Cosmovisión indígena desborda la pantalla suiza
A Febre (La Fiebre) ganadora de un Leopardo de Oro en el Festival de Cine de Locarno en verano pasado y receptora de múltiples galardones, enriquece la programación de Filmar en América LatinaEnlace externo que este viernes inicia su XXI edición. Maya Da-Rin, su realizadora, conversa con swissinfo.ch.
A Febre obtuvo en Locarno el Leopardo de Oro al mejor actor -Regis Myrupu, en el rol de Justino-, el de FIPRESCI, de la prensa especializada, y el del Jurado de los jóvenes. Con la presea en la mano, Myrupu, artista no profesional de la comunidad amazónica indígena Desana y de lengua Tukano, reivindicó ese reconocimiento como un aporte a la lucha de los pueblos originarios de Brasil y del continente.
Desde entonces, el filme participó en unos 30 festivales internacionales, obteniendo diversos premios, entre ellos en Biarritz, Francia, (mejor filme); en Pingyao, China (dirección); en Chicago, USA (dirección); en Tesalónica Grecia (premio especial del jurado), así como, el 10 de noviembre pasado, los de mejor filme y mejor sonido, en la Janela Internacional de Cinema, en Recife, Brasil.
“Mi película ha logrado una muy buena acogida. No podía imaginarme cómo sería recibida”, comenta Maya Da-Rin. “Descubro en cada nueva proyección elementos en los que no había pensado antes. Las películas son organismos vivos, nunca logramos controlar su desarrollo, y esto es lo que hace del cine un trabajo muy bonito”.
La joven realizadora (40 años) ha estudiado en Brasil, en la Escuela de Cine de Cuba y en París, y desde el 2002 ha producido una media docena de documentales.
A Febre, su primer largometraje, realizado junto con Miguel Seabra Lopes, llevó seis años y es fruto de una prolongada investigación a través de visitas regulares a comunidades indígenas que viven en las cercanías de Manaos. Muchas de ellas, conformadas por la emigración que se da en torno a los años 60 cuando esa capital estatal de las riberas del Río Negro se convierte en una importante ciudad portuaria, punto de salida de materias primas exportables.
Un filme, dos mundos, múltiples contradicciones
A Febre, -ambientada con sonidos selváticos y donde predominan luces oscuras-, presenta la vida de Justino, indígena de 45 años que vive en la periferia de Manaos, donde trabaja como guardián de cargas en el puerto. Comparte la cotidianeidad con su hija Vanessa, (Rosa Peixoto), enfermera de profesión quien está a punto de trasladarse a Brasilia para estudiar medicina luego de haber ganado una beca.
Justino, padece una fuerte fiebre al tiempo que, durante las noches, es perseguido por una criatura misteriosa. Su combate por la sobrevivencia se entremezcla con la nostalgia permanente de su aldea de origen de donde partió 20 años antes.
El filme está atravesado por elementos tan fundantes como contradictorios. La saudade (nostalgia) de su origen que choca con el presente urbano, observado desde los ojos blancos/mestizos de un nuevo colega de trabajo que no esconde críticas casi despiadadas hacia los “indios”.
Chocan también en las imágenes la cosmovisión indígena y el mundo desarrollado. Así como la exuberante naturaleza amazónica con el cemento frío a monumental de ese puerto pujante, puerta de salida hacia la inaccesible globalización del comercio, observada con distancia por Justino, espectador lejano y casi avasallado.
En ese particular escenario, Da-Rin busca expresar la diferencia de esos dos mundos y cómo el supuesto “desarrollo” “afecta las existencias humanas y también las no-humanas, como son la selva y los animales».
El hoy indígena brasilero
Dos contenidos esenciales se expresan -a través de una pulida estética y una muy elaborada imagen/sonido- en los 98 minutos de A Febre: algunos aspectos significativos del mundo indígena brasilero y, adicionalmente, la compleja situación política que los pueblos autóctonos confrontan en la realidad actual de ese país sudamericano.
A Febre expresa “la enfermedad de nuestra sociedad que no es capaz de soportar las diferencias. Somos la única especie que se extermina a sí misma”. Ocurrió ya durante los siglos de colonización y se repite hoy, cuando “cerramos los ojos a los inmigrantes y refugiados o cuando reaccionamos con indiferencia al calentamiento global o al desmantelamiento de las selvas”, reflexiona la realizadora brasilera.
Recuerda que en lengua Tukano, (la que habla Justino) no existe una palabra para naturaleza, ni tampoco una distinción entre humanidad y medio ambiente. “El hombre es parte del mundo. Y así como los seres humanos, todas las criaturas son consideradas *gente*. O sea, son sujetos y no objetos, lo que altera totalmente la forma social de relacionarse”, subraya
Esta cosmovisión contrasta con la sociedad occidental que siempre negó o sospechó de la humanidad del otro. “Así fue cuando los europeos llegaron a las Américas, diciendo que los indígenas no tenían alma, para esclavizarlos. O cuando hoy criamos animales en condiciones inhumanas, para ser abatidos, en beneficio de nuestra especie sin considerar a todas las demás”, enfatiza Da-Rin.
Aunque fue filmado 6 meses antes de las elecciones de octubre del 2018 en la que fue elegido Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil, la obra que se presenta en Filmar en América Latina tiene un aire premonitorio. Anticipa “la exacerbación de la intolerancia”, que sufren, diversos sectores sociales, pero en particular, los pueblos indígenas, reflexiona la realizadora.
“Cuando filmamos la película no pensábamos que la extrema derecha ganaría, poco tiempo después, las elecciones”, explica Maya Da-Rin. Sin embargo, “las fuerzas que llevaron a Bolsonaro al gobierno siempre existieron en Brasil, ya desde la misma colonización”. Ahora, la situación de los pueblos indígenas “es desesperante. La intolerancia y la violencia refuerzan las relaciones históricas de dominación de la sociedad no-indígena hacia los pueblos originarios”, concluye.
Actor relevante, líder espiritual de su comunidad
Regis Myrupu, actor no profesional, asume el rol principal en A Febre, que le valió el Leopardo de Oro a la mejor actuación masculina en el 72 edición del Festival de Locarno 2019. “Nunca pensé que esto podía pasar”, señaló entonces a la prensa sin esconder la sorpresa por su nominación.
En el marco de Locarno, Myrupu había reconocido a swissinfo.ch la importancia de llegar con este film a un público muy amplio, para asegurar la visibilidad y la lucha de los pueblos indígenas brasileros por su dignidad. “Necesitamos espacios y formas no tradicionales de expresión y presencia para que se reconozcan nuestros derechos”, había declarado.
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