Música en la cumbre
El Festival de Verbier acoge en el corazón de los Alpes suizos a lo mejor de la música clásica. Los intérpretes conviven en la pequeña estación de esquí con un público entregado y docenas de jóvenes estudiantes de la Academia.
Dos momentos memorables este año fueron la Noche de los pianistas, que reunió sobre un mismo escenario a diez maestros del teclado, y el concierto de la joven estrella del violonchelo: la argentina residente en Suiza Sol Gabetta.
Cada verano la pequeña localidad alpina de Verbier se inunda de sonido. Los pianos, flautas y violonchelos pueden escucharse a cada paso desde la mañana hasta bien entrada la noche en cada esquina.
Se trata de una ‘invasión’ amigable de jóvenes músicos de Estados Unidos, Rusia, Israel, Argentina o Venezuela, llegados a los Alpes suizos atraídos por la Academia de Verbier, que propone seminarios y clases magistrales con algunos de los músicos más relevantes de nuestro tiempo.
Para estos chicos el premio mayor es pasar a formar parte de la Orquesta de Verbier, que acoge a músicos de hasta 29 años. La formación sinfónica es una escuela insuperable pues la batuta la llevan grandes directores. En la práctica, ello significa una excelente posibilidad de aprendizaje.
Desde este año, el director titular es Charles Dutoit. Considerado de forma casi unánime como «el más grande músico suizo vivo», ha desarrollado una larga carrera internacional como director de orquesta en Canadá, Estados Unidos o Inglaterra.
Dutoit se presentó en Verbier con una obra inhabitual. La monumental (casi dos horas de duración) Sinfonía Turangalila del compositor francés Olivier Messiaen. Todo un desafío tanto para el director como la joven orquesta. Un ‘tour de force’ que se saldó con una sala puesta en pie.
Una ovación de tales características para una obra contemporánea no es algo que ocurra todos los días en un festival conservador y de público mayormente maduro como es Verbier. Sin duda, un triunfo más que debe apuntarse en el ya extenso haber del director suizo.
Piano a 20 manos
Otro de los puntos fuertes de la edición 2009 fue, sin duda, la extravagante Noche de los Pianistas. El evento tuvo un precedente que marcó época. En 2003, nueve de los más celebrados pianistas se reunieron para una Piano Extravaganza que fue publicada en DVD y retransmitida para Europa por la cadena de televisión franco-alemana ARTE.
Este año, los nombres no tuvieron tanto relumbrón (de hecho, las divas del teclado Martha Argerich y Hélène Grimaud cancelaron su participación a último momento), pero igualmente el público pareció disfrutar a fondo del concierto. En el menú, toda una oferta de ‘clásicos populares’ que fueron desde la conocida polka Trisch Trasch hasta la obertura de Guillermo Tell, de Rossini. Pero el plato fuerte de la velada fue la presentación de las celebérrimas Cuatro Estaciones de Vivaldi en un curioso arreglo para… cuatro pianos. Toda una experiencia.
Los responsables de llevar a buen puerto la exótica propuesta fueron los pianistas Emanuel Ax, Julien Quentin, Alessio Bax, el argentino residente en Ginebra Nelson Goerner o la nueva estrella del teclado: la (muy bella) pianista china Yuja Wang. La noche se cerró con una humorada que reunió sobre el escenario al pianista ruso Evgueny Kissin, el cellista letón Mischa Maisky y el violinista estadounidense Joshua Bell acompañando al histórico compositor Rodion Shchedrin.
De las sierras de Córdoba a los Alpes suizos
Hablar de Shchedrin, de 77 años y considerado como el más grande compositor ruso vivo, permite presentar a otra de las estrellas de Verbier: la violonchelista argentina Sol Gabetta. La joven intérprete causó sensación con en el público (literalmente) pasmado ante el dominio técnico y la sensibilidad de la cordobesa.
Un público muy difícil, entre el que se contaban algunos intérpretes de leyenda. De hecho, en conversación con swissinfo, Sol Gabetta destacó que una rareza de Verbier es «que los músicos se toman el tiempo de ir a escuchar a otros músicos». Algo, a juzgar por su sorpresa, muy poco frecuente.
