Suiza, el dadaísmo y 100 años de surrealismo
Tres museos de Lausana celebran el centenario del surrealismo. Pero ¿por qué el dadaísmo, influyente movimiento artístico precursor del surrealismo, desapareció prácticamente de Suiza tras su aparición en Zúrich en 1916? En una entrevista concedida a SWI swissinfo.ch, el comisario Juri Steiner aclara las dudas.
El dadaísmo -también conocido como dadá- fue un movimiento artístico que nació de la desilusión de los artistas de vanguardia que encontraron refugio en Suiza durante la Primera Guerra Mundial. Reunidos en el Cabaret Voltaire de Zúrich, estos pacifistas y desertores denunciaron lo que el comisario Juri Steiner llama la «bancarrota de la racionalidad» por medio del absurdo. Lo hicieron en forma de poesía, collages, canciones, performances y pinturas.
El espíritu dadaísta se extendió rápidamente por Europa y Estados Unidos y se convirtió en el preludio del surrealismo, que surgiría en París en 1924 con el manifiesto de André Breton como punto de partida.
Sin embargo, en Suiza el dadaísmo desapareció silenciosamente. El emblemático Cabaret Voltaire languideció durante décadas como pub y club de baile, donde artistas inconformistas ofrecían actuaciones ocasionales. Mientras tanto, en el extranjero seguían surgiendo movimientos artísticos inspirados en el dadá: los Nouveaux RéalistesEnlace externo, el SituacionismoEnlace externo, el letrismoEnlace externo y el FluxusEnlace externo.
Pasaron décadas antes de que el movimiento resonara de nuevo en Suiza.
Steiner, director del Museo de Bellas Artes de Lausana (MCBA), fue co-comisario de la histórica exposición Dadá Universal en el Landesmuseum de Zúrich en 2016, así como de la actual muestra ‘Surrealism. Le Grand Jeu’ en Lausana. Tiene sus propias ideas sobre por qué el dadaísmo tardó tanto en volver a su país de origen.
La máquina de marketing dadaísta
Todos los artistas que inventaron el dadaísmo se dispersaron después de la guerra; solo unos pocos permanecieron en Suiza. La supervivencia y el éxito del dadaísmo, explica Steiner, se deben en gran medida al talento promocional de Tristan Tzara, escritor rumano y cofundador del movimiento.
Tzara construyó la primera red vanguardista utilizando todos los métodos de comunicación a su alcance: cartas, teléfono, telégrafos y octavillas. Se trasladó a París en 1919.
«Puso en marcha una extraordinaria máquina de marketing. Hoy damos por sentada nuestra visión global del arte, pero no era así antes de que los dadaístas y surrealistas convirtieran la comunicación en una forma de arte en sí misma», afirma Steiner.
El punk y los nietos del dadaísmo
Suiza tuvo que esperar hasta los años ochenta para reavivar el espíritu dadaísta. En protesta por una cuantiosa subvención para la renovación de la Ópera de Zúrich, en detrimento de un proyectado centro cultural, «los nietos de Dadá», como los llama Steiner, salieron a la calle en mayo de 1980 en una rebelión masiva contra la institución. La manifestación conocida como Züri brännt (Zúrich arde), marcó el inicio de un movimiento juvenil alternativo.
«Ser artista en Zúrich ya no era beber vino, llevar boina, fingir ser Max Bill y formar parte del movimiento Zürcher Konkrete (Escuela de Arte Concreto de Zúrich), que era el más importante en aquella época», explica.
El arte konkret fue la respuesta suiza a las múltiples tendencias del modernismo en boga tras la huida de los dadás, y se convirtió en la corriente artística más importante que barrió las artes suizas (aunque no sin feroces críticas de los sectores más tradicionales) desde los años 30 hasta las revueltas juveniles de principios de los 80.
Para reivindicar la creación de centros artísticos autónomos, estos inconformistas utilizaron nuevos medios -vídeo, collages y folletos gráficos- de forma muy parecida a los dadaístas.
