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El Kunstmuseum de Berna restituye dos Otto Dix a sus presuntos propietarios

La obras «Dompteuse» y «Dame in der Loge» de Otto Dix
'Dompteuse' (izquierda) y 'Dame in der Loge' de Otto Dix Keystone / Mick Vincenz

El Kunstmuseum (Museo de Arte) de Berna ha devuelto voluntariamente dos cuadros de Otto Dix a los herederos de sus presuntos propietarios ante la sospecha de que hubieran sido objeto del saqueo nazi. 

Durante años un equipo de investigadores del Kunstmuseum de Berna ha trabajado intensamente para investigar los orígenes de los tesoros de Cornelius Gurlitt. El coleccionista de arte, heredó las obras que su padre (también coleccionista) había comprado en la Europa ocupada para el Führermuseum que Adolf Hitler quiso erigir en Linz (Austria).

De unas 1 600 obras que estaban escondidas en la casa de Gurlitt, 14 han sido identificadas como saqueadas por los nazis o vendidas bajo coacción por coleccionistas judíos, y restituidas a sus legítimos propietarios.

Pero hay cientos de obras más cuya procedencia no ha podido ser aclarada. En muchos casos es posible que nunca se pueda reconstruir con total certeza el camino que siguieron las obras antes de llegar a manos de Gurlitt.

Es el caso de dos acuarelas de Otto Dix: Dompteuse y Dame in der Loge. Sin embargo, el museo anunció recientemente que transferiría la propiedad de estas obras a los descendientes de Ismar Littmann y Paul Schaefer, los dos últimos propietarios de las obras. En opinión del periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, la actitud del museo es ejemplar.

«¿Quién habría pensado que el confuso legado de Gurlitt podría convertirse en un modelo de cómo tratar responsablemente el arte saqueado por los nazis?», reflexionaba el diarioEnlace externo.

Incluso después de años de investigación -ahora publicada en líneaEnlace externo en un informe de 205 páginas- no está claro cuáles fueron exactamente las circunstancias y el momento del traspaso de las acuarelas, ni a quién pertenecían cuando fueron confiscadas en una subasta en 1935. El museo señaló que ha tomado la decisión teniendo en cuenta «la hipótesis más probable».

Retrato de Hildebrand Gurlit.
Hildebrand Gurlitt. Keystone

«No tenemos pruebas sólidas, sino una serie de pistas que indican circunstancias llamativas», comenta Nina Zimmer, directora del Kunstmuseum de Berna. «Hemos investigado la procedencia con mucho cuidado, pero no hemos podido llegar más lejos. Ante esta situación tenemos que tomar una decisión: ¿queremos conservar esta obra de arte o no? Pensamos que lo mejor sería encontrar una solución».

Thomas Buomberger, historiador y experto en arte saqueado por los nazis, afirmó que el museo «ha establecido nuevos puntos de referencia. Esta última decisión es importantísima. Supone un cambio en la carga de la prueba».

Persecución nazi

Los investigadores no saben con exactitud cuándo vendió Ismar Littmann su gran colección de cuadros, que llegaron a ser casi 6 000 obras, entre ellas Dompteuse y Dame in der Loge.

Littmann era un abogado judío y mecenas de arte en Breslavia (actualmente Wroclaw, en Polonia), pero sufrió pérdidas financieras durante la depresión económica mundial que siguió al crac del 29 de Wall Street.

Tras la llegada al poder de los nazis en enero de 1933, fue rápidamente víctima de su política racial. En abril de ese año se prohibió el ejercicio profesional a todos los abogados judíos de Alemania, lo que privó a Littmann de su sustento. En 1933 intentó suicidarse, un acto de «completa desesperación», según su hijo. Murió en 1934.

Los investigadores creen que Littmann transfirió la propiedad de un gran número de obras -incluidas las dos acuarelas de Dix- a un amigo, el dentista Paul Schaefer, en algún momento entre la primavera de 1932 y el otoño de 1933. No se sabe si esta transacción fue una venta regular, o si las obras constituían una garantía de las deudas de Littmann.

Foto retrato de Ismar Littmann.
Ismar Littmann

Schaefer envió las obras a una subasta en Berlín en febrero de 1935. Pero, antes de que tuviera lugar la subasta, fueron confiscadas por la policía y posteriormente pasaron a formar parte de un conjunto de obras de arte que los nazis condenaron como «degeneradas» y que habían confiscado de diferentes museos de todo el país. Hildebrand Gurlitt, uno de los cuatro marchantes autorizados a vender arte «degenerado» en nombre del régimen nazi, adquirió las dos obras de Dix.

Ante estas lagunas de la historia, los investigadores no pudieron demostrar de forma concluyente quién sería exactamente la persona perjudicada en la confiscación policial. Si en el momento de la incautación, las obras seguían perteneciendo a Littmann, su familia sería la víctima. Pero si Littmann hubiera vendido su colección, entonces la víctima sería Schaefer.

