva de las películas, a la derecha, las maletitas con los discos duros de los filmes.
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Orden y precisión es la divisa de Danny Zeiner, encargado de registrar y clasificar las obras por sección. Por cada largometraje en 35 mm, hay seis carretes de 20 minutos y 600 metros.
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La casi totalidad de los filmes proyectados en 35 y 16 mm forman parte de la retrospectiva consagrada este año al cine de la joven República Federal Alemana.
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Cada película es controlada y embobinada por Davide Dalet y sus colegas de la 'certificación de impresión'.
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La película es analizada para descubrir eventuales cortes o reparaciones mal hechas que podrían bloquear la proyección.
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Davide Dalet controla la calidad de las imágenes sobre la película.
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A diferencia de las producciones digitales, la cinta permite leer la historia de una película con los subtítulos impresos sobre las imágenes en la banda sonora, generalmente en azul en un lado de la banda.
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Davide Dalet comenzó a "trabajar" en el cine hace ocho años al lado de su padre, proyeccionista.
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Cortar y pegar: reparar las películas requiere mucha paciencia y precisión.
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En caso de problemas más importantes, los técnicos pueden visionar una película en esta mesa de montaje sin necesidad de emplear un proyector.
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En Locarno, las cintas de 16 y 35 mm son proyectadas más frecuentemente en la sala del antiguo Rex, reservado tradicionalmente para las retrospectivas.
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Originario de Camerún, Pierre Ebollo arregla los dos proyectores del antiguo Rex, los cuales funcionan alternativamente.
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Físicamente, una película no es sino una larga serie de imágenes proyectadas en una sucesión tan rápida -habitualmente 24 por segundo- que el ojo humano tiene la ilusión de que hay movimiento.
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Desde una pequeña ventana, Pierre Ebollo verifica que todo esté en orden. Al final de una bobina, un pequeño punto aparece en lo alto de la pantalla para señalar al proyeccionista que es tiempo de activar el segundo proyector con la parte siguiente del filme.
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La sala del antiguo Rex está lista para acoger al público del Festival de Cine de Locarno que podrá disfrutar por última vez de esas butacas históricas. Inaugurado en 1966, el cine será próximamente reestructurado para convertirse en el Gran Rex.
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Gracias a la precisión y a la paciencia de los artesanos de la película, el público del Festival de Cine de Locarno puede sentir aún la magia de las creaciones en 16 y 35 mm. swissinfo.ch los acompañó durante los preparativos para la sexagésima novena edición.
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