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¡De vuelta a la Edad Media en el Valais!

Representación callejera de un grupo de teatro de Leuk. swissinfo.ch

En pleno corazón valesano, entre viñedos, sol y algarabía, cada cuatro años se dan cita cientos de enamorados de la vida medieval. El burgo de la ciudad suiza de Saillon es el marco del festejo.

Saltimbanquis, caballeros con armadura y gente mostrando los oficios de la época reviven momentos cuyos únicos testigos aún en pie son los muros centenarios de Saillon.

En el cantón suizo del Valais el otoño empieza a tomar forma, los racimos de la vid lucen lozanos alrededor de la pequeña colina de Saillon, en el valle al pie de los Alpes valesanos y enmarcado por el azul del cauce del Ródano.

Los rayos del sol van calentando la mañana. Con nuestro paso ascendente al burgo medieval comienza ese viaje al pasado: dos herreros delante de su fragua caldean trozos de metal para forjarlos, un panadero saca los primeros bollos de su horno de leña, una mujer calienta en una fogata la cera para bañar pabilos e ir dando formas a sus candelas.

Los olores también se avivan al calor de las llamas… un ambiente de autenticidad se respira al caminar en las calles adoquinadas. Es la propia gente de Saillon y de sus alrededores que despierta el espíritu de sus ancestros, tradiciones, creencias, cantos y expresiones artísticas.

En una olla de cobre se cuece una hierba. Son ramas de ortiga para teñir un telar.

«Demostramos cómo se teñían los tejidos a partir de plantas usando la fibra de ortiga o las cáscaras de cebolla, por ejemplo para obtener diversos colores para la ropa», explica la hiladora Anne Michelaud, al frente de su telar.

«Este antiguo telar fue recuperado de un valle valesano de la región de Evolène. Fue reconstruido y ahora lo presentamos. Es un telar muy rudimentario, así que sólo podremos trabajar el algodón y la lana en él».

Una época «fascinante»

¿Por qué participa esa joven en esta manifestación cultural? «Soy una apasionada de la Edad Media en su conjunto. Hice estudios de Literatura Medieval, por lo que para mí es una forma de participar en la reconstrucción de una época que me parece fascinante».

La ciudad valesana de poco más de mil quinientos habitantes se sabe encantadora con los restos de un castillo y sus murallas del siglo XIII. «El burgo medieval de Saillon se considera como uno de los mejor conservados en Suiza; toda la vida de la ciudad está en la colina, dando un marco magnifico», dice al respecto nuestra interlocutora.

El telar en el que trabaja Anne es propiedad de La Bayardine, la sociedad organizadora de las Fiestas Medievales en Saillon desde 1987 y el motor de toda esta manifestación.

Su presidente, Stéphane Roduit, destaca el valor de las decenas de personas que de forma benévola hacen posible la reconstrucción del ambiente medieval en su Saillon natal, aunque subraya que en la sexta edición del festejo el acento fue puesto en la calidad artística y la autenticidad histórica.

La gente viene a soñar

«La Fiesta medieval de este año en Saillon se ha consagrado, como cada cuatro años, a un tema central, esta vez: ‘Juegos y Misterios’. En torno a este tema la gente viene a soñar, a presentarse, a mostrar espectáculos de creación artística tales como el ballet aéreo en El despertar de las gárgolas y la obra teatral del Gran Misterio -representaciones bíblicas frecuentes en el medioevo-que en cuatro puestas en escena recorren desde la juventud de Cristo hasta la resurrección».

Al menos unos 20.000 visitantes acudieron a la sexta edición del festejo de cinco días en Saillon para vivir de cerca la reproducción medieval. «En las calles se han presentado 50 artesanos llegados de Europa entera y 600 artistas», resume satisfecho Roduit.

Al fondo se escuchan los tamborileros que acompañan a los lanzadores italianos de banderas en una de las continuas presentaciones del festejo y entre las callecitas del burgo, los artesanos siguen atrayendo a los curiosos. Los carpinteros tallando la madera y un tornero produce un sonido tenue al tallar un pedazo de madera.

«Hago peones para un juego de ajedrez. Ahora estoy haciendo la reina, ya que el tema de este año es el juego», explica el valesano Jean-Michel Mayoraz, trabajando en un torno de ballestas que su taller ha reproducido con base en grabados medievales del instrumento. Es su segunda vez en Saillon.

