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No es fácil unir dos culturas en matrimonio

Mischa y Edgar con su hijo Rumy en el hogar de la familia en La Paz. swissinfo.ch

Globalizado, interconectado y sin distancias inalcanzables. Este mundo acerca y aleja cada vez más a quienes Cupido da una cita.

La suiza Mischa Jaubert y el boliviano Edgar Lupa Solíz superan desde hace 23 años las trabas sociales, culturales y financieras para renovar su compromiso sentimental en dos universos diferentes.

Su caso no es precisamente común si consideramos que casi 45% de los matrimonios de s suizas casadas con extranjeros terminan en divorcio. swissinfo.ch visitó en La Paz a la pareja de profesionales y padres de un niño.

Ella, administradora de empresas y lingüista (maneja cinco idiomas) de 38 años de edad; él, arquitecto de interiores de 45 años, regentan una próspera empresa familiar de muebles y decoración de interiores en la capital administrativa de Bolivia. Pero su hasta ahora enriquecedora relación binacional, su vida en común, se ha desenvuelto en dos mundos totalmente distintos: una década en Suiza y los últimos 13 años en el país andino.

Comienzo de telenovela

“La música nos ha unido” dicen mientras el recuerdo les sitúa en 1986 y en una calle de la ciudad suiza Basilea. Una adolescente de 15 años escucha cautivada los ritmos que desgranan las zampoñas, el charango la guitarra y otros instrumentos de un grupo boliviano. La música andina era entonces habitual en las arterias de Suiza y Europa. Al aplauso siguen las palabras.

“Me dio su número telefónico, sin el código de su ciudad, pero logré comunicarme con ella”, cuenta Edgar Lupa refiriéndose al encuentro que les cambiaría la vida completamente. Mischa Jaubert deberá esperar tres años para llenar el requisito jurídico si piensa en una relación más sólida. Entretanto, se sumerge en sus estudios de bachillerato y de violín.

¿Y ahora, qué?

Hija única de músicos, Mischa había soñado con viajar a Japón, África o México, pero su futuro parece empeñado en llevarla a Bolivia. El músico itinerante -que pensó ganar dinero con una gira de tres meses por Suiza para invertir en sus estudios de arquitectura-, resuelve prolongar su estadía y no alejarse de la muchacha basilense.

Las diferencias de lenguaje, mentalidad, costumbres y matices jurídicos de un país altamente desarrollado y uno en desarrollo ponen a prueba este tipo de uniones. Según datos estadísticos, casi la mitad de los matrimonios celebrados en la Confederación Helvética son binacionales. Por eso es que desde 1970 han surgido organizaciones de ayuda y asesoramiento para quienes desean formar una pareja binacional.

Mischa cumple 18 años (como manda el Código Civil de Suiza) y decide afrontar junto a Edgar el reto de someterse al aprendizaje de la flexibilidad, la tolerancia y la amplitud de criterio, además de las ‘concesiones’ recíprocas. Ese reto también incluye iniciar y concluir sus estudios profesionales.

Los tres años de espera sirven a Edgar para vivir de la música e ir familiarizándose con el idioma alemán, muy distinto del castellano y del quechua que domina. Ya casado, deja las zampoñas y entra en el mundo laboral: trabaja de pintor, obrero de fábrica, maquetista y decorador de teatro, conforme le permite el avance de su aprendizaje del idioma y el de sus estudios en la Escuela de Diseño de Zúrich.

Conocer las raíces de cada uno

Mi familia aceptó a Mischa “porque es una buena persona y esposa”, comenta Edgar al tiempo de explicar que antes de presentarla envió fotografías. Luego, el viaje y las primeras impresiones.

“En el aeropuerto de La Paz tomamos un taxi viejo que el chófer hizo funcionar conectando cables sueltos, y desde el asiento yo vi que debajo había un hueco por el cual se veía el empedrado de la calle”, recuerda Mischa aún sorprendida del ‘ingenio’ criollo. Otro aspecto recurrente entre sus imágenes es “que cada rato es comer, comer, comer”.

Ese afán de conocimiento de raíces la llevó al Norte de Potosí, región originaria de los padres de Edgar. Con el paso de los años iba conociendo poco a poco la vida en el país andino y no descartaba la posibilidad de radicar allí. “Nos casamos en Suiza, trabajamos allí, pero siempre estuvo la idea de venirnos en algún momento a Bolivia. Lo hicimos a finales de 1996”, precisa Mischa.

Edgar hace lo mismo en un país mimado de la bonanza, que él asemeja al suyo por sus montañas, llanos y valles: aprecia la cultura culinaria, la puntualidad, y el orden. El sistema que tiene Suiza desde el horario de los trenes hasta el cumplimiento de los horarios de trabajo es impresionante”, dice a swissinfo.ch recordando algunos aspectos que destaca.