«Sus crudas formas de expresión sirvieron de plataforma para el punk [suizo]», dice Steiner, recordándonos que antes de convertirse en una gran videoartista y una de las artistas contemporáneas más conocidas de Suiza, Pipilotti Rist tocó en Les Reines Prochaines, una banda punk formada exclusivamente por chicas. La llegada del vídeo, señala Steiner, ofreció a las artistas una liberación de la pintura, dominada mayoritariamente por hombres.
Artistas suizos como Rist, Peter Fischli y David Weiss, entre muchos otros, inventaron su propia marca de arte escénico: de repente les fue posible hacer arte global sin salir del país y obtener reconocimiento internacional con una identidad y un sentido del humor muy suizos.
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El movimiento artístico que lo cuestiona todo
Una celebración del surrealismo
A la pregunta de por qué el surrealismo sigue siendo relevante hoy en Suiza, Steiner responde que, aunque fue declarado oficialmente muerto en 1969, tres años después de la muerte de Breton, hoy día sigue ejerciendo una profunda influencia en los artistas contemporáneos.
Promover una conexión artística transatlántica entre Europa y Estados Unidos fue esencial para la generación del legendario comisario de arte suizo Harald Szeeman (1933-2005), dos veces director de la Bienal de Venecia, y la de Bice Curiger, fundadora de la revista ParkettEnlace externo (con sede en Zúrich), en los años 80.
Curiger fue una de las primeras mujeres en dirigir la Bienal de Venecia.
Steiner cree que sigue habiendo un enorme interés por un movimiento que surgió en tiempos no muy distintos a los que vivimos ahora: «Nosotros también tenemos una guerra y tanques a las puertas y hemos salido recientemente de una pandemia», afirma. «Son momentos clave que sirven para recordar y comparar. Crean la necesidad de soñar».
«Irónicamente, los tiempos difíciles son buenos para las artes», añade.
El Cabaret Voltaire sigue en pie. Se salvó en 2002 de convertirse en una farmacia a pie de calle, con apartamentos de lujo encima. Steiner formó parte del comité que ayudó a asegurar su futuro.
«Fue todo un reto conseguir fondos privados, teniendo en cuenta que el dadaísmo estaba en contra de los valores burgueses, pero para nosotros era esencial conservar el edificio, no solo por su valor histórico, sino también para el futuro», afirma.
Un nuevo enfoque
A la hora de preparar el centenario, Steiner señala que en los últimos 100 años se han celebrado infinidad de exposiciones sobre el surrealismo, muchas de ellas a cargo de los propios surrealistas o de sus herederos. Con Pierre-Henri Folon, conservador de arte contemporáneo del MCBAEnlace externo, se decidió por el tema ‘el gran juego’.
El título se tomó prestado de un efímero grupo rival del surrealismo, pero también como homenaje a la afición de Marcel Duchamp por el ajedrez. En las obras de los 60 artistas expuestos (incluidos todos los iconos surrealistas) se repiten los temas del esoterismo, el automatismo y el subconsciente. Los surrealistas siguieron de cerca los avances del psicoanálisis de Sigmund Freud.
«El gran éxito de la exposición, a mis ojos, es que las obras parecen atemporales», dice Steiner. «Podrían pertenecer al presente, al futuro o al pasado. Solo sus marcos las delatan».
Además de la exposición del MCBA, los amantes del surrealismo tienen mucho donde elegir con las exposiciones paralelas en Lausana.
Photo ElyséeEnlace externo, el museo de fotografía, presenta tres galerías de retratos que abarcan más de 100 años con Man Ray (188 fotos de una colección privada, entre ellas algunos de los retratos más emblemáticos del siglo XX del experimentador dadaísta/surrealista), Cindy Sherman (el inquietante arte del autorretrato en múltiples facetas de la artista estadounidense) y Christian Marclay (el arqueólogo suizo-americano de los archivos de imágenes).
MudacEnlace externo, el museo de diseño contemporáneo y artes aplicadas presenta ‘Objetos de deseo: surrealismo y diseñoEnlace externo’, una exposición del museo Vitra Design, y ‘AlchemyEnlace externo’, con obras de vidrio de la colección de arte contemporáneo del Mudac -actualmente la mayor de Europa- creadas o inspiradas por los surrealistas.
Texto adaptado del inglés por Carla Wolff
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