Un refugio para el arte afgano
La herencia cultural del territorio afgano se encuentra bajo amenaza, pero algunos de sus tesoros han encontrado refugio en Suiza.
El rico legado afgano se encuentra ante una difícil etapa, luego de los ataques que ha iniciado Estados Unidos en ese país y que se suman a la destrucción iniciada por los talibán, de todos aquellos símbolos que no pertenecen a las tradiciones islámicas.
Sin embargo, cientos de tesoros, algunos que datan ya de hace varios miles de años, han encontrado un sitio seguro en Suiza, en el museo de Afganistán, una modesta construcción en una población ubicada a 10 kilómetros de la ciudad de Basilea.
Bubendorf es uno de los últimos sitios en donde se esperaría encontrar reliquias culturales y religiosas de ese país. Pero Paul Bucherer-Dietschi, arquitecto y experto en la cultura afgana, ha hecho realidad este centro dedicado a salvar los legados de la cultura afgana.
Bucherer explica a swissinfo que, «como hemos visto en marzo pasado, la creencia religiosa supone una de las amenazas más serias para el arte en Afganistán», al referirse al ataque a dos estatuas gigantes de Buda creadas en los siglos IV y V en Birmania.
El temor ahora en Afganistán, es que los tesoros que aún sobreviven en ese territorio puedan ser destruidos durante los bombardeos estadounidenses y que los objetos preciados de pequeña dimensión, terminen siendo robados y destinados al contrabando, en pleno caos de la guerra.
Objetos en préstamo
Bucherer advierte que los objetos que ahora posee el museo – que incluyen vasijas de arcilla, collares, muñecas, ropa, telas, fotografías en blanco y negro y estatuillas – han sido recibidas en calidad de préstamo y serán devueltas en cuanto la situación sea más satisfactoria en la zona.
El gobierno federal y local donaron unos 650.000 francos para crear el museo, a lo que se sumó una contribución de Bucherer de 165.000 francos.
El regreso a Afganistán de los objetos se llevará a cabo con la colaboración de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el propio museo y el gobierno suizo.
Billi Bierling (extracto)
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