La suiza de lengua hispánica existe
La colonia suiza de Baradero (Argentina) ya no es la misma del siglo pasado. Otras generaciones sucedieron a los emigrantes fundadores, pero el espíritu suizo continúa flotando y con él perdura la imagen de una patria imaginaria.
El historiador helvético Christophe Mauron explica que existe una suiza de lengua hispánica que no es reconocida oficialmente.
“En Baradero conocí a un personaje fascinante, Emilia Haeberger. Tiene 80 años y recuerda el pueblo de donde provienen sus ancestros, una pequeña aldea del cantón de Berna. Lo más asombroso es que recuerda historias, habla el dialecto, pero ella nunca ha estado en Suiza, nació en Argentina”, relata Christopher Mauron.
El caso tal vez no es único y lo encontramos en la emigración suiza de Brasil y de Chile, pero sirve para ilustrar que a más de 100 años que se produjo el primer éxodo, los recuerdos reproducen un país imaginario, que quedó inmóvil en el tiempo.
Problema de reconocimiento
La existencia de los suizos hispánicos, es decir, de las colonias suizas en Latinoamérica, es un caso que reviste dos facetas. La primera concierne a la suiza oficial que no admite y prefiere ignorar que en el pasado los suizos debieron también emigrar.
“En Baradero encontré cartas y otros documentos de familias que yo conocía en el pueblito de San Martin, en el cantón de Friburgo. Cuando los visité para mostrárselos quedaron sorprendidos de saber que existían parientes que habían emigrado a la Argentina hace más de un siglo”, cuenta Christophe Mauron.
Este ejemplo ilustra, en el ámbito familiar, esta especie de olvido que en el fondo es no querer admitir que los suizos también emigraron por causas económicas, por falta de trabajo, y en busca de mejores oportunidades para sus familias.
Lo mismo sucede en el plano oficial, y el historiador helvético admite que la emigración civil es poco conocida. “En cambio se ha escrito mucho y se ha reconocido el papel de los emigrantes suizos enrolados en los ejércitos mercenarios europeos y, en particular, de las generaciones de suizos que han integrado la guardia pontifical del Vaticano”.
En cuanto a la existencia de una suiza hispánica, el ejemplo de Baradero es elocuente. Christophe Mauron no oculta su asombro en descubrir los mitos que han servido para reconstruir una patria ausente:
“La creación de asociaciones culturales, de bibliotecas, de organizaciones de ayuda mutua y la construcción de la ‘Casa Suiza’, constituyen símbolos que no dejan de sorprender. Encontramos más elementos patrióticos que en Suiza misma”, afirma.
“La Casa Suiza fue construida con 22 columnas que representaban los 22 cantones de la época y en su interior los adornos perpetúan los mitos fundadores de la madre Helvecia”, agrega.
Problemas jurídicos
En el 2004, con 3 y 4 generaciones de colonos, los que residen en Baradero continúan enarbolando las banderas del patriotismo helvético, ya por encima del cantón originario, Friburgo.
“Todos se sienten los auténticos hijos de Helvecia”, y el autor del estudio se pregunta si eso no es más que nostalgia, un repliegue en busca de identidad, o un acto de comunitario en torno a los orígenes.
El problema es que el fervor helvético no es reconocido en las instancias federales, por la buena y simple razón que sus descendientes ya no poseen la nacionalidad suiza. Un problema que afecta a las colonias brasileñas y chilenas y que tiene un trasfondo jurídico.
Al respecto, Christophe Mauron estima que se trata de un asunto que deben resolver en Berna las autoridades competentes, pero su punto de vista hace tabla rasa de fervores patrióticos y lazos genealógicos:
“Mejor sería que los descendientes vivieran sus nuevas vidas como argentinos o chilenos porque me parece que después de más de un siglo es difícil volver atrás”, enfatiza.
“Es más, agrega, la imagen de la patria suiza que tienen estos descendientes de Baradero no corresponde a la realidad, a lo que Suiza es hoy, a sus valores actuales”.
Sin embargo, reconoce que muchos descendientes lograron recuperar la nacionalidad suiza y han hecho el viaje a las raíces. Han vuelto a Suiza, pero en la patria de sus ancestros, aparte de encontrar una serie de dificultades de integración, de diferencias de mentalidad, siguen en el fondo añorando su nueva patria, la Argentina.
Christophe Mauron concluye con una imagen que recoge en su libro y que habla por sí sola. La ambivalencia de las identidades originales:
«Durante una manifestación patriótica, el padre besa la bandera suiza mientras que sus hijos besan la bandera argentina».
(Este reportaje sigue en: Más sobre el tema).
swissinfo, Alberto Dufey
La existencia de una suiza de lengua hispánica, está representada por el ejemplo de Baradero.
Christophe Mauron describe los mitos que han servido para reconstruir una patria ausente:
La Casa Suiza fue construida con 22 columnas que representaban los 22 cantones de la época y en su interior los adornos perpetúan los mitos fundadores de la madre Helvecia.
Todos los descendientes suizos se sienten los auténticos hijos de Helvecia, y el autor del estudio se pregunta si eso no es más que nostalgia, un repliegue en busca de identidad, o un acto de comunitario en torno a los orígenes.
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