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«Una ciudad para descubrirla a pie»

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Friburgo es también una ciudad de escaleras, debido a los caprichos de sus pendientes naturales, por lo que la mejor manera de descubrirla es a pie.

Además, goza de uno de los placeres más seductores para el turista: una excelente gastronomía. Más de diez comedores están incluidos en la lista Gault-Millau.

En la parte de Bourguillon se encuentra uno de los mejores restaurantes de Friburgo, ‘Les Trois Tours’ que este 2007 se muestra con sus 17 puntos de la exigente guía gastronómica Gault-Millau. Junto con el de ‘Le Pérolles’ (en el centro, cerca de la estación ferroviaria), se encuentra entre los mejores de Suiza.

Friburgo se reconoce como una región campesina y con ese origen ofrece platillos típicos que bien pueden ser degustados durante todo el año en los restaurantes o en septiembre, cuando se realiza la Fiesta de la Gran Bendición –’La Grande Benichon’- originada en el Medioevo, cuando cada ciudad celebraba tras la bendición de una iglesia.

Hoy día predomina el carácter festivo y gastronómico de la manifestación. En 2007 se celebra el 9 y 10 de septiembre, manteniendo una tradición centenaria para ofrecer las especialidades culinarias friburguesas.

Entre esas delicias a probar se encuentra el Cuchaule, pan con azafrán untado con mostaza de la región y mantequilla, sopa de col, jamón de pierna, lengua, tocino, salchicha, papas y otras verdura, ragú de cordero con pasas y de postre, peras al vino, por ejemplo.

Friburgo «es una ciudad para descubrirla a pie, hay que tomarle el pulso, porque en coche o en autocar no se ve nada, no coges las vibraciones que tienes que coger. Y podemos estar subiendo y bajando escaleras todo el día», indica la guía María Muñiz, quien ha sido gentil y las ha evitado durante nuestro recorrido.

De la Nueveville del casco viejo de la ciudad se puede ascender hacia la Plaza del Hôtel-de-Ville por alguna de las escaleras o por la calle de la Gran-Fontaine, donde aún se puede ver un nicho en la roca que resguarda una Piedad y las estatuas de los santos invocados contra la peste, Roch y Sébastien, del siglo XVII, que nos recuerdan que en tiempos pasados para enfermedades como esa el único «tratamiento» era rezar.

El núcleo de la ciudad

Ya en la ‘Place de l’Hotel-de-Ville’ uno se encuentra en el núcleo mismo de la ciudad, pues allí se erigió el castillo de los Zähringen, la familia que la creo hace 850 años. De esas primeras piedras casi ya no queda nada, pero ese sitio sigue siendo el corazón de ella.

«Los sábados hay un mercado, todos los sábados del año, haya nieve, hiele o haya viento; lo hay; porque todos los friburgueses, los de alto nivel y los de bajo nivel vienen a hacer su mercadillo y les gusta hablar intercambiar, es muy importante, hace parte de la vida social y venden los productos de todo alrededor, verduras, carnes; productos muy buenos.»

La cita al mercado comienza pasadas las 6 de la mañana. Además, allí se encuentran las sedes del gobierno citadino, ‘Maison de Ville’, y del cantonal, el ‘Hôtel de Ville’ (1501), en cuyo interior se encuentra el Legislativo unicameral y el Tribunal cantonal.

«Cuatro veces al año sesiona el ‘Grand Conseil’ (parlamento). Abajo tenemos los cañones que anuncian cuando una cosa muy importante pasa, a las cinco de la mañana los sacan aquí y tiran», agrega Muñiz.

Los cañones se han utilizado, por ejemplo, en 1999 cuando el friburgués Joseph Deiss fue nombrado miembro del gobierno colegiado de Suiza (en 2006 renunció al puesto).

Recuerdo de la emigración

Justo enfrente de esta plaza hay otra cruzando la avenida, es la ‘Place de la Nova Friburgo’, en memoria de la ciudad del mismo nombre fundada por los friburgueses que emigraron a Brasil en 1819.

La plaza funge también el papel de desembocadura de la ‘Rue de Lausanne’ (Calle de Lausana’), otro acceso de la parte alta al casco antiguo, donde comercios y restaurantes ahora presentan el revés de la moneda en el ámbito de la migración: los nuevos recién llegados.

Pero nuestro camino ahora continúa por la ‘Grand-Rue’ o la ‘Reichengasse’, (justo al lado de la ‘Maison de Ville’), que constituyó hasta el fin del siglo XIX la arteria principal de la ciudad y es la entrada al histórico barrio de Bourg.

Los nombres de las calles están inscritos en francés y alemán.

