Narrador de conflictos en los países de la Media Luna
Gianluca Grossi, un reportero independiente, es la voz y el rostro del Oriente Medio en la Suiza italiana. Su obra, conocida sobre todo gracias a los programas televisivos, es ahora objeto de una presentación inédita en la muestra 'Instantáneas de la Guerra'.
En el fondo podría ser uno de ellos. Ojos oscuros, mirada profunda, cabello rebelde domado por un peinado cortísimo. Uno de ellos, es decir, un ciudadano de Oriente Medio, que lleva en las muñecas de la mano derecha y en el dedo de la mano izquierda unos collares de plata: el metal de los berberíes, los amazigh, lo cual significa «hombres libres».
Al verlo y oírlo así a sus anchas entre las distintas ánimas del mosaico de Oriente Medio, uno recuerda Le Métèque, la célebre canción de Georges Moustaki, un homenaje ante litteram a la multiculturalidad y, al mismo tiempo, a la universalidad y a la necesidad de sentirse libre, simplemente como seres humanos. Poco antes de la inauguración de la muestra ‘Instantáneas de la Guerra’, charlamos con él cerca de la Galería Job en Giubiasco.
swissinfo: La muestra presenta secuencias filmadas, fotografías y fotogramas impresos en papel de foto. ¿Por qué optó por esta mezcla?
Gianluca Grossi: Como soy periodista de televisión, no podían faltar las secuencias filmadas, forman parte de mi trabajo. Con la asociación de dos formas del lenguaje visual —inmóviles y móviles—, hemos querido hacer un experimento, o sea, retener una instantánea de una imagen televisiva en movimiento.
Con frecuencia, las imágenes en movimiento ocultan particularidades, detalles significativos. A menudo las vemos pasando ante nosotros sin notar ciertas peculiaridades mientras estamos atentos a otras mil cosas e informaciones. Proponer estas imágenes perfectamente inmóviles, ofrece al visitante la posibilidad de llevarse a casa una reflexión distinta, porque permite a la mirada un escrutinio más profundo.
swissinfo: El experimento funciona. En la escena filmada donde un anciano lleva en sus brazos el cuerpo ensangrentado y en jirones de una niña, se capta la violación del cuerpo sagrado. En la imagen fijada, la mirada petrificada del anciano —que en el filme se funde y se confunde en el tormento general— cruza nuestras miradas. Es una imagen que conmueve.
G. G.: Creo, efectivamente, que esta propuesta consiente una lectura en varios niveles y responde plenamente a mi intención. Este fragmento, robado al tiempo transcurrido, genera relatos y reflexiones personales. Hablabas del carácter sagrado del cuerpo y de la vida, un valor que va más allá de cualquier religión. Un valor absoluto que en esta parte del mundo es pisoteado con regularidad.
De manera cuidadosa, he evitado acompañar estas instantáneas con una leyenda descriptiva (sólo indiqué el lugar y la fecha), porque al fin y al cabo es igual de qué conflicto se trata. Con esta muestra quise hacer visibles los valores que evocan un conflicto. En sitios donde la vida vale menos, es donde el discurso sobre la vida se hace más visible.
swissinfo: El dolor encierra una cierta forma de universalidad..
G. G.: Cierto. Mostrar el dolor también significa devolver dignidad a personas que sólo vemos en la tele y en los periódicos y que están inmersas en situaciones filtradas por los comentarios de políticos e intelectuales. Nos resulta, por tanto, difícil entender que esas personas están viviendo un verdadero dolor. Los funerales teatrales no son el espejo de personas agitadas y fanáticas. Es su forma de expresar el dolor.
En su alrededor hay realmente tanta muerte, que la secuencia de estos eventos, lleva efectivamente a una experiencia del dolor a escala industrial.
swissinfo: ¿Existe la habituación al dolor?
