El teatro suizo celebra a Philip Glass y a la física
El Gran Teatro de Ginebra (Grand Théâtre de Genève) inicia su temporada 2019-2020 con una nueva y audaz versión de Einstein en la playa, de Philip Glass y Robert Wilson, una ópera que ha sido un desafío para los directores teatrales durante más de 40 años.
Un reto que, no obstante, no amedrenta en absoluto a la Compagnia Finzi PascaEnlace externo, originaria de Lugano, en la Suiza de habla italiana. Con tres ceremonias olímpicas y docenas de montajes teatrales en su haber, esta compañía ofrecerá este año un regalo visual y musical a quienes se dispongan a sumergirse en un espectáculo de cuatro horas de hipnótico éxtasis.
Einstein en la playa (Einstein on the Beach, originalmente) carece de trama y su narrativa está construida con base en asociaciones sueltas que tienen relación con la física nuclear, las matemáticas, la música y lo que el espectador pueda sentir. El propio Robert Wilson, dramaturgo y director de teatro estadounidense, ha dicho sobre su pieza que “no hay nada por entender; uno va simplemente a perderse ahí”.
swissinfo.ch siguió de cerca los ensayos de esta puesta en escena durante todo un día y una noche, una semana antes del debut, que tuvo lugar el 11 de septiembre. Los ensayos se extendieron mucho más allá del horario de cierre del Gran Teatro de GinebraEnlace externo, que es, por cierto, el escenario más grande que existe en Suiza. El director Daniele Finzi PascaEnlace externo trabajó con ahínco en la tarea de conseguir una sintonía perfecta entre actores, intérpretes, orquesta, solistas, coro y equipo técnico.
Durante el ensayo, mientras el personal técnico prepara los accesorios y la decoración del escenario, Finzi Pasca se toma un descanso para explicarnos que la principal fuerza de Einstein radica en una composición de imágenes que provoca lo mismo reflexión que reacción activa en el espectador. Añade que esta versión de la ópera expresa el proceso creativo que vivió junto con los principales colaboradores del montaje.
«Cuando comenzamos, siempre tenemos un momento de lluvia de ideas en el que se buscan los temas que queremos tocar y se asocian conceptos para construir las imágenes», dice.
Tras mirar la única grabación que existe del montaje original de Robert Wilson, uno se queda con la impresión de que Finzi Pasca creó algo totalmente diferente.
Pero Pesca difiere de esa afirmación. “La integridad que poseen el texto y el concepto básico de la obra están ahí, aunque cada director intenta descubrir otros puntos de vista y elementos escondidos y trata de darles vida”.
Corazón de Glass
A pesar de que esta obra fue creada por Robert Wilson, es la partitura de Philip Glass la que siempre es mencionada como fuente de inspiración de directores y actores.
El director Titus Engel afirma que se trata de una partitura que ofrece una gran libertad a los músicos, que les permite establecer un ritmo que refleja su arte y las necesidades de los artistas que están en la escena. Una libertad que, por cierto, se hace extensiva a la audiencia, que puede entrar y salir de la sala cuando lo desea.
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Ensayos
Einstein en la playa fue fundamental para el compositor. Antes de esta obra, tenía que trabajar como taxista y fontanero para llegar a fin de mes sin verse obligado a corromper la libertad y autonomía de su arte.
De hecho, Einstein en la playa y las dos obras posteriores que componen la trilogía de ópera de Glass (Satyagraha, basada en la vida del Mahatma Gandhi, y Akenatón, dedicada al faraón egipcio que introdujo el monoteísmo), fueron vistas por solo un puñado de privilegiados. La fama de Glass alcanzó una masa crítica mayor exclusivamente después de que el cine retomara y magnificara los acordes característicos de Glass.
Y fue solo después de componer las bandas sonoras de las óperas visuales Koyaanisqatsi (1982) y Powaqqatsi (1988), ambas de Godfrey Reggio, que la música de Philip Glass abandonó al grupo vanguardista de la llamada escena minimalista (un término que Glass detesta) neoyorquino para llegar a audiencias más nutridas.
Fue en esta etapa que Finzi Pasca descubrió la música de Glass “y desde entonces he seguido todo su trabajo”, afirma.
Una influencia que se hizo patente en los montajes previos que Finzi Pasca realizó con el grupo teatral Sunil, fundado en Lugano en 1983. Desde sus primeros pasos, Sunil estableció preceptos que ahora se reproducen en la Compagnia Finzi: una mezcla de teatro, danza, acrobacias y actos circenses, que integran también música y luces para crear narrativas semejantes a los pasajes oníricos.
La compañía de Lugano es conocida también como el Cirque du Soleil Enlace externosuizo”. Una comparación que no carece de fundamento: Pasca ha creado dos espectáculos para el renombrado grupo teatral canadiense.
Un ensamble multinacional
Aunque la compañía tiene profundas raíces en Lugano, también posee una identidad muy internacional. La actual puesta en escena de Einstein en la playa tiene un elenco conformado por más de 60 artistas (incluidos los músicos y miembros del coro) de 18 países distintos y también sorprende al espectador con la presencia de un caballo.
Si bien el libreto de Christopher Knowles está escrito en inglés, el trabajo entre bastidores es una auténtica torre de Babel en donde se mezclan artistas que hablan francés, italiano, español y portugués.
En la escena, no obstante, el lenguaje de Einstein en la playa se unifica y es puramente estético. Esta nueva versión confirma algo que expresó el crítico Tim Page en 1992: “con su propio ejemplo radical, Einstein fue quien preparó el camino -y dio permiso- para gran parte de lo que ha sucedido en el teatro musical (con respecto a esta obra) desde el principio”.
Y es que, tras 43 años de romper todas las reglas existentes en la ópera para inventar su propio contexto y lenguaje, Einstein en la playa aún tiene la capacidad de dejar perpleja a una audiencia que, hay que decirlo, está acostumbrada a que cada montaje reinvente lo antes hecho.
Entre radicalidad y relatividad
La ópera moderna internacional inició una nueva era con Einstein en la playa. Con una duración de más de 280 minutos, sin interrupciones, esta obra se presentó por primera vez en Aviñón (Francia) en 1976.
Desde entonces, ha tenido muy pocas representaciones: 1984, 1992 y 2012. Una versión de esta pieza, presentada en París (2014), fue transmitida en vivo por la televisión francesa y dio pie a la primera filmación que existe de esta obra.
Hay también otros tres intentos de puesta en escena libre.
En 1989, el director operístico alemán Achim Freyer hizo su propia versión, que presentó en la Ópera Estatal de Stuttgart. Pero fue un fracaso («muy abstracta», según los críticos”).
En 2001, este trabajo se relanzó, pero esta vez como un “montaje de ópera” en Berlín, es decir, combinando la ópera con el arte de la instalación, en el que el artista utiliza paredes, pisos, luces y objetos para recrear ideas e invita al espectador a moverse alrededor de los mismos y a interactuar con las piezas. En este montaje, el público paseaba por el escenario y podría entrar y salir del teatro a voluntad. No hubo eco particular de los expertos.
Y en 2017, otro director alemán, Kay Voges, presentó su propia versión (la primera sin la participación de Glass o de Wilson) en la Ópera de Dortmund, una versión que logró múltiples elogios por parte de la crítica.
Traducido del inglés por Andrea Ornelas
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