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En San Valentín, flores con aroma extranjero

Países como India o Perú exportan parte de su producción a Occidente. Keystone

Los helvéticos lideran el consumo europeo de flores frescas con un presupuesto de 125 francos suizos anuales. Y febrero es siempre uno de los meses más rentables para los floristas.

Para los floricultores helvéticos, no obstante, la historia es otra. Sus “bellezas cultivadas” penan para competir en un mercado muy reñido.

Siete de cada 10 flores consumidas en Suiza son cultivadas en el extranjero. Todo un reto para el sector florícola helvético que constantemente busca rutas para mantenerse en la batalla.

“Producir flores en Suiza es cada vez más complejo. Para competir, es fundamental producir a bajo costo y esto implica invertir en sistemas de climatización, calefacción y protección de invernaderos”, explica a swissinfo.ch Beat Thomann, director de la Bolsa de Flores Zuriquesa ( Zürcher Blumen Börse).

La cooperativa a su cargo aglutina a 200 productores de flores en una bolsa cuya filosofía es privilegiar los productos de casa. Si ninguno de los productores locales puede ofrecer lo que el mercado requiere, entonces se echa mano de las importaciones para atender al cliente.

En el presente, según cifras de la Bolsa de Flores Zuriquesa, “30% de las flores cortadas son cultivadas en Suiza, nuestros consumidores buscan calidad, lozanía, duración y también aprecian el swissness”, afirma.

Otro 40% de las flores proviene de los Países Bajos, continúa Thomann, y le siguen en la lista Sudamérica (14%), Italia (11%) y África (5%).

San Valentín

Para los floristas, febrero –gracias a San Valentín- representa hasta 20% de sus ventas anuales.

En 2010, a pesar de que Europa no levantó cabeza con la crisis, en Suiza la economía fue robusta y la comercialización de flores creció 5%. Los datos del 2011 no se conocen aún, pero el sector espera un ligero avance.

Gabi Hophan, directora de Marketing de Fleurop, confirma a swissinfo.ch su optimismo sobre el tema.

“Estamos satisfechos con la evolución que hemos tenido y (el año pasado) observamos un ligero pero continuo crecimiento en las ventas, lo que se debe también a la innovación en las promociones que se ofrecen para fechas especiales como el 14 de febrero, Pascua o el Día de la Madre”, añade.

Fleurop representa otro eslabón de la cadena de esta industria, el de los comercializadores de flores, al reunir a 430 tiendas asociadas que atienden pedidos dentro y fuera de Suiza.

En opinión de Hophan, la edición 2012 de San Valentín sería incluso más prometedora que la anterior.

Una percepción que refuerza Beat Thomann y cuya explicación se debe a un mero juego del calendario: “Este año, el día de San Valentín tendrá lugar en martes. El año pasado fue un lunes”.

Y esta diferencia permite procesar más ordenes tras el fin de semana.

Flores sustentables…

Suiza fue pionera en la sensibilización del “comercio justo” de flores.

En 1990, bajo el lema de ‘flores de la muerte’, la agrupación Coordinación Suiza de Flores( Flower Coordination Switzerland) se dio a la tarea, de la mano de Greenpeace yd el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), de poner en marcha una campaña que inició en Basilea y que exhibía espectaculares flores frescas, al lado de imágenes que denunciaban las condiciones de explotación de los trabajadores de esta industria en países como Colombia.

La iniciativa dio fruto.

El consumidor sabe perfectamente lo que implica comprar flores sustentables y las acepta con agrado.

“Alrededor de 20% de nuestros clientes suele ordenar rosas que garanticen que posean la etiqueta Max Havelaar. Esto evidencia que nuestros consumidores están dispuestos a pagar un poco más para asegurar el comercio sustentable”, afirma Gabi Hophan.

Una visión que no es compartida del todo por los productores de flores.

…siempre que sean baratas

“Por supuesto que los consumidores prefieren comprar flores que garanticen un comercio sustentable, pero no están dispuestos a pagar más por ellas. Y en este sentido, nada ha cambiado con respecto a los años previos”, afirma Beat Thomann.

Y aborda otro problema que el sector ha enfrentado durante los últimos dos años.

