Piedra y agua minimalistas en los Alpes
La cuarcita es el material con el que el arquitecto suizo Peter Zumthor, ganador del Premio Pritzker en 2009, ha dado forma a un admirable e insólito espacio. Unas termas únicas emplazadas en el cantón de los Grisones, en la Suiza oriental.
Ejemplo magistral de arquitectura en estado puro enclavado en un valle rodeado de bosques de pinos, este espacio mágico y primordial remite a un extraño cruce entre el célebre Pabellón de Mies van der Rohe, en Barcelona, con elementos que recuerdan el monolito del filme ‘2001, una odisea en el espacio’, de Stanley Kubrick.
Una sobriedad y simplicidad zen: la búsqueda de simultaneidad entre tiempo y espacio y el intento de unificar lo vacío y lo sólido. En las habitaciones, rediseñadas por el propio Zumthor, no hay televisión. El visitante se encuentra, en cambio, con un equipo de alta fidelidad acompañado de unos pocos CD muy bien elegidos: Miles Davis, Keith Jarrett, Brahms, conciertos para piano de Mozart y obras de J. S. Bach.
Una selección exquisita de sonidos que da una idea clara del tipo de entorno que se ha intentado crear. La eliminación de lo superfluo, tanto a nivel visual como auditivo y sensorial. Un entorno en el que es realmente posible desconectar: sin ruidos, fiestas, canciones del verano o animadores.
Gregoriano y Ligeti
Un largo pasillo conduce al espacio central de los baños en este templo del minimalismo. El área principal está a su vez dividida en varias piscinas termales con características propias. Piscina interior a 32 grados centígrados, piscina exterior de invierno a 36 y de verano a 30, el baño de fuego a 42 y el baño de hielo a 14 grados.
Espacios especialmente conseguidos, como el baño de resonancias, una especie de tubo, o caja de piedra, de varios metros de altura donde el juego de luces y la música, mezcla de canto gregoriano y corales del compositor contemporáneo húngaro Giörgy Ligeti, generan una sensación de aislamiento y bienestar extraordinarios. Un espacio íntimo, primordial, una gruta al abrigo de toda agresión o influencia exterior donde el visitante tiene la impresión de flotar en el espacio.
Al caer la noche solo tienen acceso a las termas los clientes del hotel, lo cual crea una sensación aún mayor de intimidad y bienestar. Un bienestar como el que propone el “’año sonoro’, un espacio donde suena una música mineral compuesta para las termas por el compositor suizo Fritz Hauser, disponible también en CD en las habitaciones.
“Un espacio excepcional”
“El Ayuntamiento compró el viejo edificio en 1983”, comenta Annalisa Zumthor, esposa del arquitecto y directora del establecimiento. “Se convocó un concurso, ganado por Peter Zumthor. Se decide entonces crear otro espacio, único y excepcional, a fin de atraer al público hasta un rincón tan apartado”.
Arquitectura reduccionista, realizada a partir de materiales básicos, como la cuarcita de Vals, extraída de las minas de la región. La idea original era crear la terma dentro de la montaña, pero, dado que el proyecto se demostró muy difícil de realizar, se optó finalmente por traer la montaña a las termas.
Se implantó la construcción, un inmenso bloque negro, en la montaña, integrado en el paisaje. El edificio de las termas se ha levantado agregando capa tras capa de cuarcita de Vals, hasta un total de 60.000 piezas. Annalisa Zumthor destaca que la piedra no es solo un elemento decorativo, sino que cumple también una función estructural como sostén del techo.
En cuanto a las famosas aguas termales, el 50% va destinado a los baños y el otro 50% se embotella y vende como agua mineral etiquetada Valser, que goza de un enorme prestigio en Suiza.
El peso de la artesanía
Peter Zumthor nació en Basilea en 1943 y se formó como ebanista antes de pasar a la arquitectura, que estudió en Suiza y Nueva York. En 1979 se instaló en el cantón de los Grisones. Además de estas termas (acabadas en 1996), entre sus obras destacan el centro de arte de Bregenz (Austria) y la capilla San Benedicto en Sumvitg (Grisones).
“La esencia de su arquitectura está en la experiencia de las texturas, el juego de la luz, la celebración de la manualidad y la cinestesia de los espacios”, según escribe el arquitecto Richard Ingersoll. “Cada uno de sus trabajos toca extremos en la eliminación de lo superfluo creando una paradoja: una arquitectura de materiales puros y espacios continuos que es a la vez imposiblemente sencilla, aunque envolventemente misteriosa”.
En mayo de 2009, Peter Zumthor vio coronados sus esfuerzos y la innegable calidad de su trabajo con el prestigioso Premio Pritzker, considerado como el Nobel de Arquitectura. El jurado, presidido por Lord Peter Palumbo, destacó «la humildad e integridad de su estilo y el énfasis en principios arquitectónicos básicos», y elogió en la entrega del galardón, justamente, los Baños Termales que nos ocupan.
Un trabajo que es considerado de forma unánime como su obra maestra. «Su arquitectura expresa respeto por la primacía del lugar, el legado de una cultura local y las lecciones inestimables de la historia arquitectónica», destacó el jurado. Y señaló que se trata de «un reconocimiento a un arquitecto que solo acepta un proyecto si siente una profunda afinidad por el mismo».
Las Termas de Vals son desde 1998 un edificio protegido por el cantón de los Grisones y constituye uno de los mayores logros de la arquitectura suiza contemporánea. En palabras de Peter Zumthor: “Montaña, piedra, agua. Construir en la piedra, construir con piedra, dentro de la montaña, construir de la montaña, estar dentro de la montaña. ¿Cómo pueden ser interpretadas arquitectónicamente las implicaciones y la sensualidad asociadas a estas palabras? Todo el concepto ha sido diseñado siguiendo estas preguntas, y así ha ido tomando forma paso a paso”.
Nació el 26 de abril de 1943, en Basilea, y se formó como ebanista de 1958 a 1962. De 1963 a 1967 estudió en la ‘Kunstgewerbeschule’ de su ciudad natal y cursó estudios en diseño en el ‘Pratt Institute’ de Nueva York.
En 1967, trabajó en el Departamento para la Preservación de los Monumentos del cantón de los Grisones.
En 1979 creó su propio estudio en Haldenstein (Grisones) donde trabaja con una plantilla de 20 colaboradores.
Está casado con Annalisa Zumthor-Cuorad, tiene 3 hijos y dos nietos.
Desde 1996 es profesor en la Academia de Arquitectura de la Universidad de la Suiza Italiana, en Mendrisio (cantón Tesino).
En 2009 ha sido galardonado con el Premio Pritzker, considerado el equivalente del Premio Nobel para los arquitectos.
Peter Zumthor ha recibido otros galardones:
el ‘Praemium Imperiale’ de la ‘Japan Art Association’ en 2008, la Medalla de la Fundación Thomas Jefferson en Arquitectura de la Universidad de Virginia en 2006, el ‘Carlsberg Architecture Prize’ en Dinamarca en 1998 o el ‘Mies van der Rohe Award for European Architecture’, en 1999.
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