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¿Saqueado sistemáticamente? El complejo viaje del arte no occidental

Una mujer en una sala repleta de piezas de arte
Nell Walden con su colección de arte no europeo, hacia 1925. Durante la época nazi, Walden cedió la mayoría de sus piezas a algunos museos suizos para su custodia. Museum Rietberg / bpk

El Museo Rietberg de Zúrich es uno de los primeros museos de arte no occidental que examina críticamente el origen de su colección en la exposición ‘Wege der Kunst’. ¿De dónde proceden los objetos expuestos? ¿Quién los ha intercambiado? ¿Y qué ocurrió cuando cambiaron sus propietarios? Entrevista con la comisaria Esther Tisa.

swissinfo.ch: La visión europea del arte y la cultura estuvo marcada durante mucho tiempo por la arrogancia colonial. ¿Cuándo comenzaron a reconocer los comerciantes occidentales el valor del arte no occidental?

Esther Tisa: A finales del siglo XIX, los primeros etnólogos empezaron a interesarse en la estética de los objetos culturales no occidentales, y no solo en su uso ritual o cotidiano. Al mismo tiempo, surgió un mercado de arte diferenciado para las culturas no europeas.

A principios de la década de 1930, la administración colonial francesa organizaba, por ejemplo, ferias en Abiyán (Costa de Marfil) en las que no solo se exponían innovaciones tecnológicas, sino también obras de arte, lo que se consideraba una promoción del panorama artístico local, ya que muchas de esas obras también se vendían y exportaban.

Así es como muchos de esos objetos de arte llegaron a las metrópolis coloniales, a los talleres de los artistas Pablo Picasso, Paul Eluard, Max Ernst. En las galerías, se exponían junto al arte moderno; las obras de Picasso, por ejemplo, se mostraban junto a máscaras de Camerún.

Esther Tisa
Esther Tisa es conservadora y jefa de investigación de procedencias y archivo en el Museo Rietberg de Zúrich. Museum Rietberg/Rainer Wolfsberger

¿Cómo llegaron esos objetos a los museos?

La historia suele comenzar con una colección privada. El Museo Rietberg, por ejemplo, se fundó en 1952 a partir de la colección de Eduard von Heydt y posteriormente recibió otras colecciones privadas. Desde el principio, se ha posicionado como un museo de arte dedicado a creaciones no occidentales.

Un museo democratiza el arte haciéndolo accesible al público y muestra a la sociedad interesada cosas que antes eran propiedad privada. Al mismo tiempo, el auge del museo como institución coincide con la época colonial y refleja la asimetría de poder del imperialismo y colonialismo, aunque las colecciones tengan orígenes diferentes, como por ejemplo de contextos diplomáticos, de investigación y de comercio del arte.

Hombres con varias piezas de arte
Tras el saqueo del Reino de Benín, 1897. wikicommons

Por eso, hoy en día se critica este tipo de colecciones y se discute su restitución. ¿Cuál es su prioridad actual?  

Los objetos saqueados en conflictos bélicos tienen sin duda prioridad en el debate sobre la restitución. Los bronces de Benín fueron el resultado de una acción militar de los británicos en 1897, que supuso el sometimiento imperial del Reino de Benín. En aquel entonces, se produjeron fenómenos de este tipo en todo el mundo: por ejemplo, varios objetos procedentes de China que habían sido robados del Palacio de Verano durante la Guerra del Opio en 1860 también llegaron a Europa.

En el campo de la arqueología, el fenómeno de las excavaciones saqueadas, es decir, de las excavaciones no oficiales, aún sigue sucediendo hoy en día en todo el mundo. Pero incluso en la asimetría de poder del contexto colonial, no todo puede considerarse robado de forma generalizada. Hay que tener en cuenta los múltiples contextos de adquisición, los diferentes orígenes.

Pablo Picasso en su estudio rodeado de obras africanas
Pablo Picasso en su estudio con su colección de esculturas africanas, 1908. wikicommons

¿Por ejemplo?

El trueque, los regalos diplomáticos, la venta. El poder de acción no debe atribuirse únicamente al régimen colonial.

El hecho de que Zúrich se convirtiera en un importante centro de arte procedente de África en la década de 1950 se debe en parte a que los objetos se regalaban en los países de origen, por diversas razones. El colonialismo ha cambiado las sociedades de muchos países africanos, incluso desde el punto de vista religioso. En ese contexto, se produjo una auténtica iconoclasia en Costa de Marfil: un sacerdote llamado Massa recorrió el país y animó a la gente a desprenderse de sus objetos rituales.

La Mission Catholique (Misión Católica) lo escribió en un inventario y estimó su valor. Entregaron una parte al gobierno colonial de Abiyán y vendieron el resto, entre otros, al marchante de arte zuriqués Emil Storrer, quien ofreció las obras a la entonces directora del Museo Rietberg, Elsy Leuzinger.

Entonces, ¿los objetos se salvaron?  

No, de ninguna manera hay que justificar el proceso, eso sería demasiado unilateral. A raíz de los cambios sociales, políticos y religiosos, los objetos se interpretaron de forma diferente.

Los regalos diplomáticos son otro ejemplo: los antiguos gobernantes de los territorios colonizados también intentaban forjar alianzas mediante regalos; era una estrategia para establecer una buena relación con esos nuevos gobernantes. Muchos objetos de las colecciones de la Misión de Basilea, por ejemplo, son regalos, aunque por supuesto también hubo donaciones y ventas bajo presión.

