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El clamor de la paz lleva los colores del arco iris

En Berna, los pacifistas hicieron flamear la bandera de la paz. Keystone Archive

La bandera de la paz nació en Italia y ya está conquistando el mundo, incluyendo Suiza.

Flameó con orgullo durante las manifestaciones contra la guerra que tuvieron lugar en Berna y en otras ciudades helvéticas.

«Estamos trabajando duro, el teléfono suena sin parar y la gente va y viene continuamente», cuenta la voluntaria que responde a las llamadas en la sede zuriquesa de la Agrupación Por una Suiza sin Ejército» (GSoA).

¿Cuál es el motivo de tanto ajetreo? El aumento de los pedidos de banderas de la paz, el estandarte con los colores de arco iris que lleva escrito en letras blancas ‘pace’ (paz). Jirón que los pacifistas colgaron en los balcones y ventanas de sus casas para protestar contra la guerra.

Adosada en los balcones

«La bandera de la paz fue llevada a Bagdad, se entregó una a Kofi Annan, y nos pidieron mil desde Nueva York», explica a swissinfo Mariagrazia Bonollo, encargada de prensa de la campaña italiana Paz en todos los balcones.

Las personas que la han adosado han sido, sobre todo, aquellas que no tienen otro medio de expresarse, de manifestarse contra la guerra.. El estandarte nació del modo más simple, cuando un grupo de amigos tomó la iniciativa, convencidos de que la paz debía encontrar una forma de hacerse ver.

En Italia ondean ahora más de 2 millones de banderas. Imposible no verlas. Ni para los turistas pasan desapercibidas.

«Después, la iniciativa surgió en Alemania, donde se lanzó un sitio Internet paralelo al nuestro», explica Mariagrazia Bonollo. En homenaje al origen italiano de la bandera, se decidió conservar la palabra ‘pace’. Pero también hay algunas escritas en inglés ‘peace'».

Del Tesino al norte de los Alpes

En el cantón suizo de expresión italiana, la bandera de la paz surgió como un fenómeno de contagio de vecindad. «En el Tesino debe haber unas 15 mil banderas», afirma Tobias Schnebli de la Agrupación Por una Suiza sin Ejército. «Las llevamos a la manifestación contra la guerra en Berna, y como gustaron, las estamos distribuyendo ahora en todo el país».

¿Cómo se explica este éxito? Los deseos de la gente de manifestar su propio rechazo a la guerra, y también la fuerza del arco iris, símbolo que tiene sus raíces en la historia bíblica del diluvio universal. Significa la paz entre el cielo y la tierra.

«En Ginebra se ensayó invitar a la gente a colgar desde los balcones un pañuelo blanco, pero la idea no cundió», recuerda Schnebli. «Probablemente el blanco era un mensaje menos fuerte, que se sobreponía a la imagen de alguien que se rinde», agrega.

Un movimiento que crece

En su último pedido, Tobias Schnebli hizo llegar a través del túnel del Gotardo unas 20 mil banderas. «Las traemos de Italia porque hay fábricas con gran experiencia en este rubro. No me desagradaría encontrar un productor de banderas de la paz en Suiza, así me evitaría tener que pasar por la aduana», dice.

Por el momento, en las regiones de expresión alemana y francesa, la gente prefiere salir a manifestar con las banderas, que ponerlas en los balcones. Pero es una cuestión de tiempo, «mientras más se prolongue la guerra, más banderas de protesta se verán en las ventanas y balcones», asegura Tobias Schnebli.

El comercio de la guerra y la paz

Pero los colores del arco iris no son del agrado de todo el mundo. En Italia surgieron varias polémicas en torno a la bandera de la paz expuesta en las escuelas y municipios. Hay quiénes piensan que en los edificios públicos deberían flamear sólo las banderas institucionales.

En Suiza, el Consejo Comunal de Mendrisio decidió exponer la bandera de la paz, lo que provocó de inmediato algunas protestas de ciertos vecinos. Un periódico del Tesino denunció el negocio y la instrumentalización económica que se hacía a costa de la paz.

Para la Agrupación por una Suiza sin Ejército, nadie está haciendo negocio ni sacando provecho económico. «Las banderas se venden a 10 francos suizos y el costo es de 7 francos, el resto sirve para cubrir los gastos de transporte», se justifica Tobias Schnebli.

«La acusación de negocio no nos preocupa. Si pensamos en el negocio de la guerra, no hay comparación que valga», subraya Mariagrazia Bonollo. Admite, sin embargo, que al margen de las organizaciones pacifistas, hay comerciantes que se aprovechan.

El negocio ‘guerra y paz’ por ahora no parece interesar mucho al comercio helvético, al menos las grandes tiendas. Una encuesta de un periódico de Berna reveló que la mayoría de los supermercados de la capital estimaba que era de mal gusto hacer negocio con la guerra.

swissinfo, Doris Lucini
(Traducción: Alberto Dufey)

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