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Heidi, de la novela al mito

Elisabeth Sigmund y Heinrich Gretler en una cinta de 1952. Institut suisse de littérature pour la jeunesse, Zurich

Se vuelve de nuevo a hablar de Heidi este verano con ocasión del centenario de la muerte de su autora, la escritora zuriquesa Johanna Syri (1827-1901). En compañía del etnólogo ginebrino Christophe Gros, descubrimos hoy cómo "la niña de los Alpes" se ha convertido en un fenómeno mundial.

Es una historia muy simple: a finales del siglo XIX, una pequeña huérfana es enviada por su tía a vivir con el abuelo que habita solo, en una aldea situada en la ladera de los Alpes, en el cantón de los Grisones. Después, la misma tía conduce a Heidi hasta Francfurt, en Alemania, para que viva en una familia de la gran burguesía, con el fin de acompañar a una niña paralítica.

Pero Heidi siente añoranza de sus Alpes y cae enferma. Finalmente regresa con su abuelo y hace que Clara, que se ha convertido en su amiga, vaya a visitarla. El milagro se produce: en la montaña, la enferma se cura y Heidi consigue que su abuelo se reconcilie con los habitantes de la aldea.

Un mito de finales del siglo XIX

La historia fue publicada en 1880 y se transformó inmediatamente en un fenómeno literario. «El éxito fue tal, desde el comienzo, que se convirtió rápidamente en un mito», explica Christophe Gros, etnólogo ginebrino especialista en la región alpina. Éxito en el mundo de lengua alemana, pero también en Estados Unidos, cuando se tradujo la novela al inglés, en 1884, dos años después de su edición en francés.

Si la historia llega a la gente es porque es rica en símbolos. Heidi es heredera de una larga tradición: la que celebra los beneficios de la montaña. «Heidi aporta un testimonio de salud, de limpieza y de vitalidad», precisa Gros. «Ella logra superar los obstáculos, con un espíritu a la vez travieso y virtuoso».

El mensaje se dirige a todos los públicos del mundo, pero sobre todo a los que viven en la ciudad. Para Christophe Gros, ésa es una de las explicaciones del éxito de Heidi: «Los que viven en la ciudad sueñan con la montaña y, gracias al progreso social y al desarrollo, pueden acudir a la montaña por breves periodos de tiempo». Para ellos Heidi es como una evocación, un toque romántico y bucólico de la existencia».

Heidi, pequeña divinidad de la montaña

Otra llave para la lectura de este mito, ya universal, es el aporte de los japoneses. «Cuando los japoneses vienen a Maienfeld, sitio donde se desarrolla la historia, llegan de hecho para frecuentar los lugares habitados por la presencia de una pequeña divinidad de la montaña», comenta el etnólogo ginebrino. «Los japoneses tienen costumbre de hacer este tipo de actos, desde hace mucho tiempo, en sus santuarios, en el bosque, sobre un volcán».

«Heidi cumple esa expectativa. Porque no es solamente un cuento, la historia de una serie de obstáculos que hay que superar: es también una presencia en la montaña. Eso explica además nuestro propio comportamiento, en tanto que suizos, frente a un personaje de ficción que se convierte en algo más verdadero que la Suiza turística real», comenta Gros.

Guillermo Tell y Heidi: una pareja tutelar

Pero la pequeña Heidi está relacionada con la identidad suiza, en paralelo con otro héroe nacional, muy masculino, emblema de la libertad: Guillermo Tell. «Heidi es un complemento, analiza Christophe Gros. «Ella aporta la infancia, la feminidad, las virtudes cristianas y el sentido de los otros. Es la pareja tutelar de Suiza: Heidi por un lado, Guillermo Tell por otro. Nosotros somos los herederos, incluso a pesar nuestro».

Aunque Heidi ha podido impacientar, a veces, por su lado de niña modelo y folclórica, ahora se está registrando un nuevo interés por ella, como lo demuestran las nuevas publicaciones de la obra y las exposiciones organizadas con ocasión del centenario de la muerte de la escritora Johanna Spyri. Sin olvidar la Heidi «new look» del cineasta Markus Imboden, cuya película se estrenó esta primavera.

Un mito todavía actual

«Después de estos años de incertidumbre en Suiza (los trenes no son lo que eran, el correo tampoco, el servicio militar cambia…), queda el mito de Heidi», explica el etnólogo. «Este mito nos sirve de identidad y también nos permite autocriticarnos, algo a lo que estamos habituados», añade.

«Pero en el fondo, se pone también en cuestión el estatuto de la montaña. Nos damos cuenta que ha sido sobreexplotada pero que la necesitamos. En consecuencia, hay que saber ir a ella y al mismo tiempo protegerla. Esa es, precisamente, la idea más profunda del mensaje de Heidi», concluye Chistophe Gros.

Pierre Gobet, Zúrich

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