“Suiza y España: Un tándem musical tan efectivo como desconocido”
En los años 1980 los músicos españoles empezaron a salir de España para buscar trabajo y para mejorar su formación. Muchos de ellos encontraron en Suiza un lugar de estudio y de trabajo. El más famoso hasta hoy ha sido, sin duda, Jordi Savall. Suiza es en realidad un Eldorado musical y como tal ejerce una enorme fuerza magnética en músicos de todo el mundo.
Lo primero que viene a la mente cuando se piensa en Suiza no es precisamente la música. Sin embargo, los estereotipos que rigen la idea de ‘swissness’ son injustos y lo son particularmente en este aspecto. Suiza es en realidad un Eldorado musical y como tal ejerce una enorme fuerza magnética en músicos de todo el mundo.
Por una parte, incontables intérpretes y compositores de primer orden acuden desde todo el mundo a Suiza para regalar los oídos del público en los innumerables festivales musicales que a lo largo y ancho del país son la banda sonora del ocio y del turismo. Que sea este el país con mayor densidad tanto de festivales de música como de asociaciones musicales es un hecho que no se suele enfatizar en las estadísticas. Si bien es este uno de los fenómenos que más ha contribuido a crear internacionalmente una idea de lo que es música EN Suiza, curiosamente no ha tenido tanto éxito a la hora de transmitir tanto dentro de Suiza como en el exterior una imagen de la música DE Suiza.
Si comparamos la actitud suiza, por ejemplo, con lo que ha ocurrido en España, donde ya a principios del siglo XX se ha considerado el Flamenco elemento constituyente de lo que ahora es la Marca España, Suiza ha mantenido la música en una discreta marginalidad al definir los criterios de ‘swissness’ como escaparate nacional. Incluso aquellas iniciativas institucionales de divulgación de la Suiza cultural como el fomento a través de Pro Helvetia [Fundación Suiza para la Cultura] prefieren dar una imagen de competencia global a apostar por estilos musicales populares. El cuerno alpino y el yodel tienen una interesante presencia incluso en el amueblamiento musical del aeropuerto de Zúrich, pero no han transcendido al ámbito internacional.
Por otra parte, uno de los aspectos que más ha contribuido al movimiento internacional de los músicos ha sido la mejora de la educación musical a nivel europeo. Mientras la armonización de marcos educativos como la reforma de Bolonia y la incorporación de la educación musical en el sistema Erasmus han promovido la movilidad, hubo decisiones legislativas nacionales que contribuyeron a la mejora de la calidad.
La enorme inversión y las leyes que regularon la educación musical desde 1985 en España convirtieron los polvorientos conservatorios de los años 1970 en verdaderas fábricas de excelencia musical. A esta efervescencia contribuyó sin duda la creación de orquestas autonómicas gracias a la descentralización de las competencias culturales. No obstante, este mercado no ha sido suficiente para absorber a los nuevos músicos egresados de conservatorios. Los músicos españoles empezaron a salir de España para buscar trabajo y para mejorar su formación desde los años 1980 y muchos de ellos encontraron en Suiza un lugar de estudio y de trabajo. El más famoso hasta hoy ha sido, sin duda, Jordi Savall.
Pero lo realmente esencial es que músicos como él contribuyeron con su propia tradición musical adquirida en España a hacer escuela en Suiza: La Schola Cantorum de Basilea, hasta hoy puntera en música antigua, sigue mostrando la impronta de Savall y de otros músicos españoles. Al fin y al cabo, en un mundo musical cada vez más globalizado todo son caminos de ida y vuelta, aunque se vuelva siempre de otra forma.
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