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El mago colombiano del teatro suizo

Omar Porras, fundador y director de la compañía 'Malandro', en su domicilio ginebrino. Rodrigo Carrizo Couto

Omar Porras fundó y dirige la compañía 'Malandro', considerada una referencia mayor de la escena europea. Este martes estrenó en Ginebra 'Los enredos de Scapin', de Molière, antes de iniciar una gira por Francia y Japón.

Encuentro con un artista que muchos consideran en Suiza como «un digno heredero del universo de Maurice Béjart» y al que la prensa colombiana ha calificado como el «García Márquez del teatro».

A mediados de los años 80 es posible que un usuario cualquiera del metro de París haya disfrutado por un instante del arte de un hombre menudo y energético que montaba un modesto espectáculo en sus pasillos. Apresurado, ese viajero le habrá tirado una moneda en la gorra y seguido su camino sin más pensamientos para ese artista y sus fascinantes marionetas.

Veinte años más tarde, el mismo hombre salió al escenario del máximo templo teatral galo, la legendaria ‘Comédie Française’, para recibir las ovaciones de un público entregado. «Curiosamente, la sala estaba situada a varios metros por encima de donde yo actuaba entonces por monedas», explica con humor el director de teatro colombiano Omar Porras, considerado en Suiza, su país de adopción, como «un digno heredero del legado de Maurice Béjart». Sin transición, y mientras pide un plato de pasta, Porras rememora su triunfo en la ‘Comédie Française’, con el montaje de ‘Peribáñez y el Comendador de Ocaña’, de Lope de Vega:

«No olvidemos que Lope fue maestro e inspirador de Molière. Fue la gran fuerza detrás del teatro clásico francés y el autor, en 1540, de la primera obra con un campesino, un hombre vulgar, como protagonista absoluto de una pieza». Un universo teatral que el colombiano conoce con detalle y que vuelve a visitar ahora con ‘Los enredos de Scapin’, del genio francés, pero y estará en cartel hasta el 10 de mayo.

«Tenía ganas de hacer un montaje de Molière desde hace tiempo», explica el creador de Bogotá, «porque me interesan sus personajes llenos de color y la relación especial que se instaura con el público, pero también por sus fuertes lazos con la tradición teatral italiana». En ‘Los enredos de Scapin’, «el discurso político y social es profundo y universal», intereses que siempre están presentes en su trabajo; desde las puestas en escena de Bertolt Brecht hasta Friedrich Dürrenmatt.

Autodidacta con premios internacionales

Omar Porras fue galardonado en 2008 con la Orden del Mérito del Gobierno de Colombia. Nada mal para un autodidacta formado en cursos no académicos en París o Italia, al lado del mítico Grotowski. Este hijo de emigrantes comenzó su carrera en las calles de Bogotá. «Mis padres eran campesinos de origen muy humilde y bajaron a la capital por un sueño: que yo pudiera, al menos, terminar la primaria. Para ellos, el estudio era la única herencia que podrían dejarme».

Así se explica quien es hoy para la prensa colombiana «el García Márquez del teatro». Un teatro especial, «que conjuga elementos occidentales y tradiciones asiáticas derivadas del Nôh, el Katakali o las danzas balinesas», en el que las máscaras y marionetas llenas de magia creadas por su hermano Freddy cumplen un papel esencial.

Su puesta en escena en 2007 de la ‘Flauta Mágica’ (Mozart) en la Ópera de Ginebra fue calificada en las páginas de la prensa internacional como «una revolución a orillas del Lago Leman». Pero antes de cosechar éxitos, Porras vivió durante años como inmigrante ilegal. «Yo me formé como artista en la calle y viví la existencia de un clandestino. Era un ‘clown’ callejero que ganaba gracias a las propinas de los paseantes lo suficiente para poder comer y dormir con dignidad en una modesta pensión parisina».

La calle, dice, «te enseña la urgencia y la espontaneidad. En una sala se tolera un cierto grado de mediocridad. Pero en la calle no. La calle fue mi primera maestra. La curiosidad, la segunda». Un universo, «el de los saltimbanquis y el teatro callejero», que Porras encuentra cercano a la obra del gran Molière.

Un ‘vago y maleante’ …

El ex inmigrante ilegal dirige hoy en Ginebra la compañía de teatro Malandro, admirada en diversas geografías. «Es cierto», explica con modestia el hombre que la que fundó en 1990, «pues hoy somos conocidos en Suiza, Alemania, Holanda o Japón. Pero éste es el año en el que, finalmente, esperamos llegar con fuerza a España, y estoy muy contento, porque nos invitan a Burgos, Madrid y Cataluña». De hecho, la Península es la gran asignatura pendiente de este hombre ovacionado en medio planeta y al que se rifan las salas de Asia y Europa.

¿Qué significa ‘malandro’? Mientras pide un café, Porras explica entre risas: «El ‘malandra’ es el pícaro, el malandrín. Un listillo que no trabaja, se viste con elegancia y vive bien a costa de los otros. Sin duda, es una figura muy bien conocida en el imaginario latinoamericano». ¿Pero cual es la relación con su compañía? «Durante un tiempo me vieron como un vago y maleante en Francia o Suiza», recuerda con buen humor y sin resentimiento aparente este hombre que hasta hace poco no podía cruzar fronteras con su pasaporte colombiano.

…en la Comédie Française

¿Y cómo vive un «vago y maleante» el reconocimiento de la Comédie Française o de la Ópera de Ginebra? «Nunca pienso ‘lo logré’, porque en el teatro todo es tan efímero», responde antes de rememorar: «El día de la ovación en París, pensé sobre todo en el sacrificio de mis padres, de mis tíos, de todos esos indígenas campesinos». Y es que este artista que invita al periodista a su casa para hacerse las fotos, «para no pasar la vergüenza de posar ante los camareros del restaurante, que me conocen bien», reivindica sus raíces indias. «Me siento orgulloso de pertenecer a una raza que adoptó un idioma y un dios que no eran los suyos, y siglos después es capaz de llevar Lope de Vega a París». Y Molière a los escenarios de Suiza y Japón.

Sobre su más reciente montaje, dice: «Scapin representa la voz del esclavo y del truhán. Sabemos que sale de prisión, pero ignoramos el motivo. Dotado de una inteligencia natural, el personaje interesa e intriga». Omar Porras, el artista que llegó como clandestino a Francia a bordo de un barco, concluye: «Hay que creer en los sueños, porque el hombre está hecho de sueños. ¿Y qué mejor ejemplo tenemos los hispanohablantes que el Quijote?».

swissinfo, Rodrigo Carrizo Couto, Ginebra

Nacido en Colombia, comenzó sus experiencias teatrales en las calles de Bogotá antes de emigrar clandestinamente a Europa en 1984.

Tras pasar una temporada en París viviendo del teatro callejero de marionetas se instaló en Suiza donde en 1990 fundó la Compañía de Teatro Malandro.

Algunos hitos de su carrera son ‘Ubú Rey’, de Alfred Jarry (1991), ‘Peribáñez y el Comendador de Ocaña’, de Lope de Vega, en la Comédie Française (2006), o ‘La Visita de la Vieja Dama’, de Friedrich Dürrenmatt (1993 y 2004).

La compañía se ha presentado en Holanda, Japón, Suiza, Alemania, América Latina y Bélgica.

Omar Porras ha sido galardonado por el Gobierno de Colombia con la Orden Nacional del Mérito y la Medalla al Mérito Cultural.

En Europa ha obtenido reconocimientos como el Premio de Espectáculos Independientes de Suiza y dos nominaciones a los Premios Molière en Francia.

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