La fotografía del silencio de Teju Cole
El fotógrafo, escritor y crítico estadounidense Teju Cole pasó sus veranos entre 2014 y 2019 en Suiza, explorando los paisajes y las señales encontradas en los espacios vacíos rodeados de montañas. El resultado: el libro "Fernweh". Hoy esta obra resuena aún más fuerte en tiempo de aislamiento masivo.
El momento no podría ser más (in)auspicioso. Cuando se lanzó ‘FernwehEnlace externo’, en febrero, se impusieron amplias medidas de aislamiento en casi todos los países europeos, incluido Suiza, para frenar la propagación del coronavirus. De pronto, lo que se suponía que era una exploración visual y atemporal de los espacios de Suiza en toda su silenciosa y vacía gloria se convirtió en una especie de espejo oscuro de la realidad más inmediata.
Invitado por la Casa Literaria de Zúrich a una residencia artística, Teju Cole pasó la mitad de 2014 viajando y tomando fotos por todo el país, mientras escribía un proyecto relacionado con Lagos, Nigeria, donde pasó su infancia.
No podría haber nada más antípodo para Cole: «Crecí sin montañas, cerca de la laguna y el mar, en una ciudad donde las únicas alturas eran los rascacielos. Conocía los extremos de la vida en la ciudad: las multitudes, el tráfico, la energía, el crimen. Pero los extremos de la naturaleza como el clima violento o un terreno vertiginoso me eran desconocidos.»
Durante su estancia en Suiza, Cole dice que nunca se aburrió. Siendo un total desconocido en tránsito, se deleitaba con la sensación de estar suspendido en el tiempo, navegando en soledad en una especie de ‘no-lugar’. La palabra ‘Fernweh’ es difícil de traducir: es lo contrario del habitual ‘Heimweh’ («nostalgia») – es el anhelo de estar lejos.
Fernweh, Heimweh, según Teju Cole
La palabra en alemán para la nostalgia es Heimweh. La leyenda dice que los mercenarios suizos del siglo XV en adelante, dispersos por toda Europa para luchar en guerras extranjeras, eran soldados resistentes susceptibles de pocas debilidades. Pero extrañaban su hogar con una intensidad desquiciante, anhelando sus sitios de origen con sus claros lagos y sus picos protectores. Este sentimiento lo llamaron Heimweh.
El intenso trastorno psicosomático fue tratado por primera vez en 1688 por el médico suizo Johannes Hofer [Nota del editor: Hofer era un estudiante de medicina francés que estudiaba en Basilea, Suiza], quien también le dio el nombre griego ʻʻnostalgia’ [Nota del editor: Hofer unió dos palabras griegas, Nostos y Algos, para formar la nueva palabra]. Entró en el idioma inglés a finales del siglo XVIII como ʻʻhomesickness».
La palabra Heimweh, habiendo sido absorbida por el alemán estándar, adquirió un antónimo, Fernweh. Fernweh es un anhelo de estar lejos de casa, un deseo de estar en lugares lejanos. Fernweh es similar a la pasión por los viajes, pero, como Heimweh, tiene un tinte enfermizo y melancólico.
La pasión por los viajes tiene sus raíces en la tradición romántica alemana y está fuertemente ligada a la naturaleza. Piense en las pinturas de Caspar David Friedrich, un excursionista solitario en paisajes espectaculares, en comunión con la abrumadora grandeza y la complejidad de la naturaleza.
Fernweh es un poco más impreciso. Uno simplemente desea estar lejos. Las sílabas suspiran.
Después de su primera estancia, pasó los cinco veranos siguientes en este exótico país alpino, convencido de que para entender Suiza hay que entender sus montañas. El material para meditar nunca fue un problema.
La travesía de los Alpes, antes y después del túnel del Gotardo fue una aventura que inspiró y desafió a algunas de las mejores mentes, artistas y escritores europeos. El ideal de Suiza está presente en todas las artes y literaturas europeas, extendiéndose a todo el mundo. Suiza ha sido durante décadas el principal escenario de producciones musicales románticas en las películas indias de Bollywood, por ejemplo.
A pesar de todo su orgullo por una larga historia nacional «moderna» que se extiende por más de 700 años, Suiza no puede evitar verse envuelta en la idea que otros senhan hecho de ella. Se puede argumentar que Suiza fue inventada por la industria turística británica en el siglo XIX como un destino exótico y barato para una creciente clase media burguesa. Antes de eso, a lo largo del siglo XVII hasta el XIX, Suiza ocupó un lugar destacado en el imaginario aristocrático británico como parte del ‘Grand Tour’, un viaje a través de la Europa continental que los jóvenes nobles (y también las mujeres, acompañadas por un chaperón) emprendían como rito de paso para convertirse en damas y caballeros conocedores del mundo.
El país cumplió con las expectativas proyectadas, pero definitivamente no se volvió más barato.
Teju Cole, por su parte, es muy consciente de la Suiza imaginaria, su historia y geografía. También es muy franco en sus dudas y no está tan seguro de que lo que está tratando de hacer valga la pena, intelectual y creativamente.
Cole utiliza imágenes y textos para ampliar las nociones de larga data sobre Suiza. Sus pensamientos y reflexiones se encuentran junto a una galería de imágenes aparentemente tediosas, dándoles vida. Sea cual sea la impresión que logra proyectar, una cosa es segura: Teju Cole se ha unido definitivamente al club de artistas y pensadores mundiales que dan forma a las postales mentales suizas en nuestro inconsciente colectivo.
(*): Todos los pies de foto son extractos del ensayo de Teju Cole ‘Lejos de aquíEnlace externo‘ (New York Times Magazine, 27.09.2015).
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