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Miró, Giacometti y Klee: una relación surrealista

Joan Miro dans son studio
Joan Miró em seu ateliê de Son Boter em Palma (Espanha), 1968. Francesca Català-Roca/Arxiu Històric del Col legi d'Arqui-tectes de Catalunya

Cuando hablamos de Joan Miró pensamos inevitablemente en el surrealismo de sus cuadros y sus peculiares figuras, a las que acompaña además una gama pictórica muy particular. Ahora, el Zentrum Paul Klee de Berna expone una selección de su obra para rendir homenaje al artista español.

Joan Miró fue uno de los artistas más influyentes y notorios del movimiento surrealista que surgió en la primera mitad del S. XX. Si pensamos en su obra, tal vez nos venga en mente el particular estilo que utilizó para expresar su arte. La luna, el sol, las estrellas o el contorno de una mujer son figuras que se repiten frecuentemente en su obra en general y queda reflejado en particular en la presente exposición del Zentrum Paul Klee.  

Cuadro surrealista de Joan Miro
Joan Miró, ‘Tela quemada 2’ (1973), acrílico sobre tela cortada e queimada 130 x 195 cm Successió Miró / 2022, ProLitteris, Zurich

Sin embargo, lo que muchos desconocen es la influencia que Klee ejerció en su arte, así como la relación de amistad que mantuvo con el escultor también suizo Alberto Giacometti.

Miró y Klee compartieron en vida 19 exposiciones, aunque jamás se llegaron a encontrar personalmente. No obstante, a ambos les unía una singular relación de admiración.

“Klee fue el encuentro más importante de mi vida”, dijo en una ocasión Joan Miró sobre el artista suizo. Por otro lado, Paul klee también le dedicaba algún que otro elogio en público y mostraba su admiración por el catalán.

El arte deliberadamente “infantil”, el mundo de la locura, del circo y el gusto por las marionetas está patente en el estilo de ambos artistas. De algún modo siempre estuvieron cerca, pero al mismo tiempo lejos.

Y una vez más, la obra de Joan Miró se acerca de nuevo al artista suizo. En esta ocasión, la exposición ‘Nuevo Horizonte’Enlace externo, que reúne una importante colección del pintor español, se puede visitar en la capital suiza hasta el 7 de mayo de 2023.

“Miró alcanza una visión cósmica del arte”

Joan Miró es conocido por sus coloridos mundos de ensueño surrealistas. “Su interés por el arte anónimo y colectivo le llevó a colaborar con artesanos, poetas y arquitectos, siempre motivado por un interés por la naturaleza, las tradiciones populares, etc. Todo ello le permitió alcanzar una visión cósmica del arte”, señalaba a SWI swissinfo.ch sobre el autor Teresa Montaner, responsable de colecciones de la Fundació Joan Miró.

Al pintor catalán le tocaría vivir acontecimientos políticos y sociales turbulentos. La ciudad condal asiste a sus primeros pasos en el mundo del arte. No obstante, serían los paisajes emocionales de París de los años veinte, junto a la poesía surrealista, el expresionismo abstracto de Nueva York y Japón o la tranquilidad de Mallorca los que acabarían de conformar su obra.

Justamente esa última etapa de su carrera es el punto de partida de la exposición. La muestra refleja ese momento de autocrítica y nuevo comienzo que experimenta Joan Miró al trasladarse definitivamente a Palma de Mallorca en 1956. A partir de entonces, el pintor cuestionaría toda su obra anterior y reanudaría el trabajo de obras inacabadas.

En esa época, Miró busca nuevas formas de expresión y decide apartarse de los métodos de pintar más clásicos. Cambia el pincel por las tijeras y otros instrumentos, utiliza tejidos y realiza esculturas de tamaño gigantesco. El resultado de esta transformación artística se puede observar en las 74 obras de que consta la muestra, principalmente desde finales de los años sesenta hasta principios de los ochenta.

Miró y Klee se acercan de nuevo

¿Pero, en qué pensamos cuando hablamos de Paul Klee? Es posible que nos venga en mente los colores de su conocido cuadro ‘Insula Dulcamara’, o las figuras de peces, como en ‘Fish Magic’, o tal vez ojos, caras y líneas que pueden recordarnos también a Miró.

Cuando los miembros del distinguido Club 49 de Barcelona votaron en 1957 los diez mejores pintores del siglo, los tres primeros fueron Picasso, Klee y Miró. No obstante, aunque estos dos últimos artistas tuvieron mutuo interés por sus respectivas obras, nunca coincidieron personalmente.

