“Esa historia que no nos contaron”
“No lo podía creer”, narra un testigo. ¿Cómo iban a destruir un país para agarrar a un solo hombre?” En 1989, y para capturar a Manuel Noriega, EE UU organiza una ‘Invasión’ a Panamá. Irak y Libia correrían luego una suerte semejante.
Filmar en América Latina
Del 13 al 29 de noviembre, la XVII edición de Filmar en América Latina comprende 99 largometrajes y 30 cortometrajes, distribuidos en nueve “cajas”: Coups de coeur (flechazos), Opera Prima, Inmersión ‘De Panamá a Tijuana’, Humores y Deseos, Al Frente, Dedicatoria, Art-Image.
Participan 18 países de América Latina (además de las coproducciones).
Sus producciones serán proyectadas en 14 lugares de Ginebra y 10 en otros cantones de habla francesa.
En San Gall, en la Suiza de expresión alemana, Pantalla latina, proyecta también cine latinoamericano.
“Tuvimos nuestro Hussein tropical”, ironiza otro panameño en este documental sobre un capítulo escamoteado de la historia que Filmar en América LatinaEnlace externo proyecta en Suiza.
Hay un deseo latente en muchas personas “de querer voltear la página. Pero eso no es sano, ni para los que vienen, ni para los que estuvieron”, señala Alejo Crisóstomo, cineasta nacido en Guatemala de padres chilenos. “No el 100% de los pobladores buscan la verdad”, agrega, porque hay aún una gran polarización.
Sin embargo, como añade la actriz y productora Kattia González Zúñiga, los jóvenes quieren recuperar esa memoria perdida. “Las nuevas generaciones hacen preguntas a sus padres. Y los padres entran en un proceso de curación personal de eventos traumáticos que habían querido olvidar”. Y es que “la verdad duele, pero cura”.
Cine y diálogo
Nuestros entrevistados participaron en un diálogo con el público durante la jornada inicial de Inmersión. Esa sección del XVII Filmar en América Latina, consagrada a la región ‘De Panamá a Tijuana’, proyecta, entre otros, testimonios recogidos por documentalistas jóvenes sobre hechos que ensangrentaron diversos países del área y que figuran poco o nada en los textos escolares.
En ‘Invasión’Enlace externo, Abner Benaim explora la forma en que los panameños recuerdan la ofensiva de Estados Unidos para aprehender a Manuel Noriega. Ernesto y Antonio Jara Vargas reconstruyen en ‘El codo del diablo’Enlace externo la represión, diseñada también en Washington, contra un movimiento social en Costa Rica, y en ‘1932 Cicatriz de la memoria’Enlace externo, Carlos Henríquez Consalvi hurga en los antecedentes de la guerra civil que enlutó a miles de hogares salvadoreños en los años 80.
Pantalla latina
Del 18 al 22 de noviembre, El Festival de cine Pantalla LatinaEnlace externo proyecta en San Gall 17 largometrajes, galardonados y estrenos en Europa, y 16 cortometrajes procedentes de 15 Países.
De manera paralela, ofrece al público eventos relacionados con la cultura latinoamericana, incluidos un curso de tango, una exposición fotográfica y artesanal y un taller de literatura navideña infantil.
“Más que una invasión…”
La ‘vox populi’ es el hilo conductor de los tres filmes. Hablan aquellos que vivieron los hechos y/o sus allegados, pero también, en el caso particular de Panamá, los más jóvenes, aquellos que tienen una idea muy somera, sino es que ninguna, de ese trágico mes de diciembre de 1989, que costó la vida a un número que oscila entre 43 y 7 000 personas, de acuerdo con las fuentes. “Más que una invasión fue un asesinato”, califica un ciudadano panameño.
“Noriega era un corrupto, pero un corrupto avalado por los Estados Unidos. Un agente de la CIA. Cuando vino el divorcio, se produjo la invasión”, acusa un entrevistado. El 20 de diciembre “debería ser día de luto nacional”, acota. Para otros, la detención del militar supuso “una sensación de alivio”. Y algunos más opinan que “es cosa del pasado. Fue doloroso. Ya déjelo”.
