Suiza levantó un muro contra los romaníes
La historia de los sinti y romaníes en Suiza es una crónica de acordonamientos y encarcelamientos, desde los comienzos en la Edad Media.
“La gente tiene que saber más sobre nosotros.” La reivindicación de Hasan e Hysen es clara. Los dos hermanos de 18 años son romaníes nacidos en Suiza y unos de los pocos que reconocen abiertamente sus orígenes.
“Cuando nos reunimos con colegas, puede pasar que te digan: «Soy serbio» o «Soy kosovar». Solo cuando les decimos que somos romaníes, añaden: «Yo también lo soy».” Así lo relatan los gemelos en el recién editado libro de texto “Yeniches, sinti y romaníes. Minorías muy poco conocidas en Suiza”.
En Suiza viven entre 50.000 y 80.000 romaníes. No existen estadísticas exactas. El miedo a estigmatizaciones y discriminaciones es demasiado grande. La mayoría prefiere callarse su procedencia. Casi nadie se da cuenta de ello.
Los estereotipos y prejuicios seculares pesan demasiado en la visión que los suizos tienen de los romaníes o gitanos. La realidad de los romaníes que hoy viven en Suiza no tiene nada que ver con ello.
Romaníes
El término romaní describe un concepto general para diferentes grupos étnicos en Europa que todos hablan distintas variantes del romaní. Solo el 1 por ciento de los aproximadamente ocho a diez millones de romaníes se desplaza de vez en cuando en caravana. Los romaníes que viven en Suiza no suelen llevar una vida nómada. Existen grupos de romaníes de otros Estados europeos que viajan por Suiza entre primavera y otoño.
Sinti
El grupo de los sinti es una etnia romaní. Hoy, sin embargo, los sinti suelen considerarse a sí mismos como una minoría independiente. En Suiza viven varios cientos de sinti que son descendientes de poblaciones que se establecieron aquí en la época de entreguerras.
Yeniches
En Suiza viven entre 30.000 y 35.000 yeniches, de los cuales entre 2.000 y 3.000 se desplazan en caravanas durante los meses de verano. Hablan el idioma yeniche y no están emparentados con los romaníes.
Gitanos
El apelativo “Zigeuner” —nombre alemán para gitanos— tiene connotaciones peyorativas y fue durante siglos el principal término utilizado en Suiza para referirse a los romaníes y los sinti, mientras que a los yeniches los llamaban “vagabundos”. Sin embargo, la distinción conceptual nunca fue nítida. En este sentido, se empleaba el término “Zigeuner” de forma genérica para referirse también a otras poblaciones indeseadas.
El antigitanismo, es decir, los prejuicios racistas contra los romaníes, sinti, yeniches y gentes nómadas, tiene en Suiza una larga historia. Hasta en tiempos muy recientes, la historia de los romaníes en Suiza ha sido, principalmente, una historia de marginación, deportación y persecución.
Persecuciones desde el principio
Los primeros romaníes llegaron a Suiza hace 600 años. Para la Iglesia eran “paganos”, a pesar de ser cristianos. Para los gremios eran competidores y para la población eran, en primer lugar, foráneos no deseados. En la Dieta de la Confederación de 1471 se proclamó el destierro de todos los “gitanos”, y en 1574 se declaró incluso el objetivo de la “erradicación de los paganos y gitanos”.
En los siglos posteriores se les prohibió en varios cantones la estancia, medida que se justificaba con la presunta afición de los “gitanos” al robo, a la brujería y al espionaje. En algunos cantones se organizaban auténticas cazas para expulsarlos, y en otros cantones como Zúrich se les conminaba incluso con la pena de muerte.
Cuando en torno al año 1800 se empezaron a desarrollar los primeros cuerpos de policía modernos, se intensificaron aún más los controles. Los cantones confederados llevaban listas cada vez más detalladas sobre los perseguidos, que fueron calificados como “maleantes” o “chusma”. A partir de este momento, la policía tenía la obligación de desterrar del territorio a los “vagabundos foráneos”, a los “gitanos” y a los comerciantes ambulantes.
Naturalización o emigración forzosa
La constitución del Estado federal suizo en 1848 marcó un hito en la relación con la población transeúnte. Para el joven Estado, los ciudadanos sin municipio de origen suponían un problema, por lo que se aprobó en 1850 la “Ley sobre los apátridas”. A partir de este momento, los “gitanos” fueron detenidos periódicamente para su identificación. Si se les reconocía como naturales, se les concedía la ciudadanía suiza. Pero en el caso contrario fueron expatriados o forzados a emigrar a América.
Entre 1848 y 1888, los romaníes podían, por primera vez en la historia, inmigrar legalmente a Suiza. Después de la abolición de la esclavitud en Rumanía en 1856, muchos romaníes esclavizados se desplazaron a la Europa central y occidental, también a Suiza, aunque nunca pudieron quedarse por mucho tiempo.
