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Los Elmiger, de Lucerna a la ‘América guaraní’

Francisco Elmiger, paraguayo descendiente de suizos, con su hija Alejandra. swissinfo.ch

Alejandro Emilio José Elmiger fue otro ciudadano helvético que, soñando con 'hacerse la América', decidió emigrar en 1930 de su otrora empobrecido país.

Su hijo Francisco, suizo-paraguayo, recrea la odisea que ‘Don Suizo’, como lo llamaban, emprendió hace más de un siglo. «La pasión que tengo por Suiza viene de lo que me enseñó mi padre», asegura.

Francisco Elmiger es suizo-paraguayo y, aunque tiene la nacionalidad helvética heredada de su padre, no conoce la tierra de sus ancestros.

Pero como para tantos otros descendientes en parecidas condiciones, mantiene intacto su vínculo con la patria alpina y se declara orgulloso de su origen suizo, sentimiento inculcado por su padre, Alejandro Emilio, quien nunca abandonó las costumbres de su Lucerna natal.

El largo camino de ‘Don Suizo’

«Mi padre, Alejandro Emilio José Elmiger, nació en Lucerna el 18 de octubre de 1897 y falleció en Paraguay el 25 de julio de 1976. Fue uno de los 11 hijos de la pareja formada por Francisco José Elmiger y Georgina Pfifer von Altishofen, hija de Maximilian Pfifer von Altishofen, constructor del ‘Gran Hotel Internacional’ de Lucerna», relata Francisco.

Explica que su progenitor, junto con varios de sus hermanos y otros compatriotas, partió de Suiza en 1930 en búsqueda de «hacer la América», y así llegó al puerto de Buenos Aires (Argentina), sin conocer el idioma ni las costumbres.

«Al principio hizo cualquier tipo de actividad laboral, hasta que se trasladó a la provincia de Córdoba donde se constituyó en el primer profesor de natación en un club social».

«Más tarde, atraído por el auge de los suizos que estaban más al sur del país y por el clima similar al de su país de origen, se mudó a un pueblo llamado General Costas, al pie de la Cordillera de los Andes, contratado por una empresa como contador y administrador, donde formó su primera familia y tuvo dos hijos: Rosmarie y Antonio Alejandro».

Volver a empezar…

El recorrido del inmigrante suizo fue exhaustivo: luego de vivir un tiempo al pie de la cordillera andina, se trasladó a Puerto Esperanza, invitado por su cuñado Alfonso Schaerer, colonizador de la zona.

Francisco cuenta que allí su padre formó parte de la empresa familiar y participó en varias actividades sociales y culturales de la nueva colonia conformada por inmigrantes helvéticos, pero que pocos años más tarde murió su primera esposa y tuvo que tomar una decisión extrema:

«Había quedado en un estado emocional calamitoso, solo con sus dos hijos adolescentes y, tomando la decisión más dura de su vida, decidió separarse de ellos enviándolos a Trelew, con familiares de su finada esposa».

«Luego de penurias y problemas de salud, conoció a mi madre, una paraguaya llamada Disma Agustina Garcete, con quien formó su nueva familia y vivió sus últimos 17 años. De esa unión nacimos cuatro hijos, Emilia Catalina y yo, y dos hermanos que murieron al nacer».

San Juan Nepomuceno, en Paraguay, pueblo natal de la madre de Francisco, fue el primer destino en tierras guaraníes:

«Al llegar allí, mi padre era el único suizo en la zona, razón por la cual lo llamaban cariñosamente ‘Don Suizo'», cuenta entusiasmado.

«Allí fundó el primer hospedaje denominado ‘Hostería el Suizo’, y participó en diversas actividades, colaborando con entidades de apoyo al desarrollo del pueblo. Entre otras cosas, ejerció la docencia en la enseñanza de idiomas (ad honorem) en un colegio secundario».

«Varias anécdotas y la imagen de un señor de edad leyendo a la sombra de un árbol, con su bastón como sostén y la pipa humeante en la comisura de sus labios, perdura todavía en la memoria de los pobladores más viejos», anota.

«Y me llena de satisfacción que cuando vuelvo al pueblo (hoy una ciudad), aquellas personas que han conocido a mi padre me dicen: ‘Parece que volvió el Suizo'».

Regar las raíces y mantener viva la pasión por Suiza

Francisco Elmiger es ingeniero agrónomo, carrera que pudo culminar gracias a una beca obtenida del seguro de su padre en Suiza.