«Llegamos a la ‘Reichengasse’. En alemán significa la calle de los ricos. Aquí también tenemos suerte de haber visitado la ‘Sala de la Gran Sociedad’, sólo para las familias patriarcas. Una sala Luis XV para los bailes de la época y todavía pertenece a los burgueses, pero sólo es un círculo privado», asienta María Muñiz.

Como la comprensión entre dos esposos

A la izquierda, la ‘Rue des Epouses’ (‘Calle de los Esposos’) es una reducida y pintoresca arteria que une a la ‘Grand-Rue’ con la Catedral.

«Esta es una de las calles más antiguas de Friburgo y aquí la gente se iba a esposar al Municipio y luego pasaba por aquí e iba a casarse a la iglesia, que al inicio no era una catedral, era una simple iglesia.»

La imagen pintada de una pareja vestida con uno de los trajes tradicionales friburgueses adorna el estrecho paso. Debajo, una oración que habla del «rincón de las esposas fieles, y los maridos modelos. ¿Esto también qué quiere conmemorar?. Es también la unión de las culturas- el francés, el alemán- que se entiende como dos esposos», asienta María Muñiz.

La Catedral de San Nicolás representa tres grandes épocas artísticas: el gótico, el barroco y el arte moderno. Primero una parroquia, adquirió el título de Catedral de la Diócesis de Friburgo, Ginebra y Lausana apenas en 1924.

La Catedral, Joseph Bovet y su legado musical

Las trece campanas suspendidas en su torre –por cierto, la más original del gótico tardío en Suiza- son unas de las más antiguas del país y están en plena comunión con las otras de los santuarios y conventos que visten el perfil de la ciudad.

En el interior, las vidrieras del polaco Józef Mehoffer constituyen «uno de los conjuntos más importantes del continente europeo en el ámbito de los vitrales religiosos del ‘Art Nouveau», indica Hermann Schöpfer en su completa guía de Arte y Monumentos de Friburgo.

En el templo yacen los restos de su canónigo, el abad Joseph Bovet (1879-1951), friburgués y compositor de melodías que se han convertido en «himnos» de los suizos.

Frente a la loza con su nombre inscrito, María Muñiz indica con orgullo:

«Joseph Bovet… Yo canto en una coral con unas ropas campiranas del año de 1850. Nuestra coral fue fundada cuando Bovet falleció. Es un hombre que ha dejado 2.500 obras de música escrita y cuando él vivía, iniciaba a los jóvenes a cantar. Y el cantón de Friburgo es uno de los pueblos que más cantan, en cada pueblo hay una coral.

María ha entonado su voz en la Catedral con las letras de Bovet y en otros ámbitos de la ciudad también participa. Pertenece a los organizadores del Festival Internacional Folclórico de Friburgo y no deja escapar oportunidad alguna para promocionar «su tierra» suiza.

swissinfo, Patricia Islas Züttel

(En MÁS SOBRE EL TEMA: ‘Friburgo, «una ciudad de puentes»‘)

En 1665 se fundó en Canadá el cantón de los suizos friburgueses en Québec y en 1819 nació la Nova Friburgo, en Brasil.

Actualmente, los friburgeses del exterior, unos 80.000, constituyen lo que se denomina el octavo distrito del cantón.

Se reagrupan en la Asociación Joseph Bovet, fundada en 1957, con 4.000 miembros. Es el enlace de 37 círculos friburgueses de la Suiza en el extranjero.

El objetivo de la asociación es reunir a los friburgueses diseminados fuera del cantón para cultivar la amistad entre ellos y mantener las costumbres y tradiciones de Friburgo.

La asociación organiza cada tres años en tierra friburguesa un encuentro de sus hermanos que viven en el exterior.

Tercero de diez hijos, nació en Sàles, en Gruyère (cantón Friburgo).

Seminarista en Friburgo, se ordenó en 1905, al tiempo de demostrar gran interés musical. Se encarga a partir de 1908 de la enseñanza musical de los futuros maestros friburgueses. El sacerdote se convirtió en el motor de la vida musical del cantón.

El ‘Vieux Chalet (1911) tuvo un gran éxito, ha sido traducido en cerca de 20 idiomas y es aún hoy día la melodía más cantada por los suizos, en especial de aquellos que han dejado su tierra natal.

Artista contemporáneo nacido en Friburgo de reputación mundial. Sus obras adornan varias capitales y ciudades europeas.

La fuente ‘Jo Siffert’, la dedicó a su amigo, el piloto de Fórmula 1 quien murió en un accidente. Se encuentra en los prados de Grand-Places, en la parte moderna de la ciudad, al centro de una gran fuente de piedra.

En la ciudad se encuentra un pequeño museo dedicado a su obra y a la de su pareja: el Espace Jean Tinguely et Niké de Saint Phalle.

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