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La aldea lacustre, entre sueño y realidad

Aldea lacustre durante la Edad de piedra. O. Känel/D. Stupan (SMM)

En el invierno de 1854 se descubrió en las márgenes del lago de Zúrich el primer asentamiento de una ciudad lacustre, lo que dio a los arqueólogos suizos un nuevo impulso en el avance científico.

Pero ya desde 1840 se habían encontrado vestigios de aldeas neolíticas bajo las aguas del lago de Bienne .

Un total de 150 objetos de las más diversas formas, usos, tamaños y materiales, se presentan en la exhibición que el Museo Nacional Suizo de Zúrich consagra a la vida de los habitantes de los llamados “palafitos”.

Esta gran variedad de objetos es el testimonio de una forma de vivir sedentaria. El hombre fue poco a poco conquistando las orillas de los lagos y organizándose en pequeñas comunidades.

A lo largo de sucesivas investigaciones arqueológicas, llevadas a cabo durante 150 años en Suiza, se ha podido conocer la existencia de un grupo de 200 hombres que se alimentaban de la agricultura, la recolección, la caza y la pesca, y de esto hace nada menos que ¡6.000 años!

Nace la idealización

Hasta el momento en que se dio a conocer el hallazgo de aldeas lacustres en 1854, la arqueología suiza se había concentrado en excavaciones más bien culturales como la búsqueda de ciertos monumentos históricos, o bien de tipo funerario o militar.

Pero con este nuevo descubrimiento se tenía la posibilidad de estudiar de cerca el modo de vida de las comunidades lacustres, algo que se inició en Suiza hacia el 4300 A.C y desapareció hacia el 800 A.C., durante la transición de la edad de bronce a la edad de fuego.

Por mucho tiempo los científicos pensaron que los vestigios de asentamientos humanos descubiertos al borde de los lagos representaban un punto de partida para la afirmación de la identidad suiza.

De manera errónea se creía que dichas agrupaciones, surgidas en la oscuridad de los siglos anteriores a la ocupación romana, prefiguraban ya a la Confederación Helvética.

Esta idea se debió, en parte, a la forma de organización de los habitantes de palafitos. Es decir, un trabajo comunitario donde la participación de cada uno de sus miembros era indispensable y sus costumbres se regían por un código más bien austero.

Nueva mirada al pasado

Por su parte el Estado Federal, que aún no se consolidaba plenamente en el año 1854, trataba de cimentar la unidad nacional buscando referencias históricas valiosas como una supuesta antigüedad milenaria para Suiza. Y así, este tipo de comunidades colmaron por muchos años ese deseo de pertenencia.

Los trabajos de excavación siguieron su curso en Suiza hasta que al fin se comprobó que la existencia de estas aldeas, ahora llamadas ciudades litorales, era un fenómeno extendido por casi todo el mundo.

Los habitantes que vivían a las orillas de los lagos aparecieron por varias partes en la zona que circunda los Alpes, en el este de Francia, el sur de Alemania y el norte de Italia hasta llegar a Eslovenia.

A partir de los objetos descubiertos durante tantos años de investigaciones, se ha podido observar que estos hombres preferían instalarse en palafitos debido a las posibilidades de subsistencia y de comunicación que ofrecía el agua.

¿Cómo eran los palafitos?

Se piensa que había tres tipos de construcciones: las que servían de hogar, los establos para animales y los graneros para almacenar alimentos. Esto dio lugar a la fabricación de una gran cantidad de utensilios encontrados como platos, vasijas, vasos, cuchillos, textiles, recipientes, cestas, jarras en bronce, etc.

Se trataba de casas armadas con troncos, ramas de árbol y otras fibras vegetales y arcilla para construir los techos.

Se cree que estas construcciones se levantaban generalmente sobre pilotes que se enterraban en las playas, y encima se colocaba una plataforma grande y resistente sobre la cual se erigían las casitas de 8 metros de ancho.

La riqueza del pasado lacustre

Por los objetos encontrados en el fondo del agua se ha llegado a la conclusión de que la comunicación y el intercambio de productos se hacía por medio de piraguas. Estos productos eran muy distintos: puntas de flecha en bronce o cristal de roca, hachas, punzones y puñales en bronce, collares de cuentas, pendientes, anzuelos.

Asimismo, los desplazamientos por tierra del hombre de los palafitos se hacía lentamente en carretas. Se calcula que para ir de la región de Zúrich al lago Léman esta gente empleaba ocho días de camino.

swissinfo, Araceli Rico, Zúrich

Exposición “Los Lacustres” en el Museo Nacional de Zúrich hasta el 13 de junio de 2004.

Por mucho tiempo los científicos pensaron que los vestigios de asentamientos humanos descubiertos al borde de los lagos, representaban un punto de partida para la afirmación de la identidad suiza.

De manera errónea se creía que dichas agrupaciones, surgidas en la oscuridad de los siglos anteriores a la ocupación romana, prefiguraban ya a la Confederación Helvética.

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