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«Un papel fantástico»

El barítono español Rubén Amoretti reside en la ciudad suiza de Neuchâtel. swissinfo.ch

Rubén Amoretti estudia el papel de Don Giovanni, de la ópera homónima de Mozart, que cantará próximamente en Portugal.

Su sueño es interpretar algún día al bufón de Rigoletto (Verdi), uno de los papeles para barítono más difíciles.

Tiene nombre de artista del bel canto. El apellido biensonante se lo debe a su abuelo, un italiano que “llegó a Burgos por amor”. Y la vocación por el canto la heredó probablemente de su padre, que “tenía una voz de tenor muy bonita y cantaba muy bien, aunque era amateur”, comenta Rubén Amoretti.

“Me animaba mucho”, sólo que de niño “yo era muy tímido y no me gustaba cantar delante de la gente. Qué cosas, ¿no?”. Hoy, en cambio, el escenario es su territorio, su segunda casa. Y el público, su mayor motivación y recompensa.

Una trayectoria ascendente

A los 17 años comenzó a recorrer festivales internacionales (Avignon, Múnich, Lisboa, Roma, …) con un grupo interpretando canciones populares españolas. Fue en la capital italiana, «donde un profesor de canto me escuchó y me dijo que yo tenía que cantar ópera». Y le picó el gusanillo de la curiosidad…

Así fue que en 1988 se estableció en Suiza para estudiar canto con el barítono Dennis Hall, «un gran profesor», antes de obtener una beca para proseguir su formación en la Indiana University con el renombrado tenor cubano Carlos Montané.

Apenas tres años después de adentrarse en la aventura belcantista, debutó en Bloomington (Estados Unidos) con I Pagliacci (Leoncavallo), un momento que recuerda con especial emoción, entre otras cosas, porque «el debut me llegó muy pronto», señala.

Mucho ha llovido desde entonces. Rubén Amoretti ha pisado algunos de los más grandes escenarios operísticos internacionales: Zúrich, Stuttgart, Viena, Ginebra, Palm Beach, París, Roma, Florencia, Buenos Aires, Sevilla, Madrid, Chicago, Indianapolis, Oporto, Bilbao…

Ha interpretado papeles en El Barbero de Sevilla (Rossini), La Traviata (Verdi), El Elixir de amor (Donizetti), La Damnation de Faust (Berlioz), Falstaff (Verdi), Madama Butterfly (Puccini), Manon (Massenet) y Tosca (Puccini), entre otras óperas.

Próximos papeles

Siente especial predilección por el repertorio italiano, sobre todo por Verdi y Puccini. Su “música es más directa, te llega al corazón”, mientras que la de Mozart “es impresionante”, pero “yo la veo más intelectual”, afirma.

Ahora se prepara para interpretar el papel de Don Giovanni (Mozart), “un papel fantástico”, y uno de sus sueños es cantar Rigoletto, la ópera de Verdi que inmortalizó la célebre aria La donna è mobile cual piuma al vento….

El bufón Rigoletto es uno de los mejores papeles para barítono que se han escrito, pero también “uno de los más difíciles”, porque requiere un cantante con enormes capacidades y recursos de interpretación teatral y vocal.

“El cantante tiene que tener una técnica muy sólida que le permita salir al escenario tranquilo”, es decir,“sin estar pensando siempre en la voz, si está bien o no”. Él, desde luego, transmite una seguridad indestructible, esa que se adquiere con el paso del tiempo y la experiencia.

A lo largo de su trayectoria, Rubén Amoretti ha trabajado con tenores (José Carreras, Alfredo Kraus y Roberto Alagna), barítonos (Joan Pons), sopranos (Daniela Dessi) y directores (Rafael Frühbeck de Burgos y Niklaus Harnoncourt) de renombre internacional.

“Yo me he fijado mucho en otros cantantes, no tanto en lo técnico ni en lo vocal, sino en cómo se sentían antes de cantar, en qué hacían antes de cantar”, confiesa.

Sabido es que algunos cantantes líricos suelen guardar silencio absoluto en las horas previas a una actuación. “Hay gente que incluso no habla durante un día”. Él prefiere llevar “una vida normal” y “lo más natural posible”. Su fórmula es muy sencilla: “Lo que es malo para el cuerpo, es malo para la voz”.

Ser un buen cantante lírico

Siente admiración por el tenor francés de origen siciliano, Roberto Alagna, y los barítonos españoles Joan Pons y Carlos Álvarez. “No puedo decir quién es el mejor o quién me gusta más, porque son distintos”, así como lo son también sus repertorios.

“Alfredo Kraus decía que para ser un buen cantante – ya no decía un gran cantante – hay que tener, además, una bella voz”, recuerda.

“A menudo las voces más bonitas son las que se quedan en el camino, porque piensan que ya está todo hecho”, prosigue. “Y existe todo lo demás”, es decir, “una técnica, estilo, musicalidad, trabajo, disciplina, por supuesto, todo esto”.

Confiesa que le gustaría cantar en el Metropolitan Opera House de Nueva York o en La Scala de Milán, pero no le obsesiona la idea.

“Son cosas que no pienso. Si algún día tienen que llegar, llegarán”, afirma con serenidad. Sencillamente sueña con “poder ejercer siempre esta profesión, que la voz responda y funcione”. Y desde aquí le deseamos que así sea.

swissinfo, Belén Couceiro

Rubén Amoretti estudió canto en Berna con el barítono Dennis Hall, y en Estados Unidos con el tenor Carlos Montané.

Ha obtenido diversos premios en concursos internacionales y ha compartido escenario con tenores de renombre como José Carreras y Alfredo Kraus.

Tiene varias grabaciones y ha cantado en numerosos escenarios del mundo.

Vive en Neuchâtel y compagina el canto con la enseñanza y el cuidado de sus dos hijos, de dos y cinco años.

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