Locarno: los hombres, el ‘show’; las mujeres, el futuro
Para un festival que en 2018 firmó un acuerdo sobre la paridad de género en su programación, las selecciones de este año muestran tristemente una clara falta de compromiso para alcanzar ese objetivo.
La competición Cineasti del presente fue una bienvenida excepción. Es el único concurso en la edición de este año que tiene una selección mayoritaria de directoras: 53,3% frente al 23,5% en el Concorso Internazionale (Pardo d’Oro).
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Compromiso de Locarno con equidad de género
Cineasti del presente es la rama del Festival de Cine de Locarno dedicada a los primeros y segundos largometrajes. Se declara un “lugar dedicado al descubrimiento del cine del mañana”. Este año, la selección de quince películas, de Argentina a Georgia, de Bosnia a Túnez, ofreció una sorprendente variedad de trabajos con potencial de impacto duradero en el circuito de festivales y en la industria cinematográfica en general.
Tres mujeres
A lo largo de la competición, tres largometrajes dirigidos por mujeres se destacaron como obras nuevas seguras y evocadoras.
De Chile, Mis hermanos sueñan despiertos, de Claudia Huaiquimilla, fue un punto culminante de la competencia, un drama cálido pero conmovedor sobre un centro de detención juvenil donde la esperanza de un futuro mejor es difícil de encontrar. Los hermanos Ángel y Franco, conocidos como Flea, llevan un año encarcelados a la espera de juicio por un crimen que la película se cuida de no explorar abiertamente.
Esta no es una película sobre lo que cualquiera de estos chicos podría haber hecho, sino sobre el sistema que los atrapa. Fortalecida por la suave química entre el elenco, la película de Huaiquimilla se siente como una mano sanadora para ofrecer una visión de sus vidas no definida por su historia. Es tanto más devastadora, cuando el vislumbre de un futuro de libertad y crecimiento es tan cruelmente arrebatado.
De Alemania, Sabrina Sarabi firmó un segundo largometraje, No One’s With the Calves (Nadie está con los terneros), una adaptación de la novela homónima de la autora alemana Alina Herbing. En muchos sentidos recuerda el trabajo del actor y director inglés Andrea Arnold. La película de Sarabi explora la vida de la adolescente rural Christin que vive en la granja familiar de su novio en las afueras de Hamburgo.
Su hastío y su falta de sentido de sí misma se filtran en la película para crear una representación lenta, silenciosa y efectiva del anhelo y la decepción. El denso calor del campo y el aire brumoso añaden una pesadez a la película que ayuda a esta asociación narrativa y estética. La actriz principal, Saskia Rosendahl, avanza a través de la película con una mirada desafiante, aceptando sin comprender los traumas y el aburrimiento que otros imponen a Christin hasta que la posibilidad de cambio se vuelve realmente aparente.
Por encima de la trampa del ‘arthouse’
Quizás la muestra más audaz de dirección artística y juego de género provino de la directora griega Araceli Lemos en su primer largometraje Holy Emy, donde la emancipación de una joven toma un camino espectral.
En la comunidad católica filipina de Atenas, la marginada rebelde Emy se niega a ser bautizada mientras su hermana mayor, Teresa. intenta conformarse con lo que se espera de ella. Sin embargo, Teresa está embarazada y el comportamiento misterioso, a menudo sobrenatural, de Emy fuerza una división entre las hermanas.
Lemos muestra una confianza real en desplegar momentos visuales impactantes para puntuar una narrativa a menudo estática y opresiva; estas escenas viscerales, incluso horripilantes, elevan el drama por encima de algunos de sus adornos de cineasta independiente.
Las tres películas despliegan un gran sentido de cuidado y atención por sus jóvenes protagonistas, individuos que luchan contra el régimen, las expectativas o la falta de oportunidades. La sensibilidad es primordial, incluso cuando el mundo de la narrativa no presenta más que dureza, y estas cineastas muestran un compromiso de mirar hacia adelante, a un futuro más suave y vibrante.
Para el festival en sí, esta competencia proporcionó una muestra de las talentosas películas de una amplia y diversa gama de voces, que Locarno puede ofrecer. Es algo de lo que el Concorso Internazionale puede aprender.
Caitlin Quinlan es una crítica de cine independiente de Londres. Ha publicado trabajos en Sight & Sound, Little White Lies y el Financial Times. Organiza eventos cinematográficos dirigidos por mujeres con el Bechdel Test Fest y es miembro del Círculo de Críticos de Londres.
Twitter: @csaquinlan
Instagram: @caitlinquinlan
Traducido del inglés por MA Rubín y P Islas
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