Un puente musical entre España y Rusia
El recital de la celebrada pianista catalana afincada en Suiza, María Luisa Cantos, que tiene lugar este domingo en Zúrich, explora la relación entre los universos musicales de España y Rusia.
La historia del concierto comienza cuando Arina Kowner, responsable de la asociación cultural ‘Okno’ descubre, gracias a María Luisa Cantos, la obra del español Salvador Brotons ‘Elegía a Shostakóvich’, de 1975.
Esta obra de un catalán sobre un ruso despertó la curiosidad de ahondar en los lazos comunes entre ambas culturas.
Es así que, tras dicho descubrimiento, este domingo 8 de mayo, a las 19 horas en el Kulturatelier de la Asociación Okno (Ventana a la cultura rusa), se podrán descubrir ejemplos de la simpatía y sintonía que caracteriza la relación entre ambas tradiciones musicales.
Se escucharán obras de autores del siglo XIX y XX que -en ocasiones de modo obvio, en otras sutilmente- ilustran las diferentes facetas en la relación ruso-ibérica.
¿Cuál es el común denominador entre la Elegía a Shostakóvich del joven Salvador Brotons (*1959), compuesta en 1985, y la Toccata de Prokofieff o el Allegro de Concierto de Enrique Granados, con los Preludios Opus 11 de Scriabin, todas obras que formarán parte del programa del domingo?
“Aunque a simple vista no lo parezca, ambas tradiciones parten de una inquietud común cuya fuente es la búsqueda de la propia identidad cultural y musical en una época en que ni Rusia ni España habían encontrado todavía un lenguaje musical propio”, explica la doctora en Musicología, Cristina Urchueguía, de la Universidad de Berna.
“Rusia y España tienen en común una gran curiosidad mutua y el hecho de no ser conscientes de poseer una cultura musical propia que sea anterior al clasicismo”, continúa.
“Ambos países asumieron como propia la gran tradición centroeuropea. De hecho, los compositores que exploraron las músicas nacionales han usado la técnica germánica para desarrollar su propio lenguaje musical”.
De hecho, la doctora Urchueguía es parte fundamental del encuentro del domingo, pues explicará al público presente esta relación histórica entre Rusia y España antes de cada una de las partes en las que se divide el recital de María Luisa Cantos.
Una larga historia de interés mutuo
En 1845 el compositor ruso Michail Glinka viaja a España. Lo que más le interesa durante este viaje es la música popular española. Obras como su Bolero o los Recuerdos de Castilla demuestran su fascinación por este repertorio.
Para sus colegas españoles, empezando por el ideólogo de la renovación musical Francisco Asenjo Barbieri, el viaje de Glinka y su trabajo con la música popular española formarán parte del mito fundacional que inspirará a toda una generación.
“Mientras el romanticismo alemán había ensalzado el poder identitario de la música popular como elemento más primigenio de una cultura, será el romanticismo español el que incorpore esta idea al trabajo de los compositores”, aclara Cristina Urchueguía.
Enrique Granados, Isaac Albéniz y Manuel de Falla, músicos todos ellos cosmopolitas, son algunos de los nombres centrales de una época a la que se ha bautizado como nacionalismo musical y que, paradójicamente, bebió sobre todo de teorías y formas de composición desarrolladas en París.
Es allí donde coinciden músicos rusos y españoles y donde se dan cuenta de que sus problemas para deslindarse de la tradición centroeuropea y para crear su propia música nacional son análogos. La búsqueda de autenticidad y carácter musical propio siguió senderos en apariencia paradójicos, hizo falta encontrar lo extraño para aprender a valorar lo propio como tal.
“Pienso en compositores como Barbieri o Felipe Pedrell, quienes hicieron mucho por desarrollar una forma de componer propiamente española. En esos momentos se buscaba desarrollar una ópera nacional, y que cree su propia tradición. Uno de los ejemplos sería La Atlántida, de Manuel de Falla”
“De hecho, los rusos fueron los primeros en ir a buscar en su propio folclore a la hora de componer. Hoy día es algo que nos parece obvio, pero entonces no lo era tanto”, analiza la musicóloga española.
“Al mismo tiempo que en Hungría el gran compositor Bela Bartok grababa los cantos folclóricos de su tierra, en España se hacía lo mismo, para proteger esas músicas antes de que el desarrollo hiciera que se perdieran para siempre”, concluye Cristina Urchueguía.
El evento del domingo, que organiza la asociación cultural Okno, fundada y dirigida por Arina Kowner. Okno cuenta con más de 100 miembros permanentes, incluyendo empresas y particulares. Pero para los posibles lectores interesados, aún es posible asistir al encuentro de estas dos culturas musicales en pleno Año de Rusia en Suiza.
El evento, que organiza la asociación cultural ‘Okno’ tiene lugar el domingo, 8 de mayo, a las 19 horas.
Dirección: Arina Kowner KulturAtelier Oberdorfstrasse 2, 8001 Zúrich
Fundada y dirigida por Arina Kowner, la asociación cultura Okno cuenta con más de 100 miembros permanentes, incluyendo empresas y particulares.
Entrada para no miembros: de 40 o 35 francos suizos
Se pueden hacer reservas por teléfono al: +41 (0)44 253 18 65
Y por correo electrónico al: akka@kulturatelier.com
El encuentro de estas dos culturas musicales coincide con el Festival de la Cultura Rusa que se celebra este año en Suiza.
Nacida en Barcelona, la pianista se formó en el Conservatorio de su ciudad natal antes de proseguir sus estudios en Viena y París.
Considerada como una ‘niña prodigio’, comenzó su formación con tres años y a tocar en público a los cinco. Ya era profesora de piano a los 16 y debutó en el mítico Carnegie Hall de Nueva York a los 24.
Instalada en Suiza por razones personales, fundó la Asociación Música Española en 1979. Se iniciaban así sus seminarios en la ciudad de Baden. Estos cursos magistrales continuaron hasta 2003 y por ellos pasaron más de 1.000 alumnos.
En 1990 consiguió poner en pie la Fundación Música Española. En 1992 la pianista fue condecorada con el Lazo de Dama de la Orden de Isabel la Católica.
Posee una amplia discografía en la que destaca un premio ‘Diapason de la Musique’ concedido en París por su interpretación de Debussy.
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