Los cantones no tardaron en abordar la inmigración de los “gitanos extranjeros”, que desde su óptima era problemática. A partir del año 1877 algunos cantones fronterizos prohibieron la entrada a los “gitanos” y a los “guías de animales”, incluso si tenían los papeles en regla. En 1887 se asociaron a esta práctica también los demás cantones fronterizos. En 1906, la Confederación decretó una “prohibición general de entrada para las bandas gitanas”. Con esta medida se cerraba prácticamente la frontera a todos los romaníes y sinti que no poseían un pasaporte suizo.
Si a pesar de ello, se aprehendía a un inmigrado romaní en territorio suizo, se le recluía en un centro, donde la policía judicial lo registraba antes de expulsarlo por la fuerza. Entonces, estaban muy en boga las teorías de Eduardo Leupold, funcionario de justicia en la capital federal, que afirmaba que los “gitanos” eran, por su mera existencia y manera de vivir, unos peligrosos enemigos públicos, “no solo teóricamente, como muchos adeptos de las teorías anarquistas, sino con sus actos cotidianos”.
Bajo su dirección, el Departamento Federal de Justicia y Policía estableció un “Registro de gitanos” centralizado, en el que constaban los datos de identificación policial de todos los romaníes y sinti capturados. Más tarde, Suiza se adhirió a la Comisión Internacional de la Policía Judicial fundada en Viena en 1923.
Este organismo reunía todos los datos de las policías judiciales nacionales en un “fichero de gitanos” internacional, que más tarde proporcionaría información fundamental al Tercer Reich para la planificación y organización del genocidio contra los romaníes, los sinti y los yeniches.
A pesar de la aguda situación de amenaza, Suiza siguió manteniendo en vigor estas restrictivas disposiciones de entrada al país durante la Segunda Guerra Mundial. Los romaníes, los sinti y los yeniches no fueron reconocidos como perseguidos políticos, por lo que se les impidió la huida a Suiza para salvar sus vidas.
Tampoco después de la Segunda Guerra Mundial se cambió esta política. En 1951, la División policial del Departamento Federal de Justicia y Policía constató “que en Suiza ya no viven gitanos propiamente dicho”.
La prohibición de la entrada se vio como una medida adecuada y se mantuvo hasta 1972. Sin embargo, en los años ochenta aún se seguían documentando discriminaciones. Por ejemplo, a diferencia de los extranjeros “normales”, se les concedía a los romaníes y a los sinti solo visados para una sola entrada al país. Y las autoridades aduaneras continuaron poniendo trabas a estos grupos para mantenerlos alejados de Suiza.
“Trabajadores extranjeros” y refugiados de guerra
A partir de los años sesenta, cada vez más romaníes procedentes de Yugoslavia consiguieron eludir la política de rechazo suiza, pese a las restrictivas disposiciones de entrada al país. Vinieron a Suiza como “trabajadores extranjeros” y evitaron identificarse como romaníes. Uno de los pocos en declararse abiertamente como romaní era el médico eslovaco Yan Cibuľa, que tras la represión de la Primavera de Praga se había exiliado en Suiza.
Luchó contra la discriminación jurídica y política de los romaníes. En 1978 fue elegido presidente del Congreso Internacional de los Romaníes celebrado en Ginebra, en el transcurso del cual se constituyó la “Unión Romaní Internacional”. Paradójicamente y a pesar de todos los esfuerzos de exclusión contra estos grupos, se convirtió justamente Suiza en un lugar internacional de emancipación para los romaníes.
Durante las guerras de Yugoslavia en los años noventa se refugiaron más romaníes en Suiza. Cuando a partir del año 1998 los romaníes procedentes del Kosovo fueron considerados como grupo especialmente en riesgo, se convirtió, por primera vez en la historia del país alpino, en una ventaja identificarse como romaní a la entrada en Suiza, ya que esto permitía obtener más rápidamente asilo político.
Ningún repaso crítico a la historia
A lo largo de los últimos treinta años, la situación de los romaníes en Suiza ha mejorado. Por primera vez, un representante de esta minoría forma parte de la Comisión Federal contra el Racismo. El uso de las autodenominaciones romaní, sinti o yeniche se ha generalizado en gran parte. Sin embargo, a diferencia de los yeniches y sinti, se rechazó en 2015 la petición de los romaníes por ser reconocidos oficialmente como minoría suiza.
Además, en los últimos años se han incrementado las manifestaciones racistas y discriminatorias contra los sinti y los romaníes, y la cobertura informativa en los medios de comunicación suele tratar a este grupo de forma generalizante y sesgada. Finalmente, Suiza aún no ha realizado ningún enfrentamiento crítico con la historia altamente problemática de su “política gitana”. Como consecuencia de ello, se siguen transmitiendo de generación en generación los clichés y estereotipos sin cuestionarlos, hasta el día de hoy. No es, pues, de extrañar que los romaníes suizos prefieran mantenerse invisibles.
Texto adaptado del alemán por Antonio Suárez Varela
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