“Mischa ha aprendido a comer chuño (papa seca) y carne de llama y yo, el ‘fondue’ o el ‘raclete’” precisa Edgar para ilustrar su grado de complicidad matrimonial.

Ella ha aprendido a no desesperar si hay caos en el transporte paceño o al escuchar el famoso “vuélvase mañana”.

Sentirse bien

Estoy aquí por decisión personal y no debo quejarme, responde al preguntársele si no extraña los lazos familiares y la comodidad de su patria. “No, mi mamá es muy comprensiva y viene a visitarnos frecuentemente”. A propósito del tema, Mischa señala que nunca entendió a las personas extranjeras que estando en Suiza se quejan.

Si están descontentas, ¿por qué no se van?, remarca.

En el tándem que los sitúa entre Bolivia y Suiza, su hijo Rumy (vocablo quechua que significa piedra) nació hace casi dos años en la Confederación Helvética, pero su domicilio actual es La Paz y no tienen en mente dejarlo. Ni la crisis política y financiera de 2002-2003 puso en real tela de juicio su retorno a Suiza. “Me ha llegado a gustar la ciudad de La Paz y no quisiera irme a otra parte”, sentencia Mischa.

Más aún, ve con optimismo los cambios que están operándose en al país andino desde la llegada al poder del primer presidente indígena: Evo Morales. A su juicio, quienes han perdido privilegios son la gente con mucho dinero “que antes hacía lo que quería frente a la gente de pueblo”. No obstante, admite que si bien ha disminuido la burocracia, hay un poco más de orden y las cosas funcionan mejor, aún queda mucho camino por recorrer.

“En Suiza todos hablan de Evo Morales. A mí me decían Evo porque soy boliviano”, acota Edgar y pone acento en que no sabe de empresas que hayan quebrado por temor a la nueva situación. “Al contrario, nos falta mano de obra: carpinteros, albañiles, electricistas y me parece que ese es un buen indicador de confianza en el gobierno”.

Cualquiera sea el marco queda la siguiente constatación de esta pareja binacional: “Desde hace 23 años vivimos felices y la llegada de nuestro hijo Rumy ha fortalecido nuestra relación”. A ello se añade que su empresa familiar Muebles Eliberth ha recibido premios y tiene perspectivas de ampliar su proyecto a la construcción de casas.

No obstante, Edgar pone las cosas en su verdadera dimensión humana: “Mischa y yo tenemos que ser muy fuertes emocional y mentalmente porque no es fácil unir dos culturas”.

Félix Espinoza R., swissinfo.ch, La Paz

BOLIVIA

En una extensión de 1’098.580 km2 viven 9,7 millones de personas. Su PIB per cápita anual es de 1.260 dólares a pesar de exportar gas natural,, zinc, oro, plata soya, azúcar. Los idiomas más hablados son el castellano, quechua, aymará y guaraní. La expectativa de vida es de 63 años (hombres) y 68 años (mujeres).

SUIZA:

En una superficie de 41.285 km2 alberga a 7,7 millones de habitantes, 21% de los cuales son extranjeros. Su economía está basada en la mano de obra altamente calificada en la microtecnología, biotecnología, industria farmacéutica, entre otros, además de los sectores de la banca y los servicios. Tiene un ingreso per cápita anual de 58.000 dólares.

Según datos de la Oficina Federal de Estadística de Suiza, la media de todos los matrimonios celebrados en este país en el año 2007 eran binacionales (49%).
Matrimonios entre mujeres suizas y hombres extranjeros: 20.8 %
Matrimonios entre hombres suizos y mujeres extranjeras: 22.4 %
Ambos cónyuges son extranjeros: 6.5 % (de nacionalidades diferentes)

En 2008 se registró un total de 41.534 matrimonios.

Suiza con suizo: 21.394
Suizo con extranjera: 8.432
Extranjero con suiza: 6.605
Extranjero con extranjera: 5.112.

En el mismo año se divorciaron 19.613 parejas (48,4%).

Mischa Jaujbert nació y estudió en Basilea. Tiene 38 años de edad.
Además de ser lingüista y licenciada en Administración de Empresas, toca bandolín.
Edgar Lupa Soliz nació en La Paz de padres originarios del Norte de Potosí. Tiene 45 años y posee el título de arquitecto de interiores. En lo musical toca la zampoña e integró el conocido grupo Coca.
En Bolivia viven más de 900 suizos, la mayoría doble nacionales. Gran parte de los helvetas radicados en el país andino se dedica a actividades económicas: desde pequeños hasta grandes empresarios.

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