Heidiland, cerca de Maienfeld, localidad del cantón de los Grisones, donde se crió Heidi. Una estación de servicio, un local de comida rápida, un restaurante y una tienda de ‘souvernirs’.
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Chocolate suizo de la marca Heidi en una tienda de ‘souvenirs’ en el ‘pueblo Heidi’, en Maienfeld.
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Imanes y pines de Heidi.
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Tarjetas postales en Heidiland.
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Los turistas inmortalizan el espectáculo: Heidi cuenta su historia desde el balcón.
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Un reloj de cucú a la venta en Heidiland.
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Y no podía faltar el pocillo de café… para llevarse un recuerdo.
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La imagen del personaje que creó Johanna Spyri está omnipresente en el Hotel Heidi: hasta en el carro de la ropa.
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En el ‘Heidishop’ se puede degustar y comprar vino.
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La carta del restaurante Heidihof, en Maienfeld.
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La ‘cabaña de Pedro’, próximo al hotel-restaurante Heidihof: un espacio de juego reservado a los niños. La vaca es de plástico.
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Un indicador del Hotel Heidi en Maienfeld. El local de comida rápida pertenece a la estación de servicio.
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‘Heidiweg’, un sendero para recorrer la zona.
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El ‘sendero de Heidi’ ofrece múltiples sorpresas.
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El interés de Martin Mischkulnig por Heidi comenzó después de leer a sus hijos la historia de la niña huérfana nacida de la pluma de Johanna Spyri. El fotógrafo australiano visitó los lugares donde está ambientada la novela, “que se inventaron para los turistas fascinados por la historia”, dice.
Fue una experiencia “decepcionante y triste”, confiesa. ¿Qué tienen que ver con Heidi un restaurante en una estación de servicio, un paño de cocina o un centro de congresos?
“En el libro, Heidi deja la casa de su tía para ir a vivir con su abuelo y, luego, termina en Fráncfort como compañera de juegos de la hija de un señor adinerado. Se muda dos veces contra su voluntad. Pobre Heidi, la historia continúa…”
Publicada en 1880, la novela se ha convertido en la obra más famosa de la literatura suiza. Ha sido traducida a más de 50 idiomas y se han vendido más de 50 millones de ejemplares. Sin contar una docena de adaptaciones al cine, entre ellas la célebre versión de 1937, con Shirley Temple en el papel protagonista.
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