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Nochebuena en trincheras y cuarteles

Soldados celebran la Navidad en el bosque, tarjeta postal suiza de 1915. Museum der Kulturen, Basel

El 25 de diciembre 1914 tenía lugar la primera Navidad de la Gran Guerra. Los soldados suizos que custodiaban las fronteras del país tenían la moral baja. Añoraban la paz y, sobre todo, el amor de sus familias.


Las potencias europeas estaban en guerra. A pesar de la neutralidad helvética, se temía que tropas extranjeras invadieran Suiza para utilizarla como pasaje hacia otros países. Se requería construir fortificaciones y caminos y patrullar las fronteras con Alemania, Austria, Francia e Italia.

“Al comienzo de la guerra, en agosto de 1914, varios miles de soldados fueron movilizados. En realidad no era una operación bien organizada, las autoridades estaban un poco desprevenidas”, dice Dominik Wunderlin, comisario de la exposición ‘Triste Navidad’, que presenta el Museo de las Culturas de Basilea hasta el próximo 11 de enero.

“Eso afectó muy rápidamente la moral de los soldados suizos, especialmente cuando llegó el invierno”.

A menudo la gente tenía que vivir en alojamientos muy básicos, y hay historias de soldados que al llegar a pueblos del Jura, en el contorno de la región de Alsacia, bajo órdenes alemanas, tuvieron que remover suciedad y alimañas para  instalarse.

El envío de tarjetas postales, diseñadas para la ocasión, les significó un alivio. Un ejemplo típico de la exposición, que se focaliza principalmente en la Primera Guerra Mundial en Suiza y sus alrededores, muestra a un valiente guardia, con la mirada perdida en la lejanía. También en la imagen, y cercada entre nubes, se advierte a la familia del soldado, con un árbol de navidad de trasfondo, pensando en él.


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“La Primera Guerra Mundial fue el mensaje de esos tiempos”, precisa Wunderlin a swissinfo.ch. “No se podía escribir mucho, ya que no había mucho espacio en las tarjetas. Con frecuencia la gente escribía ‘una carta está en camino”. Era un signo de vida”.

“También hay tarjetas postales que muestran la manera en que los soldados celebraban la Navidad. En ocasiones con escenas posadas, sobre todo en las tarjetas de fotografías”.

Así, la ‘Navidad en el campamento del ejército’, pintura postal (ver galería) muestra a un grupo de soldados disfrutando de un banquete, cortesía del ejército suizo. Algunos admiran el iluminado árbol de Navidad y uno de ellos levanta su copa para brindar.

Esta práctica de celebrar la Navidad para levantar la moral continuó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados estuvieron de nuevo en servicio en las fronteras suizas. Imágenes de archivo de la televisión suiza dan cuenta de esos festejos desde la Gran Guerra.

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Soldados suizos celebran la Navidad

Este contenido fue publicado en Durante la Segunda Guerra Mundial, muchos soldados suizos debieron pasar las fiestas en los reductos de montaña.

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La paz y la tranquilidad también eran propias de los ‘Hogares del Soldado’, fundados en el otoño de 1914 por la formidable Else Züblin-Spiller, periodista y defensora del movimiento de la templanza. Esos cafés ofrecían una fuente barata de alimentos saludables, así como juegos, libros y papel para escribir. El alcohol, un problema entre las filas, fue prohibido. Había hasta un millar de tales instalaciones al final de la guerra.

Por supuesto, la vida del soldado suizo era un mundo diferente de aquel de sus homólogos británicos, franceses y alemanes, parte de los cuales pasaban la Navidad en las trincheras, a la escucha, como señala una carta del frente belga citada en la exposición, “de los gritos de los heridos, el silbido de las balas y el eventual estallido de las granadas, una horrible música de Navidad”.

Tregua trinacional de Navidad

En ocasiones, sin embargo, los soldados tomaron la iniciativa navideña ellos mismos. La Tregua de Navidad de 1914, en la que efectivos alemanes y británicos salieron de sus trincheras, cantaron villancicos como ‘Noche de Paz’ y jugaron al fútbol en la tierra de nadie, es bien conocida.

Tal vez menos famosa es la reunión de soldados suizos, alemanes y franceses en la Nochebuena de 1916. Ocurrió en Largzipfel, un puesto de avanzada de la frontera con Suiza, en el Jura, donde los soldados estaban apostados tan cerca que podían escucharse toser al otro lado de la alambrada.

Pusieron la mesa con “alimentos especiales” y la decoraron con velas, según una versión del evento.

“Había entre 20 y 30 hombres que lograron hacer lo que los políticos de sus países solo lograron hacer varios años más tarde, es decir, sentarse  pacíficamente alrededor de una mesa”.

Sin embargo, sus superiores militares estaban menos que satisfechos con la fiesta. Los soldados alemanes y franceses fueron trasladados poco después a otros lugares porque, como Wunderlin destaca, “si usted ha mirado a alguien a los ojos, no será capaz de dispararle”.

El frente interno

Las familias de los soldados hacían lo más que podían, dadas las circunstancias. Enviaban cajas de regalos con golosinas y ropa a sus seres queridos.

Puesto de campo

El servicio de correo militar fue muy importante para la moral de los soldados, con la entrega no solo de cartas y postales, sino también de paquetes con objetos de aseo personal y golosinas.

Entre 1914-1918 hubo más de 192 millones de entregas en Suiza a través de los correos. En comparación: el servicio alemán registró 28.700 millones de distribuciones durante el mismo tiempo. Todos eran objeto censurados.

(Fuente: ‘Triste Navidad’)

Pero a medida que la guerra continuaba, la gente hacía menos envíos. En 1915, un racionamiento fue introducido en Alemania que se hizo aún más grave un año más tarde. Suiza sufrió también escasez, de carne, por ejemplo, desde marzo de 1917.

Sin embargo, lejos de las fronteras, los civiles estaban determinados a celebrar la Navidad. Se elaboraron conservas de frutas y legumbres. Las casas estaban decoradas, a veces incluso con un tema de la guerra, como los adornos de Zeppelin en un falso árbol de Navidad alemán, como atestigua la exposición.

La guerra también se abrió camino en cajas de regalos para niños. Por ejemplo, las pistolas y las armas de juguete Eureka, de fabricación alemana, aparecieron en los catálogos de juguetes suizos durante la Navidad de 1914.

Algunas cosas no cambian, dice Wunderlin. “Si va a cualquier tienda de juguetes encuentra objetos que podrían considerarse juegos violentos o de guerra, incluso si se les denomina de otra manera”.

Hay muchos aspectos de la exposición, desde la conmovedora carta enviada por un soldado francés desde su cama de inválido para expresar su deseo de “una feliz Navidad de preguerra”, en lugar de la “triste Navidad”, hasta los calcetines caseros de punto y los pequeños obsequios enviados por las familias a sus seres queridos que custodiaban las fronteras suizas.

Las personas mostraron fortaleza e inventiva, señala Wunderlin. “Pero lo que destaca, sobre todo, es la manera en que se acercaron entre sí para lograr el calor y el contacto humanos, tan importantes en ese momento de crisis”. 

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