Sopa de verdura y carne cocida

Los cantos nos hacen doblar la mirada. Es un carnaval medieval representado por el grupo teatral de la también ancestral ciudad de Leuk. Seguimos como muchos otros con una sonrisa su camino. Paran para brindar y sentarse a la mesa. Al fuego se cuece sopa de verdura y carne cocida con hierbas.

«Hacemos un pequeño desfile de carnaval con la bruja mala, las vírgenes que son capturadas por los chicos y por el rey, además está el bufón y aquí representamos una finca».

¿Por qué participan en este festejo? «Por la alegría de vivir el medioevo, una bella época, tal vez se trata de sueños aún abiertos», responde Gabriela Dirren, quien se encargó de cocinar para los comenzales.

Les Muvrani de Leytron, un grupo de 20 cruzados atraen con sus cantos. Entonan un extracto de la Misa del Hombre Armado y forman parte de las 180 voces que bajo la batuta de Yves Bugnon prepararon extractos de la obra de Guillaume Dufay.

Encuentro de expertos

La música nos mantiene en el sueño medieval. Alain Perradin toca un nyckelharpas construido por las propias manos de este ebanista también especializado en instrumentos musicales medievales como la viola o el salterio, «pero que sean tocables por los músicos actuales».

Nativo de Saillon explica que esta festividad «es la ocasión de encontrarme con muchos profesionales de la Edad Media. Es el reencuentro de amigos que conozco desde hace más de diez años, músicos profesionales o del sector artesanal. Es una oportunidad de perfeccionarse».

En otra plaza nos invade con su danza un grupo inspirado en las tradiciones celtas. Dominique Savioz, una de las encargadas de la coreografía opina sobre este encuentro de apasionados del medioevo:

«Es un viaje fuera de tiempo. Es realmente un momento aparte donde vivimos en otro mundo y donde podemos vivir nuestra música y nuestra danza a fondo. En el mundo donde vivimos todo pasa muy rápido y, en cambio, esta danza nos revincula a la tierra, a nuestras raíces. Durante estos momentos todo se vuelve más sencillo, todo se detiene…».

swissinfo, Patricia Islas Züttel

Las Fiestas Medievales de Saillon iniciaron en 1987.

Se han organizado hasta ahora seis ediciones cada cuatro años.

La festividad más reciente tuvo lugar del 5 al 9 de septiembre de 2007 con la asistencia de alrededor de 20.000 personas.

El tema de la manifestación fue ‘Juegos y Misterios’.

En la Edad Media, el misterio se mostraba a través de piezas teatrales muy populares que duraban cuatro días y en las que participaban unas 35.000 personas, entretejidas con sainetes y actos de carácter deportivo.

Malabarismo, justas caballerescas, cetrería y canto rodearon también las presentaciones.

Las calles del burgo medieval se convierten en escenarios permanentes durante la celebración, que también fueron revividas en Saillon.

500 artistas internacionales se reunieron en la sexta edición del festejo, entre ellos el trovador Luc Arbogast.

200 coristas bajo la dirección de Yves Bugnon entonaron adaptaciones del compositor Guillaume Dufay (siglo XV), conónigo de la Corte de Saboya.

Para garantizar la estética medieval de la manifestación, los organizadores piden la asesoría de especialistas en el medioevo para la decoración del burgo.

Gracias a la participación de unos 500 voluntarios, las festividades son cubiertas con un presupuesto de 500.000 francos (donativos incluidos).

El grupo medieval de Saillon La Bayardine, es la sociedad organizadora de las Fiestas Medievales. Su objetivo es evocar y celebrar la vida de esa época.

Esta agrupación tiene más de cien miembros que de forma benévola participan en actividades da danza, canto, música y en sus festejos se convierten en mendigos, bohemios, juglares, comediantes, nobles, etc.

Esta comuna se encuentra en el cantón del Valais, Suiza. A principios del milenio pasado, en plena época feudal, inició su desarrollo con una fortificación que corona la colina de Saillon.

Desde allí se aprecian al este los castillos de Valère y Tourbillon, también encalvados en dos colinas y donde vivió el príncipe-obispo de Sion. Al oeste se encuentra Martigny.

La situación privilegiada de Saillon despertó codicias y, a principios del siglo XIII, el castillo perteneció a los Saboya, que querían conquistar la parte baja del Valais, en manos del Obispado de Sion.

Entre los años 1260 y 1262 se construyó un torreón, que hoy día se mantiene y es el símbolo de la ciudad. El castillo fue destruido por un incendio.

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