Dos cuadros de Miró con siluetas parecidas
Joan Miró, «Mujer delante de la Luna II» (1974), acrílico sobre tela, (à esquerda) e «Mujer delante del Sol I» (1974), acrílico sobre tela. Successió Miró / 2022, ProLitteris, Zürich

“El propio Miró rememora en sus entrevistas la primera vez que André Masson le mostró unas reproducciones de Klee y el impacto que estas le causaron. Eso sucedía en 1923, momento en el cual su pintura tomaría otra orientación”, destaca Montaner.

Después del descubrimiento de Klee, Miró tuvo acceso al arte del suizo a través de las numerosas galerías que frecuentaba. Durante un viaje que realizó a Berlín a finales de 1935, el historiador de arte alemán Will Grohmann le mostró algún cuadro de Klee en el que ya se apreciaba el método disyuntivo de composición. Miró tomó esa técnica como inspiración para sus peculiares ‘Constelaciones’.

Años más tarde, en 1948, Miró regresaría a París para asistir a una retrospectiva de la obra de Klee en el Museo Nacional de Arte Moderno, cuyo efecto se puede apreciar en su obra a través de los jeroglíficos y signos orientales.

Retrato del pintor Paul Klee
Paul Klee (1879-1940) Walter Henggeler/Keystone

Sin embargo, esa admiración ya venía de lejos. Miró accedería al conocimiento profundo de la obra de Klee a través de sus amigos surrealistas Louis Aragon, Paul Eluard y René Crevel.

“Klee me hizo comprender que una mancha, una espiral, un punto incluso, pueden ser temas pictóricos tanto como un rostro, un paisaje o un monumento”, compartía Miró en una ocasión al polifacético artista húngaro francés Brassaï.

Ahora nuevamente, Joan Miró y Paul Klee coinciden en esta exposición, donde el visitante puede encontrar similitudes o diferencias entre ambos pintores.

Una amistad por correspondencia

Durante su estancia en París, Miró se rodea de un sinfín de artistas, escritores, y gente influyente como Pablo Picasso, André Masson, Paul Éluard, Ernest Hemingway, André Breton y Max Ernst, entre otros muchos.

La capital francesa asistiría también al primer encuentro de Joan Miró y Alberto Giacometti iniciando una intensa relación personal y profesional que se prolongaría desde la década de 1930 hasta la muerte de Giacometti.

Desde el movimiento surrealista ambos artistas se influyeron mutuamente, si bien con una diferencia esencial: Giacometti se decidió por reflejar su arte principalmente a través de la escultura y Miró a través de sus cuadros.

Además, expusieron juntos en varias ocasiones y compartieron al mismo tiempo galeristas de renombre como Bucher, Loeb, Matisse y Maeght.

«Miró era absolutamente perfecto»

“Para mí, Miró era la gran libertad. Algo más aéreo, más suelto, más ligero que todo lo que yo había visto. En cierto sentido era absolutamente perfecto”. El artista suizo le dedicó numerosas palabras de admiración a su amigo.

retrato Alberto Giacometti
Alberto Giacometti (1901-1966) Franz Hubmann/Keystone

En lo que a técnica se refiere, muchos expertos se aventuran a afirmar que Miró influyó primeramente en el escultor suizo. En la década de 1930, Giacometti ya mostraba interés por los objetos poéticos de los cubistas y surrealistas y en concreto por Picasso, Dalí y el propio Miró, lo que podría confirmar esa interpretación de la crítica.

Por su parte, Miró en una de las cartas destacaba lo siguiente de su amigo suizo: “Es el resplandor del hombre lo que más me conmueve en tu obra, siendo la obra sólo ese resultado lógico del que está dotada”. Estas palabras denotan una admiración y tal vez también cierta influencia de Giacometti en Miró, o al menos, deja la puerta abierta. Y los elogios fueron continuos en una amistad que se mantendría por correspondencia.

Alberto Giacometti visitaría incluso en alguna ocasión a Miró en Palma, donde decidió trasladarse definitivamente en 1956.

Finalmente, el surrealismo que inunda la obra de Joan Miró, también se aprecia fácilmente en las esculturas de Giacometti así como en el lenguaje disyuntivo que desarrolló Paul Klee y convierte a los tres artistas en grandes maestros del movimiento, acercándolos entre sí en una peculiar relación surrealista.

Texto releído y verificado por Samuel Jaberg

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