La joven argentina residente en Basilea presentó la obra Das Buch (el libro), del compositor letón Peteris Vasks. Una pieza que electrizó al público pues Gabetta acompañó su cello cantando. La suma de voz y cuerda creó un momento realmente mágico antes de pasar al otro plato fuerte, las Antiguas Melodías Tradicionales Rusas, del moscovita Rodion Shchedrin.
El veterano músico tocaba por vez primera con Sol Gabetta en Verbier. El anciano compositor, heredero de la gran tradición rusa, y la joven cordobesa parecieron entenderse desde el primer minuto. swissinfo pudo asistir en exclusiva a los ensayos en los que ambos artistas se prodigaron elogios mutuos y sonrisas cómplices.
Y todo ello en presencia de otra testigo de excepción: la legendaria bailarina Maya Plissetskaya, esposa de Rodion Shchedrin. La bailarina, que posee la doble nacionalidad rusa y española y fue coreógrafa del Ballet Nacional de España, no escatimó halagos para Sol Gabetta, a quien calificó de «fenomenal».
Voces críticas
Pero dentro de este panorama aparentemente idílico se elevan tímidamente voces críticas. Algunos observan que llegar hasta Verbier no está al alcance de todos los bolsillos y califican la cita alpina de «elitista». Por otro lado, no son pocos quienes observan en Verbier el extremo del ‘star system’ de la música.
Un festival de calidad indudable, pero que pone de manera evidente el acento en la fama internacional de sus invitados y en el que a menudo se tiene la impresión que el peso de los nombres propios está casi por encima del interés que debería generar la propia música.
Los defensores del ‘status quo’ argumentan que ese brillo y el innegable atractivo de los divos es lo único que permite seguir llegando al público en un tiempo muy difícil para el negocio musical. Pero, a pesar de todo, el Festival de Verbier, que termina el próximo 2 de agosto, se ha ganado por derecho propio un hueco entre las otras ‘joyas de la corona’ de la cultura suiza, como son los festivales de Montreux o Lucerna.
Rodrigo Carrizo Couto, Verbier, swissinfo.ch
Fundado en 1994, el Festival de Verbier ha visto pasar por sus dos escenarios (Sala Medran y la pequeña iglesia) a la práctica totalidad de solistas y directores de primer nivel mundial.
Entre muchos otros, los pianistas Hélène Grimaud, Evgueny Kissin o Martha Argerich, los directores Kurt Masur, James Levine o Valéri Gérgiev y los violinistas Gidon Kremer, Joshua Bell o Janine Jansen.
También han pasado por Verbier cantantes ‘modernas’ como Björck o Ute Lemper, la actriz suiza Marthe Keller o la diva británica Vanessa Redgrave y escritores del calibre de Yasmina Reza o Paolo Coelho.
Con el apoyo financiero de Rolex y UBS, el festival se ha atravesado una tormenta cuando el mayor banco de Suiza retiró su patrocinio a la orquesta el pasado año. Hoy la formación cuenta con financiación de la ciudad de Verbier y el cantón del Valais.
Desde este verano, el nuevo director musical de la Orquesta del Festival de Verbier es Charles Dutoit, considerado como «el más relevante músico suizo vivo».
Nació en Córdoba, Argentina, hace 27 años en el seno de una familia de origen ruso y francés. Su hermano es un prestigioso violinista.
Tras ganar varios concursos en su Argentina natal, viajó a España para estudiar en la Escuela Reina Sofía, de Madrid. Posteriormente, se instaló en Basilea, donde estudió con Iván Monighetti.
Su debut internacional tuvo lugar en 2004, cuando se presentó en el prestigioso Festival de Lucerna acompañada del director ruso Valeri Gérgiev y la mítica Orquesta Filarmónica de Viena.
Sol Gabetta ha grabado cuatro discos para el sello RCA – Sony. Su último CD verá la luz el 14 de agosto y está consagrado a obras de Mozart y Haydn.
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