Maestro de la pluma y del trineo
Escritor, aventurero y trotamundos, Hemingway pasó varios cortos períodos de su vida en Suiza, cerca de Montreux. En la habitación de un chalet suizo el novelista estadounidense escribió varios capítulos de 'Adiós a las armas'.
«El trineo suizo es como un viejo automóvil. Los domingos, con buen tiempo, todos los habitantes de la aldea; desde las abuelas hasta los chicos de la calle se sientan sobre esas especies de tartas, erguidos y con la misma expresión deslumbrada y concentrada», escribía un periodista del ‘Toronto Star’, en marzo de 1922.
El corresponsal del diario canadiense explicaba más adelante la posición que debía adoptarse sobre el trineo y cómo utilizar pies y piernas para abordar las curvas.
«El trineo empieza a deslizarse rápidamente y en poco tiempo alcanza una velocidad impresionante. Para girar, se estira la pierna y se planta el pie en la nieve», añadía.
Esta descripción entusiasta, formulada en calidad de joven reportero, prefigura a aquél que se convertirá en el escritor símbolo de la literatura del siglo XX.
Vacaciones en la montaña
Hemingway vino por primera vez a Suiza en enero de 1922, en compañía su esposa Hadley.
La pareja hizo su primera parada en la fonda de la estación de trenes de Montreux. «Las mesas eran de madera pulida, con pequeñas canastas que contenían los ‘bretzels’ embalados en sacos transparentes».
Hemingway apreciaba los ‘bretzels’ por su gusto salado y el buen sabor que daban a la cerveza.
El escritor norteamericano y su esposa subieron después al MOB, tren que une a Montreux con Zweisimmen, para ir hasta el pequeño pueblo de Chamby donde se hospedaron en la Pensión de la Forêt, un típico chalet suizo.
«Hemingway amaba Suiza por su montañas», dice David Spurr, profesor de literatura inglesa en la Universidad de Ginebra.
Un refugio contra la guerra
En su habitación, con vista sobre los Alpes franceses, Hemingway escribió algunos de los capítulos de una de sus más célebres obras: ‘Adiós a las armas’.
Con acentos autobiográficos este libro cuenta la historia de un soldado conductor de ambulancias que después de haber sido gravemente herido en una batalla y de enamorarse de su enfermera, deserta y se refugia en Suiza.
«En la novela Suiza es pintada como un oasis de paz, un refugio contra los horrores de la guerra», agrega David Spurr.
El lugar más apacible del mundo
Para volver a encontrar los rastros del paso de Hemingway por Suiza es suficiente pasar las hojas de sus libros. Como prefería administrar su leyenda él mismo, Hemingway puso mucho de su vida en sus obras.
En algunos pasajes de su libro póstumo, ‘París era una fiesta’, publicado en 1964, se encuentran las descripciones de sus paseos bajo la nieve y los descensos en trineo en la región de Les Avants donde: «la nieve que cae a través de los pinos cubre las carreteras y laderas de las colinas».
En la acogedora pensión-chalet de Chamby adonde regresó en varias ocasiones para pasar vacaciones con su esposa, Hemingway apreciaba «estar juntos, con muchos libros, bien abrigado en la cama bajo la ventana abierta sobre las estrellas brillantes del cielo».
«Chamby y Les Avants son los lugares más apacibles del mundo… con los mejores aguardientes, el esquí, el trineo y el patinaje».
Un deporte poco común
Apasionado de la caza y la pesca, Hemingway se distinguía por su inclinación a las emociones fuertes.
Aunque el trineo es un deporte menos «macho», que las corridas de toros de Pamplona o que los safaris en las sabanas africanas –sus dos grandes pasiones-, Hemingway nunca subestimó el trineo suizo «que exige nervios sólidos» y sobre el cual «se está sentado sin puntos de apoyo, a sólo 10 pulgadas del hielo».
El escritor adoraba también el ‘bob’. Incluso fue campeón local. Con tres amigos conquistó el Premio del Molard. La copa de plata grabada con sus nombres se conserva en la biblioteca de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos.
Hemingway volvió a Suiza como periodista a finales de 1922, para seguir una conferencia sobre el Imperio otomano que tenía lugar en la ciudad de Lausana.
Entre los participantes estaban especialmente Benito Mussolini, salvado de la ‘marcha sobre Roma’. Después de su encuentro con el ‘Duce’ Hemingway escribirá: «Mussolini es la mayor fanfarronada de Europa. Incluso si ordenara detenerme y fusilarme mañana, seguiría considerándolo como una fanfarronada».
En la mira de las críticas
Su exhuberancia, su vida de aventurero, su carácter de peleador, su predilección por las comidas pantagruélicas y las enormes sesiones de bebida captaron la atención sobre el personaje y por consecuencia las críticas.
Los amantes de la naturaleza y de los animales condenaron su pasión por la cacería de leones, ciervos y rinocerontes , sin olvidar su amor por la tauromaquia.
Los pacifistas lo acusaron de ser un partidario de ir a la guerra después de su participación en las dos Guerra Mundiales y en la Guerra Civil española.
Al organizar, por ejemplo, una célula de resistencia en París, en 1944, Hemingway habría violado su posición de no combatiente. Pero, Hemingway estaba a menudo presente en el terreno como invitado especial y no como soldado.
Entre otras cosas, su opinión sobre la guerra es bastante clara. «Nunca hay que pensar que la guerra, incluso justificada, no es un crimen», escribió.
Los Alcohólicos Anónimos protestaron por sus celebraciones del ‘daiquirí’, del ‘mojito’, del vino español, del martíni y de la champaña Dom Perignon que según él: «se puede consumir a raudales con toda tranquilidad porque es una bebida absolutamente sin alcohol».
Ahora bien, lo que realmente molestaba a críticos y acusadores era el inmenso apetito de Hemingway por la vida. Una vida que, según su propia confesión, no fue fácil. «El oficio de hombre es difícil. Pocos son capaces de ejercerlo».
(Traducción: J.Ortega)
Entre las obras de Ernest Hemingway figuran: ‘El sol también se levanta’ (1926), ‘Adiós a las armas’ (1928), ‘Por quién doblan las campanas’ (1940).
5 millones de ejemplares del ‘Viejo y el mar’ se vendieron en 48 horas. Hemingway obtuvo el Premio Pullitzer en 1953.
En 1954 recibió el Premio Nobel de literatura
Ernest Hemingway nació el 21 de julio de 1899, en Chicago
Enviado a Italia durante la Primera Guerra Mundial, el escritor llegó a Suiza en 1922, donde pasó 4 meses.
Después de cuatro matrimonios, diversos incidentes e infortunios y varias permanencias en los cuatro rincones de la Tierra, Hemingway puso fin a sus días el 2 de julio de 1961, en su casa de Ketchum, Idaho, Estados Unidos.
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