G. G.: Si vives en regiones como el Oriente Medio, estás obligado a aprender a vivir los eventos con distancia, es un proceso natural, una manera de sobrevivir, que no vive solamente el reportero, sino todo individuo. De hecho, estamos vacunados contra el dolor, lo cual, sin embargo, no significa que seamos insensibles. Desde el punto de vista profesional, tienes que acostumbrarte al sufrimiento, porque si vives todo en el nivel personal, te arriesgas inevitablemente a desequilibrarte.
Yo hablo del dolor por profesión y sé perfectamente que tengo que transigir con una pátina de cinismo. Pero cuando preparo un programa televisivo y cuando narro un relato, este cinismo no lo exprimo. En realidad, vuelves a ser el hombre que eras.
No creo en la objetividad pura de la información, porque en lo que cuentas, tienes que meter una parte de ti. Si por instinto de conservación tienes que protegerte, te seguirá siempre este dolor en el plano humano: te acuerdas de las personas que has visto y que has encontrado. Forman parte de ti.
swissinfo: ¿Existe entonces una forma para elaborar el dolor de modo constructivo?
G. G.: Sí, se trata del acto de la narración. El relato tiene, en cierto modo, un poder salvador por su función de elaboración del pensamiento, de elaboración del dolor y de la experiencia del dolor de los otros.
El relato también es comunicación, en el sentido de poner en común: transformando el evento en un argumento que se puede proponer al público, se convierte en una experiencia compartida. Ayuda muchísimo. Me ha sucedido que un programa, por motivos de diversa índole, no fuera aceptado. El hecho de no conseguir relatar una experiencia vivida, me pesó mucho más.
Las relaciones que entablas con las personas en momentos terribles, son de una intensidad extraordinaria. Es increíble constatar cada vez, cómo aceptan dejarse filmar, hablar del hijo recién matado, de la esposa apenas masacrada. Me he preguntado ya tantas veces cómo nos comportaríamos nosotros —que somos tan reservados en expresar nuestros sentimientos— si nos encontrásemos en las mismas condiciones. Creo que acabaríamos todos haciendo lo mismo.
swissinfo: ¿Cómo se entablan relaciones de confianza que permiten estar en los dos bandos: en el de las víctimas y en el de los autores de la violencia?
G. G.: En Oriente Medio, las relaciones personales son mucho más sencillas y directas, y cada parte en la causa intenta desviar el agua al propio molino. Está claro que para tejer una red de contactos, se requiere tiempo y paciencia, y hay que cuidar esos contactos celosamente. De todos modos, con la voz que gira y la posibilidad de acceder a la información, todos pueden reconstruir lo que estás haciendo. Y cómo lo haces.
Entrevista swissinfo, Françoise Gehring, Giubiasco
(Traducción del italiano: Antonio Suárez Varela)
La exposición Scatti di Guerra (Instantáneas de la Guerra), abierta al público hasta el 31 de octubre, en la Galería Job en Giubasco, presenta 40 fotografías y una selección de secuencias filmadas inéditas del periodista Gianluca Grossi, de Bellinzona, que documentan las guerras de 2001 hasta hoy.
Protagonista es el ser humano, confrontado con la muerte, que es una amenaza constante y siempre inminente: la propia muerte, la muerte de un prójimo, de un vecino, de un desconocido que inesperadamente se convierte en hermano. Las imágenes constituyen una reivindicación tenaz de solidaridad hacia quienes han perdido todo.
La muestra se divide en dos espacios en los cuales imágenes fotografiadas y filmadas invitan a la reflexión sobre la guerra y sus víctimas. Un paquete de 24 instantáneas en formato 18x24cm, comentadas por el mismo Gianluca Grossi —un precioso cofre de testimonios— está a la venta (80 francos).
Gianluca Grossi nació en Bellinzona el 1 de marzo de 1967.
Después de haber obtenido el doctorado en Literatura comparativa en la Universidad de Zúrich, inició su actividad periodística en la Televisión Suiza de expresión italiana.
Para el telediario realiza sus primeros reportajes en el extranjero. En 2002, se hace independiente y se muda a Medio Oriente. Actualmente vive en Beirut.
Dirige la Weast Productions, una agencia que fundó de producción periodística y televisiva.
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