El negocio de los cabarets no es el ‘striptease’
“Los cabarets ganan dinero con el alcohol que las bailarinas tienen que consumir con los clientes”, indica Doro Winkler del FIZ, centro de apoyo a las trabajadoras del sector sexual.
Un problema que no resuelve el nuevo contrato laboral para las bailarinas.
No hay clientes esa noche para Mariana. Esta dominicana no pasa de los 25 años de edad, como muchas de sus compañeras que llegan a Suiza como bailarinas de cabaret.
«Cada mes estoy en otra parte, el mes pasado estuve en la Suiza alemana», explica.
“Normalmente comparto habitación con otras dos dominicanas, pero esta vez soy la única” de ese país en el cabaret. Sus compañeras de oficio son dos chicas africanas y otras dos de Europa del Este.
Este mes le tocó trabajar en la ciudad de Neuchatel, en la zona de habla francesa de Suiza. Hace 3 meses que llegó, de Santiago, la segunda ciudad en importancia de la isla caribeña.
“No extraño mi país», dice con reserva, antes de que el encargado le pida en voz baja que se retire.
Una vieja balada de Julio Iglesias se escucha en el momento en que un cliente llega a sentarse a la barra. Una de las chicas de Costa de Marfil se acerca a él. Lo acaricia y lo abraza. Ella pide champaña; él, un brandy con cola.
Comisión por consumo de alcohol
«Lo que yo he visto en los 30 años en el medio», nos dice el encargado. «Es triste ver a estas chicas tan jóvenes aquí… las he visto sufrir, no cabe duda que para estar aquí hay que tener mucho estómago».
E hígado… pues el alcohol de cada noche causa serios estragos a estas jóvenes, quienes reciben una comisión de 3% en el caso de haber superado al mes la barrera de los 10.000 francos en el consumo de alcohol con sus clientes.
Un acuerdo “ilegal, fuera del contrato”, explica Marianne Schweizer de Aspasie, la asociación de defensa de las trabajadoras del sector sexual, con sede en Ginebra.
“Si una chica bebe por 9.500 francos estará enferma y no recibirá nada”, comenta, al advertir que el alcoholismo es un problema cotidiano al que se enfrentan las bailarinas, que en ese cantón suizo son más de 80.
“Un médico acaba de enviarnos un fax en busca de ayuda para solucionar el caso de una bailarina de 21 años que está hospitalizada por un coma etílico, tras haber consumido varios litros de champaña. Esto sucedió en el cantón del Jura, pero casos así ocurren en todos los cantones”, explica Joanna Piòro, también asistente social en Aspasie.
Nuevo contrato, misma realidad
El contrato para las bailarinas de cabaret -revisado por las autoridades suizas- dice a la letra: “La artista no debe incitar a la clientela al consumo de alcohol. Ninguna prestación fuera del contrato puede ser exigida”.
Pero en los cabarets se sigue la lógica de la ganancia: una botella de champaña cuesta entre 350 y 600 francos, es decir, entre 250 y 450 dólares.
“Si no bebes lo suficiente, si no aportas suficiente dinero, te echan”, indica Dora, una ex bailarina brasileña, tras 3 años de trabajo en cabarets.
Testimonios similares se recogen cotidianamente en el Centro de Información para Mujeres de África, Asia y América Latina (FIZ) con sede en Zúrich, ciudad donde se expiden un promedio de 250 permisos a mujeres extranjeras para hacer «striptease».
“Nadie gana nada por una mujer que baile desnuda, los cabarets ganan el dinero por el alcohol que las mujeres tienen que consumir con los clientes; y para la salud es una violencia inmensa el tomar 2 o 3 botellas de champaña cada noche”, explica Dorothea Winkler del FIZ.
Este centro, junto con otras 20 organizaciones de apoyo a las trabajadoras del sector sexual agrupadas en la red ProKoRe, han advertido de nueva cuenta este martes que el contrato y la realidad son dos cosas distintas.
A partir de enero de este año, un nuevo contrato-tipo para las actividades de las bailarinas reduce de 26 a 23 sus días laborales por mes.
Sin embargo, los problemas existentes desde hace ya dos décadas, como el consumo de alcohol, la prostitución y otras violaciones al contrato, persisten.
Por ello se exige mayor respeto a los derechos de las mujeres que llegan a Suiza con el permiso L, de trabajo y residencia, para trabajar como bailarinas y que las condiciona a cambiar cada mes de patrón y de cabaret, reitera, por su parte, Marianne Schertenleib, también del FIZ, quien advierte que “el contrato es una protección pero, en realidad, los empleadores no lo respetan”.
Una forma de tener “carne fresca” en los centros nocturnos de Suiza y evitar así que las mujeres desarrollen vínculos sociales que las respalden, opinan los defensores de estas mujeres, venidas mayoritariamente del este europeo y cuyo único pase de ingreso a Suiza es el Permiso L.
En MÁS SOBRE EL TEMA: ‘Permiso para el ‘striptease’ y ‘Menos latinoamericanas en los cabarets’
swissinfo, Patricia Islas Züttel
A partir de enero de 2004 entró en vigor un nuevo contrato laboral para las «bailarinas de cabaret».
En concreto, el nuevo contrato reduce de 26 a 23 días el tiempo laboral del trabajo mensual de las «bailarinas».
Pero se mantiene el hecho de que cada mes se hace un nuevo contrato con otro patrón y en otro cabaret del país.
Alrededor de 1.300 bailarinas de cabaret se encuentran actualmente en Suiza con el Permiso L, de trabajo y residencia, para mujeres de nacionalidad extraeuropea.
Antes de obtener el Permiso L, las candidatas deben presentar a las autoridades diplomáticas suizas en su país los 3 primeros contratos mensuales de trabajo, signados por los patrones y el intermediario(a).
Su salario neto es entre 2.300 y 2.700 francos suizos.
De este monto hay que descontar entre mil y dos mil francos por renta de departamento o habitación compartida con otras bailarinas.
También hay que deducir entre 5 y 10.000 francos suizos de la deuda que contrajeron para obtener los contratos y el viaje a Suiza.
Suiza es el único país en Europa que expide un visado de artista específico para bailarina de cabaret.
El contrato dice a la letra: «La artista no debe incitar a la clientela al consumo de alcohol».
Sin embargo, las jóvenes se ven forzadas a hacer que los clientes les inviten champaña para incrementar los ingresos del local.
Una botella de champaña cuesta entre 350 y 600 francos, es decir, entre 250 y 450 dólares.
Cantones con mayor número de Permisos L (expedidos en abril de 2003):
Zúrich: 258
Berna: 143
Vaud: 121
Tesino: 119
Neuchatel: 86
Solothurn: 84
Ginebra: 82
-En 1990, 71% de los permisos de artista de cabaret fueron para latinoamericanas.
– En 2003, 70% de esos permisos los poseen las mujeres del este europeo, y 11% las latinoamericanas.
Según la Oficina Federal de Inmigración, en abril de 2003 las nacionalidades más frecuentes con el Permiso L:
348 mujeres de Ucrania
245 mujeres de Rumania
177 mujeres de República Dominicana
144 mujeres de Rusia
88 mujeres y un hombre de Marruecos
74 mujeres y 9 hombres de Brasil
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