Otro punto incierto fue el momento de la venta. Si Littmann vendió los cuadros antes de que Hitler tomara el poder, la venta no contaría como una pérdida por persecución nazi. Pero si los vendió después de enero de 1933, sería una pérdida consecuencia de la persecución nazi, lo que significaría que tanto Littmann como Schaefer serían víctimas del saqueo.

El Kunstmuseum de Berna ha llegado a un acuerdo que establece que los herederos de Littmann y Schaefer compartan Dompteuse y Dame in der Loge.

Una herencia comprometida

En mayo de 2014,  el personal del Kunstmuseum descubrió con sorpresa que el discreto Cornelius Gurlitt había legado al museo todo su patrimonio -incluido el arte heredado de su padre. Deliberó durante seis meses antes de aceptar finalmente esa comprometida herencia.

«Este magnífico legado conlleva una considerable carga de responsabilidad y un cúmulo de cuestiones del tipo más difícil y delicado», concluyeron entonces los responsables.

Nina Zimmer (izquierda) con un Cézanne saqueado
La directora del Kunstmuseum de Berna, Nina Zimmer (a la izquierda), con Philippe Cézanne, representante de la familia Cézanne, ante un cuadro saqueado de ese pintor. Keystone / Lukas Lehmann

Desde entonces, el museo ha sido pionero y catalizador de este tipo de actuaciones a escala nacional. Fue el primer museo suizo que creó un departamento dedicado a la investigación de la procedencia. Su aceptación del legado de Gurlitt también alentó al Gobierno a abrir una vía de financiación para la investigación de procedencia en los museos.

En los últimos meses el debate suizo sobre el arte saqueado por los nazis ha cobrado un nuevo impulso. El Museo de Arte de Zúrich, que inauguró una nueva ampliacióm en octubre, se enfrentó a una lluvia de críticas por la exhibición de arte de la colección de Emil Bührle, un industrial que vendió armas a la Alemania de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial y compró arte saqueado por los nazis.

La indignación ha hecho que se solicite la creación de un grupo de expertos independiente que juzgue las complejas reclamaciones de arte saqueado por los nazis en los museos suizos. Un diputado federal ha presentado una moción que insta a la creación de dicho grupo de expertos y ha obtenido el apoyo de legisladores de seis partidos políticos.

Zimmer afirma que el Kunstmuseum de Berna lleva muchos años abogando por un grupo nacional de expertos. Pero hasta que exista, la responsabilidad de este tipo de decisiones sobre el legado de Gurlitt recae en el museo, que está «decidido a manejarlo correctamente», afirma.

«La decisión de aceptar el legado de Gurlitt estuvo motivada principalmente por el deseo de encontrar una forma cuidadosa y responsable de tratar esta difícil situación», añade Marcel Brülhart, miembro del patronato del Museo de Berna. «Los años de profundo debate en torno al legado han permitido al Kunstmuseum de Berna adoptar una postura clara al respecto. Todos hemos aprendido mucho en el proceso».

Más trabajo por delante

Berna aún tiene trabajo por delante, comenta Zimmer. En el caso de otras 1 091 obras de la colección, existen lagunas en cuanto a la propiedad, pero no hay indicios de que hayan sido saqueadas. En el caso de otras 29 obras, entre las que se encuentran piezas de Pierre Auguste Renoir, Georg Grosz y Max Liebermann, existen indicios de que puedan haber sido saqueadas. El museo también está tramitando una reclamación de los herederos de Fritz Salo Glaser por 13 cuadros del legado de Gurlitt.

Nada de esto se ve facilitado por el hecho de que Hildebrand Gurlitt compró principalmente obras sobre papel en lugar de óleos, que suelen estar peor documentadas porque normalmente son menos valiosas. Otra complicación es que trabajó «de forma relativamente sistemática para borrar las huellas de la procedencia» de las obras de arte, asegura Zimmer.

En el reverso de Dame in der Loge, por ejemplo, hay un número escrito a lápiz que alguien -probablemente Hildebrand Gurlitt- había borrado, pero que sigue siendo casi perceptible. El número se corresponde con el inventario de Littmann, lo que permite identificar que en algún momento la obra le perteneció.

Toda esta investigación requiere una financiación considerable. El departamento de procedencia del museo cuenta con financiación a medio plazo, comenta Zimmer. Pero «necesitamos más apoyo para financiarlo a largo plazo», añade.

El Kunstmuseum de Berna planea una exposición para mostrar su investigación sobre la colección Gurlitt y los retos a los que se ha enfrentado. ‘Gurlitt: eine BilanzEnlace externo‘ será inaugurada el 16 de septiembre de 2022.

Traducido del inglés por Carla Wolff

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