¿Cómo sucedía eso?

Los comerciantes occidentales volvían e insistían. Sin embargo, tales situaciones rara vez se denunciaban. 

¿Por qué es tan difícil obtener información de esos traspasos?

En primer lugar, porque las sociedades africanas trabajaban de forma oral y las transacciones se documentaban por tanto oralmente, no por escrito. Para reconstruir la historia de África, intentamos abarcarla a partir de esas historias contadas, pero a menudo nos encontramos con informes muy parciales de funcionarios coloniales o coleccionistas occidentales.

También trabajo en la obtención de los archivos de esos coleccionistas y comerciantes con fines de investigación. No obstante, en este caso también es esencial cuestionar la intención que subyace a tales documentos: ¿qué querían escribir? ¿Dónde se informa realmente de un saqueo? ¿En un diario? ¿En una carta a un amigo? Si alguien participa en el saqueo de una excavación, probablemente no indique el lugar correcto al venderlo.

Diente de marfil con grabados
Se dice que el diente de marfil tallado llegó a Londres en manos de un médico británico a principios del siglo XX. Las marcas de quemaduras en la punta rota del diente de marfil podrían ser otro indicio de la destrucción del palacio de la ciudad de Benín. Museum Rietberg

En nuestra colección tenemos una escultura de marfil procedente de Benín que compramos en 1991 al marchante de arte Ernst Winizki. Iba acompañada de la breve nota «Diente de marfil del periodo 1897», año del saqueo en Benín. Eso no significa necesariamente que la escultura haya sido robada. Más bien, la observación quiere decir que la pieza es auténtica y data de alrededor de 1897. No es arte turístico de los años cincuenta. 

¿Así que la autenticidad es más importante que un posible trasfondo problemático del arte?

En los últimos años, la interpretación de la historia ha cambiado. Como mostramos en la exposición ‘Wege der Kunst’, nos encontramos con antecedentes que muestran también la evolución de las prácticas y la ética del coleccionismo de los museos.

Un relieve de nuestra colección Early American, que ahora sabemos que fue exportado ilegalmente, es un buen ejemplo. Cuando se adquirió a principios de la década de 1960, se consultó a expertos de Ámsterdam y Nueva York para determinar la autenticidad de la pieza; se trataba de autentificar el objeto, no de cómo había llegado a Zúrich. Eso era algo normal antes de la Convención de la UNESCO sobre la Restitución de Bienes Culturales de 1970. Hoy en día, los museos funcionan de otra manera.

¿Entonces no se exigían restituciones?

Sí, las hubo. Las primeras reclamaciones de restitución de Nigeria se hicieron a los británicos ya en la época colonial, en la década de 1930. No empezaron solo en los años sesenta, durante el movimiento independentista.

¿Por qué ha resurgido el debate sobre la repatriación en los últimos años?  

Los museos llevan mucho tiempo cambiando. Cada vez surgen preguntas más serias: ¿qué se expone y cómo? ¿quién tiene soberanía sobre la interpretación? Vivimos en un mundo globalizado, pero dividido. Debemos encontrar nuevas formas de cooperación. En eso se centra el Museo Rietberg.

Las cuestiones sobre la procedencia del arte y los contextos de injusticia han estado marcadas por las investigaciones sobre el robo de obras de arte por los nazis. La investigación actual en este campo hace mucho hincapié en el diálogo con los países de origen desde el principio, y no solo a la hora de debatir el futuro de las colecciones.

¿Cómo? ¿De qué manera?  

En el marco de la Iniciativa Benín Suiza, hemos integrado en el equipo a un investigador de la ciudad de Benín. Examina los archivos de Nigeria, conoce a fondo la historia del país y, sobre todo, ha introducido en el proyecto la perspectiva histórica de los creadores de arte, que se transmite oralmente. Esos testimonios proceden, por ejemplo, de los gremios de fundidores y escultores. Las reuniones con los agentes culturales nos hicieron tomar conciencia del trauma que ha supuesto el robo de las obras de arte.

En la actualidad, los museos suizos también conservan un centenar de objetos que se presume proceden del Reino de Benín. Aunque todavía no hay demandas de restitución, ocho museos suizos se han unido en la Iniciativa Benín SuizaEnlace externo para investigar más a fondo el origen de las colecciones del Reino de Benín en Nigeria, en intercambio con investigadores e instituciones nigerianas.

Colaboramos con excavaciones, artistas y comisarios de los respectivos países. Trabajamos sobre la procedencia y realizamos una investigación en profundidad, para no tener que empezar de cero en caso de que haya una petición de restitución – hasta ahora, el Museo Rietberg no ha recibido ninguna petición.

¿Sería una opción para usted el modelo Gurlitt: lo que no se puede aclarar del todo se devuelve?

Eso hay que estudiarlo caso por caso; me niego a aceptar soluciones generales. Y con eso no quiero ser disuasivo: si hay una laguna, hay que buscar soluciones. Es importante que el diálogo suceda desde el principio. Con franqueza y transparencia se puede debatir sobre restitución, investigación en colaboración y sobre las condiciones. Creo que eso puede ser muy constructivo y productivo y no tiene por qué ser una confrontación.  

La exposición ‘Wege der Kunst’Enlace externo puede visitarse hasta el 25 de junio de 2023 en el Museo Rietberg de Zúrich.

Adaptado del alemán por Carla Wolff

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