El filme de Benaim entrelaza a las opiniones y las descripciones -“los paracaidistas gringos se hundían en el fango, algunos pedían ayuda, otros disparaban”- una reconstitución que organiza el director con los transeúntes a los que pide fingirse muertos, pretender un saqueo o encender una hoguera. Añade igualmente información de archivo, como esas fotos que muestran la destrucción del barrio del El Chorrillo.
‘El codo del diablo’
De los hermanos Jara Vargas, Ernesto es cineasta y Antonio, historiador. Este último tuvo contacto con víctimas de la represión que sufrió su país, Costa Rica, en la década de los 40, y ambos emprendieron un camino de cuatro años para investigar, desenterrar y llevar al cine la historia oculta de ‘El codo del diablo’.
Kattia González Zúñiga
Nace en 1982 en Costa Rica.
Actúa en ‘Cuento de hadas’ (2009), ‘Imagina’ (2010) y ‘Nina y Laura’ (2015).
Colabora como productora y actriz con la directora Paz Fábrega en la elaboración de ‘Viaje’ (2015).
Escribe y dirige el cortometraje ‘Es Cecilia’ y trabaja actualmente en su primer largometraje ‘Las hijas de Alonso’.
El nombre del filme corresponde al del sitio en el que fueron ejecutados extraoficialmente seis detenidos políticos el 19 de diciembre de 1948. La huelga bananera (Fruit Company/EE UU) había sido sofocada y los “figueristas” se habían alzado triunfadores en la guerra civil que se prolongó por 44 días. Pero había que terminar con “los comunistas que amenazaban la paz” de Costa Rica.
Setico tenía 12 años. En la película es representado por un joven actor, pero la narración, como las de los demás protagonistas, corresponde al personaje real. El día de la ceremonia de finalización de la escuela primaria detuvieron a su padre. No volvió a verlo con vida. El Estado pretendió ocultar el crimen bajo un grotesco montaje que acabó por venirse abajo, pero los asesinatos quedaron impunes.
Figueres convocó a elecciones y disolvió el ejército del país, más que como un gesto democrático, para evitar una revuelta, como explica Kattia González. El filme, dice la actriz, “invita a la reflexión” y desdice el estereotipo de que “los ticos somos genéticamente pacíficos”.
‘1932. Cicactriz de la memoria’
En El Salvador, la caída de los precios del café, como sucedió en Costa Rica con los del banano, habían sumido a los campesinos en una situación aún más dramática. Las reivindicaciones se hicieron más combativas. “Nos decían que le iban a quitar la tierra a los ricos para dárnosla a nosotros”, recuerda una de las entrevistadas.
En 1931, la Guardia Nacional irrumpió en una reunión de trabajadores y dio muerte a 14 de ellos. Estallaron luego las huelgas y se produjo un fraude electoral que anuló las victorias comunistas.
Alejo Crisóstomo
Nace en 1975 en Guatemala.
Cineasta de múltiples facetas, ha producido numerosos corto y largometrajes, ficciones y documentales.
Funda en 2006 la productora Ceibita Films en el seno de la cual realiza los largometrajes ‘Fe’ (2011), ‘Padre’ (2013) y ‘Nina y Laura’ (2015)
El 22 de enero de 1932, la zona occidental del país se levantó en armas, “palos y machetes”, precisa uno de los narradores. La respuesta del Estado fue contundente: de una población de un millón y medio de habitantes, 10 000 fueron ultimados. En su mayoría campesinos; los más, indígenas.
Bastaron tres días para sofocar a los insurgentes, pero la persecución se prolongó durante más de tres meses. En algunos poblados los soldados dieron muerte a todos los varones mayores de 12 años. “Sacaron gente casa por casa y fusilaron a toditos”, denuncia una sobreviviente. “Mi papá a comer iba cuando se lo llevaron, allá quedó, junto con unos 30, a la orilla del río”.
Las voces que recoge el filme de Henríquez Consali (2002), son voces cascadas. Voces de denuncia que solamente lograron articularse muchos años después de las masacres de los años treinta y de que los Acuerdos de Paz de Chapultepec pusieran fin a once años de guerra en 1992. Voces de ancianos que por fin lograron romper la cultura del terror.
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