“La fortaleza del franco ha hecho que los precios de productos europeos bajen y cada vez más consumidores están dispuestos a viajar a Alemania, Francia o Italia para comprar comida, ropa, muebles, carros, y por supuesto… flores. Por ello, los productores hemos tenido que ser muy cuidadosos con los precios. Los consumidores helvéticos no están dispuestos a pagar más que antes y no lo estarán en el futuro”, dice categórico.

En la guerra de precios, las grandes cadenas también juegan un rol clave.

“Con frecuencia los vendedores de flores pierden ventas frente a Coop, Landgard y otras grandes compañías, que venden arreglos a muy bajos precios. Durante el último año, por ejemplo, debido al ajuste euro-franco, los precios han bajado entre 12 y 15%, y creo que se mantendrán en este nivel bajo o incluso descenderán aún más”, refiere el director de la Bolsa de Flores Zuriquesa.

El ‘swissness’

Ante los precios bajos, solo resta competir vía calidad, con el swissness.

“Existe un grupo muy competitivo de productores suizos, especialmente en el mercado de las rosas, aunque las rosas nacionales se producen solo entre mayo y octubre porque en invierno son muy costosos los sistemas de calefacción que exigen”, Beat Toman.

Y se exploran nuevas alternativas. Expertos agrícolas del Centro de Investigación de Conthey dedicaron una década a afinar las semillas para una nueva flor llamada Helvetia, una hermana de la flor de las nieves, la legendaria edelweiss silvestre, pero de mayor talla y resistencia en los arreglos florales.

Un proceso que se ha repetido también para las margaritas suizas.

La industria florícola suiza trabaje en ofrecer productos que no llegarán de ningún país extranjero. Una carrera en donde el objetivo no es ganar más presencia, sino mantenerse en el mercado.

La globalización permite la comercialización de flores a bajo precio, lo que trae ventajas al consumidor, pero también lo compromete a la reflexión.

La explotación de trabajadores dedicados a esta industria en países emergentes de África o Sudamérica ha sido una realidad largamente denunciada por organizaciones como Greenpeace.

Un fenómeno que se registra incluso en naciones desarrolladas como los Países Bajos, en donde se encuentra la Bolsa de Flores de Aalsmer, la más grande del mundo con un volumen de transacción de 19 millones de flores por día.

El gobierno holandés ha puesto en marcha desde hace años sistemas de control para combatir la contratación ilegal de trabajadores de Polonia, Bulgaria, Marruecos o Turquía en la cosecha de flores, porque con frecuencia son pagadas a un promedio de 5 francos por hora y sin prestaciones de ley, según denuncias del Foro Cívico Europeo.

Algunas de esas flores llegan irremediablemente al mercado suizo, aunque los controles impuestos por parte del gobierno y los propios floristas intentan reducir al mínimo este riesgo.

Suiza busca incentivar el consumo de flores locales y para ello creó en 2001 el sello ‘Floriance’, una iniciativa sustentada por la Asociación Suiza de Floristas, la Asociación de Horticultores de Suiza, la Bolsa de Flores de Zúrich, la Asociación de Comerciantes Mayoristas de Flores) y la Oficina Federal de Agricultura. Todos se comprometieron, bajo contrato, a cumplir una serie de condiciones de calidad.

En materia de comercio sustentable, ese mismo 2011, la etiqueta Max Havelaar encontró canales de distribución en las grandes cadenas comerciales como Migros o Coop, que piden al cliente pagar un franco extra por cada ramo de flores para destinarlo a proyectos de desarrollo en países emergentes.

El 70% del consumo de flores de los suizos se concentra en tres variedades: rosa, crisantemo y lis.

Actualmente, solo 10% de las flores importadas por Suiza cuentan con etiquetas de comercio sustentable, a diferencia de productos como las bananas, en donde 25% garantiza un comercio justo.

Para los floristas particulares agrupados en Fleurop-Interflora, los pedidos de bouquet florales tienen un valor promedio de 85 francos.

En contraste, las grandes cadenas como  Migros ofrecen ramilletes de 20 mini rosas (etiqueta Max Havelaar) alrededor de 13 francos y una decena de tulipanes (sin especificar comercio justo) en alrededor de 7,50 francos.

En Coop, los arreglos más sencillos rondan los 20 francos, pero el promedio para un regalo de San Valentín en 2012 se ubica alrededor de los 55 francos.

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