Aunque ejerció la profesión una docena de años, actualmente dirige una empresa familiar dedicada a la distribución de electrodomésticos donde trabaja junto con su esposa, Teresita, y sus tres hijos: Héctor, de 27 años; Ingrid, de 22; y Alejandra, de 20, todos dobles nacionales.

Entrar a su casa en Asunción es respirar la tradición helvética: junto a los retratos de sus padres se mezclan ‘souvenirs’ de Suiza y toda la familia lleva el anillo de sello con el escudo de los Elmiger.

«La pasión que tengo por Suiza viene de lo que me enseñó mi padre, de los datos que me pasaba poco a poco, las anécdotas de familia, pequeñas historias y, sobre todo, porque la casa estaba empapelada por cuadros de paisajes de Suiza, retratos añejos, escudos de familia… Además, por supuesto, no faltaba la música de los Alpes en las mañanas domingueras», rememora con cierta nostalgia.

«Recuperación de identidad y origen»

Aunque no le fue posible tener un vínculo más cercano con Suiza, – en parte, dice, por la muerte muy prematura de su padre (él tenía 17 años) y la falta de recursos económicos, sumados a la falta de comunicación y la limitación ocasionada por la pérdida de los idiomas helvéticos (en su casa se hablaba el castellano y el guaraní) -, Francisco experimentó un proceso al cual llama de «recuperación de identidad y origen»:
«Con ese objetivo, y a instancias de mi esposa Teresita, realizamos un viaje hasta Trelew, a casi 7.000 kilómetros de aquí, a fin de conocer a mis hermanos, con quienes llevo una diferencia de edad de casi 20 años».

«Este encuentro me dio la oportunidad de reconstruir una parte de la historia familiar, de mantener un contacto permanente por los medios que ofrece hoy la tecnología, y descubrir, por ejemplo, que mi hermano es el vivo retrato de mi padre», sostiene y asegura:

«Esta experiencia motivó también que al regresar de la Argentina, y aprovechando que Héctor, mi hijo mayor, había culminado su carrera universitaria, le propuse que vaya a conocer nuestro lugar de origen, y así lo hizo».

«Pudo estar treinta días recorriendo (Suiza) y visitó Lucerna, algo que al año siguiente repitió nuestra hija Ingrid, que vive actualmente en Nueva York».

«Por supuesto, mi valija y la de Teresita están preparadas para que en cualquier momento… ¡que espero que sea este año!… podamos desempacar en algún hospedaje del cantón de Lucerna y así cumplir con mi sueño y, posiblemente, el sueño de muchos descendientes suizos que por diversos motivos hasta hoy no lo han podido realizar», augura, con el brillo estampado en la mirada.

swissinfo, Norma Domínguez Asunción (Paraguay)

Francisco Elmiger es Ingeniero Agrónomo.

Actualmente dirige una empresa familiar dedicada a la distribución de electrodomésticos donde trabajan también su esposa y sus tres hijos.

El matrimonio espera poder cumplir este año el sueño de viajar a Suiza y hospedarse en su ciudad de origen, Lucerna.

Dos de sus hijos ya conocen la ciudad natal del abuelo suizo.

Alejandro Emilio José Elmiger nació en Lucerna en 1897 y falleció en Paraguay 1976.

Fue uno de los 11 hijos de la pareja formada por Francisco José Elmiger y Georgina Pfifer Von Altishofen, hija de Maximilian Pfifer Von Altishofen, constructor del ‘Gran Hotel Internacional’ de Lucerna.

En 1930 emigró, junto con varios de sus hermanos y otros compatriotas, a Argentina, donde vivió en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Chubut y Misiones. Más tarde se estableció en Paraguay (San Juan Nepomuceno).

En Argentina trabajó, entre otras cosas, como profesor de natación, dio clases de idiomas, estuvo empleado como contador y formó parte de una empresa familiar en Misiones.

En Paraguay, fundó el primer hospedaje denominado ‘Hostería el Suizo’ y participó en diversas actividades, colaborando con entidades de apoyo al desarrollo del pueblo.

Tuvo dos matrimonios, de los cuales nacieron seis hijos.

De su matrimonio con la paraguaya Disma Agustina Garcete, nació Francisco Elmiger, actualmente miembro de la comisión directiva de la Sociedad Suiza de Beneficencia (SBB).

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