¿El último artífice de cencerros?
De joven, Preisig advirtió que el arte y la técnica tradicional de cencerros se estaba extinguiendo en los Alpes, así que decidió actuar. Le fascina el hecho de que con materias primas simples se pueda crear un instrumento con tan ricos tonos.
Pasó muchos años en diversos trabajos, desde en la industria del automóvil hasta en la ingeniería mecánica, antes de convertirse en un herrero autodidacta. El aprendizaje le llevó casi 20 de sus 45años, y desde hace cuatro dedica todo su tiempo a su pasión.
Antes de que apareciera Preisig, los cencerros tradicionales, conocidos como Senntumschellen en dialecto alemán, procedían de la región austriaca del Tirol, con lo que contribuye a mantener vivo un antiguo oficio.
Los Senntumschellen son un conjunto de tres enormes cencerros hechos a mano y que poseen armonías específicas. Solo las tres vacas principales tienen derecho a usarlos durante el pastoreo anual de ganado en las montañas de la pequeña región oriental suiza de Appenzell.
Para hacer un cencerro, Preisig corta una placa de acero que luego introduce al horno hasta que está al rojo vivo para después moldearla con un martillo. Repite ese proceso unas 20 veces. La placa de acero original se convierte gradualmente en media campana.
El secreto de la creación de estos instrumentos está en el sonido, que se logra mediante capas de latón o bronce, sintetizadas en una capa de acero y forjadas a temperaturas de entre 1 500 y 1 600°C.
La campana es recubierta de arcilla. Se colocan casquillos de latón, cobre y zinc entre el cencerro y el manto de arcilla. Cuanto más grueso es el metal, más alto es el tono. La aleación de acero también juega un papel importante y asegura que el metal se procese de manera uniforme. El resto es confidencial. No hay dos cencerros que se vean o suenen igual.
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Trabajando en armonía
Importancia cultural
Los cencerros originalmente ayudaron a los propietarios a localizar las vacas perdidas o a determinar qué vaca pertenecía a qué granjero, con base en su sonido. La tecnología moderna podría haber hecho obsoletos los cencerros, pero como dice Preisig, la tecnología «no puede reemplazar la cultura que hay detrás».
Cada tres años se celebra un festival de cencerros suizos que pone de relieve la importancia de la tradición.
La página web de Preisig dice que su objetivo es preservar y transmitir el oficio en su forma original. Él cree que ha tenido éxito, pero admite que alguien que vive de esa labor no se hace rico.
Preisig duda que alguno de sus tres hijos esté interesado en seguir sus pasos, pero tiene la esperanza de que haya alguien a quien pueda transmitir sus habilidades para continuar la tradición.
Traducido del inglés por Marcela Águila Rubín
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