Los Fantasmas del Caribe atracan en Suiza
Las Jornadas de Solothurn presentan la más reciente producción del colombiano Felipe Monroy, un documental que refleja el laberinto de un pasado familiar con el trasfondo de un momento clave de la historia de su país.
“Mi relación con Colombia es de amor y odio. Como cuando se está enamorado de alguien que no lo quiere a uno. No quería dejar el país. Salí cuando me di cuenta de que no tenía oportunidades y que iba directo hacia la fatalidad”, confiesa Monroy a swissinfo.ch.
Producido en Suiza por Adok Films y José Michel Buhler, con apoyo de la Radio y Televisión, la Lotería, la Oficina Federal de la Cultura y Cineforom, Los Fantasmas del Caribe acerca mundos desde la 54 edición del Festival de Solothurn y achica la distancia entre Suiza y Colombia.
Felipe Monroy llegó a Suiza con 25 años. Sufrió las angustias cotidianas de todo inmigrante ilegal. Sobrevivió de pequeñas labores no declaradas al fisco y mal remuneradas. Recorrió caminos inciertos, pero sin abandonar su idea de hacer cine.
Ahora, a diez años de distancia, franquea la puerta grande: “Me siento muy feliz. Acabo de recibir mi permiso de residencia permanente donde especifica mi profesión de cineasta. Y, casi en paralelo, se presenta mi película en las Jornadas de Solothurn, dedicadas al cine suizo. Significa un reconocimiento muy importante y muy bonito”.
Un espaldarazo certero para Monroy que se graduó en la Alta Escuela de Arte y Dibujo de Ginebra, en su departamento de cine, y que ha realizado ya tres largometrajes.
“En esta especie de autoexilio el cuerpo está siempre aquí, pero la mente en otro lado. Viviendo como un cuerpo errante, como un fantasma. Levantándome cada mañana y sintonizando, como primera actividad, las noticias de Colombia… Con las ansias de volver a visitar el pasado”.
Un camino con retorno geográfico, humano y cinematográfico integral: Los Fantasmas del Caribe, que culminó en 2018, es parte de una trilogía sobre Colombia, integrada por Tacacho (2013) y que completará el año próximo Hijos del Viento, proyecto en plena ejecución.
Mucho más que un filme documental…
Fantasmas del Caribe, constituye el atajo hacia un proceso activo de memoria. De Ginebra, donde vive, Monroy regresa a Bogotá luego de varios años de ausencia. “Mi idea desde siempre era hacer una película sobre Colombia, y no sobre mi familia”.
Sin embargo, el punto de arranque, el guion, el hilo rojo y la fotografía, son esencialmente la reconstitución del rompecabezas familiar, marcado por la violencia que se manifiesta como reflejo de lo que padece toda una nación.
Protagonistas esenciales: la madre del realizador, en su rol histórico de mujer, “no soltera, pero sí sola”, como ella mismo dice, al frente del grupo familiar. Y su padre, al que siempre denomina por su nombre: Jorge.
Víctima este último del drama de la pobreza endémica del país y de su familia, se gradúa en Matemáticas durante sus 15 años en diversas prisiones, y se revela como un poeta popular nato cuando pasa revista a su vida al visitar su barrio de antaño, convertido en ruinas. La cámara capta ahí uno de los momentos más significativos de los 89 minutos de producción: el emotivo y contundente monólogo del hombre sobre los escombros sociales y personales.
Con la realización de este documental, el joven cineasta se confronta a riesgos evidentes. El principal, el complejo desafío de ser, al mismo tiempo, realizador y protagonista de su propio filme. De mirar con la dulzura de hijo, el profesionalismo de cineasta y el compromiso de ciudadano, esos fantasmas del pasado, que son los del Caribe, los de todo Colombia.
Punto toral de la película: el proceso de paz por entonces promovido por la guerrilla de la FARC y el gobierno, y que puede significar el “cierre” de una historia de 50 años de guerra.
“Estábamos editando el filme en París, cuando se confirmó el referéndum para inicios de octubre del 2016. Tomamos de nuevo el avión, y volamos allá, ya que no podíamos perder ese momento histórico”, explica Monroy.
Y en torno a ese proceso el documental recorre el cruce de caminos más evidente entre historia nacional y vivencia familiar. En una especie de cartografía de sociedad, donde unos -en este caso su madre-, no creen en el fin de la guerra y votan contra los Acuerdos de Paz. Mientras que su padre, y Monroy mismo, expresan la preocupación por la victoria del voto negativo.
Los Fantasmas del Caribe es al mismo tiempo instrumento y resultado de ese rudo proceso de reconciliación personal/colectivo que su realizador recorre en el viaje a su país y a su pasado. ¿Qué hacer con las heridas mal curadas? ¿Qué lugar hay para el cine en ese peligroso ejercicio del perdón? Interrogantes cruciales que otorgan al documental una fuerza especial en tanto espejo, reflejo y protagonismo en primera persona.
El próximo proyecto
Proceso que sin embargo no termina con el filme que se presenta en Solothurn. Próximo paso: Hijos del Viento, documental que trata sobre la ejecución de miles de jóvenes colombianos, durante los últimos años de la guerra, acusados sin fundamento alguno de ser guerrilleros. Los falsos positivos, como se denomina a estas víctimas de crímenes de lesa humanidad, reaparecerán en el próximo filme de Monroy a través de testimonios de madres y de otros jóvenes que vivieron los hechos. “Pretendo mostrar el heroísmo de esos testimonios -cuyos autores en algunos casos fueron amenazados por sus declaraciones-, subrayar que el proceso de reconciliación es muy difícil y que la verdadera paz de Colombia no se logrará solo con acuerdos entre jefes sino a partir del ejercicio de una real voluntad popular”, concluye Monroy.
54 Jornadas de Solothurn
El Festival de Cine de SolothurnEnlace externo es el encuentro más importante de promotores de la industria cinematográfica suiza. Como escaparate privilegiado de la producción del país, en las cuatro lenguas nacionales y en todos los formatos (largometrajes, documentales, cortometrajes y animación), el festival recibe una media de 60 000 visitantes al año.
La producción suiza es reconocida internacionalmente por la realización de documental, y es interesante observar que muchos, si no la mayoría, de los documentales proyectados este año se centran en temas extranjeros, habiendo sido filmados en realidades lejanas desde América hasta el Lejano Oriente.
En la sección ‘Rencontres’, el festival rinde homenaje al actor suizo Bruno Todeschini, protagonista del cine de autor europeo desde hace más de 30 años. Todeschini presentará algunas de sus películas favoritas y hablará con el público en una clase magistral el 27 de enero a las 11:00 (Cinéma Uferbau).
La 54ª edición comienza el 24 de enero y se extiende hasta el 31 de enero.
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