Frida Kahlo, imagen de un icono
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La galería Arte Fino de Zúrich rinde homenaje a la mítica pintora mexicana con una exposición fotográfica.
Los retratos en blanco y negro muestran a la mujer que supo representar como nadie la angustia y el sufrimiento, la vida y la muerte.
Desde los cuatro años su rostro y su personalidad fueron como un imán que atraía a todo aquel que la conocía. Misteriosa, sensual e inquisitiva, Frida Kahlo (1907-1954) forjó una nueva imagen de la mujer mexicana.
La galería Arte Fino de Zúrich muestra una exhibición fotográfica dedicada a preservar la memoria de esta mítica pintora, cuyos cuadros se presentan hoy como pequeños exvotos que dan gracias a la vida o como tremendos estigmas del dolor…
Ya desde muy niña Frida Kahlo se sabía en posesión de una extraña belleza.
Su padre, el conocido fotógrafo Guillermo Kahlo, fue de los primeros en tomarla como su modelo favorita para posar en sus fotografías. Así, desde muy temprana edad, esta mujer aprendió a ser modelo pasiva y, posteriormente, pintora activa en la creación de sus autorretratos.
Detrás de la cámara fotográfica
En la exposición de la galería Arte Fino se muestra una excelente selección de fotografías en blanco y negro, que tomaron de la pintora mexicana los fotógrafos más importantes del siglo XX.
Entre ellos Edward Weston, Imogen Cunningham, Manuel Álvarez Bravo y Martin Munkacsi. Pero también aparecen los retratos de Frida Kahlo que hicieron Gisèle Freund, Bernard Silberstein y Fritz Henle, cuyos fotorreportajes fueron muy apreciados por la prensa internacional.
Se exhiben asimismo fotografías de esta fascinante artista y mujer, quizá una de las más representativas del arte mexicano del siglo XX, que fueron tomadas por amigos íntimos y parientes, como por ejemplo, Nickolas Muray, Lola Álvarez Bravo y el mismo Guillermo Kahlo.
Muchas de estas tomas fotográficas fueron realizadas en la intimidad de la Casa Azul, en el barrio de Coyoacán de la ciudad de México, actualmente Museo Frida Kahlo.
Una presencia luminosa
Nadie con una cámara fotográfica en la mano, ya fuera amigo, conocido o admirador, podía sustraerse al magnetismo de la personalidad luminosa de Frida Kahlo para retratarla.
No pasó desapercibida la fuerza indomable de su carácter, pero, tampoco el estoicismo de esta mujer que, después de sufrir la terrible amputación de su pierna derecha en 1953, exclamaba: «¿Pies, para qué los quiero, si tengo alas para volar?»
En la mayor parte de las obras expuestas en la galería Arte Fino, el rostro de Frida Kahlo es el foco de atracción. Nada escapa a esa cara fría, a veces doliente, trágica o terriblemente seductora de la pintora.
Consciente del magnetismo que ejercía, la artista supo mantenerse en el centro de la escena artística e intelectual de México; de ahí acaso la paciencia que tuvo en la construcción de su propio personaje. Un mito que ha prevalecido más allá de su muerte.
Frida, por dentro y por fuera
Al recorrer la serie de retratos, no dejan de sorprender al espectador las múltiples facetas de la personalidad de la pintora.
Así, no solamente hay una sola y única Frida, sino muchas desdobladas a la vez: la esposa, la hija, la amante, la paciente, la gran amiga, y, ante todo, la pintora, la artista, la mujer.
En estas fotos excepcionales la encontramos también en los más variados momentos y estados de ánimo que revelan la complejidad de su vida personal: Frida en su estudio pintando, en compañía de su esposo, el muralista Diego Rivera, en su habitación recostada en la cama, o en el jardín de su casa junto a sus monos y perros.
La curiosidad del espectador aumenta cuando ella parece cuestionar al público frente a la cámara fotográfica, y desafía con su indumentaria típica de las indígenas de México. En muchas fotos Frida Kahlo figura como una princesa envuelta en trajes satinados de vivos colores, con pendientes y portentosos peinados de trenzas.
Ese acentuado mexicanismo que la distinguía, respondía, en gran parte, a una corriente del pensamiento en México, cuyo fin era el de recuperar las costumbres y las tradiciones mexicanas.
Durante la década de los años 1920, Frida Kahlo y muchos más participaron en ese proyecto del artista tipificado no sólo por su arte, sino por su imagen pública.
En busca de su propia identidad cultural mexicana pero, sobre todo, en busca de sí misma, esta artista no ha dejado de sorprender a cuantos la descubren.
La exhibición ‘Frida Kahlo, retratos de un icono’, abierta al público hasta el próximo 21 de mayo, es un homenaje más a esta estigmatizada artista, cuya imagen fascina y sorprende al público suizo que ve en ella un valor inapreciable de la cultura de Latinoamérica.
swissinfo, Araceli Rico, Zúrich
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