Suiza, experta en la predicción de avalanchas
Pareciera que hay un abismo entre analizar un copo de nieve con la lupa y y predecir catástrofes naturales en los Alpes. Sin embargo, esta sencilla práctica es indispensable en Suiza para prevenir y manejo las avalanchas. Un método que pronto podría ganar el codiciado estatus de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.
¿Qué sucede cuando la nieve fresca hace contacto con el piso?, pregunta a sus alumnos Gian Darms, del Instituto de Investigación de la Nieve y las Avalanchas (SLF) con sede en Davos. Sus rodillas están apoyadas en el suelo mientras mira con fijeza a sus observadores. A lo lejos, se escucha el chirriar de los remontes de nieve.
«Los brazos de los copos se rompen», responde un participante con gafas. «Buena respuesta”, asiente Darms, experto en previsión de avalanchas.
El grupo de hombres con equipo de esquí que rodea al experto están en un campo nevado al pie del pico Weissfluhjoch (2.692 metros de alto), ubicado al sudeste de Suiza.
Los ocho estudiantes que asisten al curso de actualización de avalanchas que imparte Darms, también son miembros de la Red de Observadores de Avalanchas del SLF. Entre ellos hay empleados comunales y de los remontes de esquí, pero también personas que simplemente están interesadas en el tema.
El SLF se hace cargo desde 1945 -cuando el Ejército dejó de realizar esta misión- de publicar dos veces por día un boletín basado en la información que obtienen 200 personas y en los datos emitidos por 170 estaciones de medición automática ubicadas a lo largo y ancho de los Alpes suizos.
Tras colectar información básica sobre la nieve y las condiciones climáticas reinantes -usando métodos que tienen más de 70 años de historia-, el equipo saca sus palas y en menos de un minuto cava una profunda zanja que le permitirá para analizar ‘perfil de la nieve’. El objetivo es realizar una observación transversal de la nieve acumulada hasta ese momento. Arrodillados, cada uno en su turno introduce los dedos en la nieve en busca de las capas más débiles, un indicio claro de que una avalancha podría estarse gestando.
«¿Pueden ver los cristales redondos? ¿Corresponde a la nieve acumulada hoy?», pregunta nuevamente Darms. Y los participantes observan con minucia a través de sus lupas, las distintas capas de la nieve que tienen frente a ellos.
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¿Qué nos dice la capa de nieve?
Transferencia de conocimiento
«La gestión de los riesgos de avalancha» es el tema que encabeza la solicitud que Suiza y Austria presentaron, conjuntamente, ante la Unesco para que sus conocimientos sean reconocidos como Patrimonio Cultural Inmaterial y se espera una respuesta del organismo en noviembre del 2018. Sobre la citada solicitud, la Oficina Federal de Cultura Suiza destaca que en Suiza «un amplio acervo de conocimiento informal sobre avalanchas ha pasado de una generación a otra”.
«Es un conocimiento histórico y tradicional que se transforma todo el tiempo y que, hoy en día, combina también la sabiduría del pasado con el uso de las tecnologías más modernas”, dice.
Desde la Segunda Guerra Mundial, el servicio de advertencia de avalanchas del SLF es un claro ejemplo de la transmisión de estos conocimientos.
«Mi padre fue observador durante 35 años», dice Reto Wicki, un agricultor de Sorenberg, aldea al suroeste de Lucerna, rodeada por montañas de más de 2.000 metros. «Me integré a esta actividad hace siete años. Me gusta la precisión del trabajo, característica que es [típica] de la mentalidad suiza «.
Ahora, los observadores provienen de todos los medios, lo mismo hay monjes que amas de casa, pero con frecuencia -y de forma creciente- son empleados de las estaciones alpinas y las comunas cercanas.
Los observadores trabajan del 1 de noviembre al 30 de abril. Suelen despertarse a las 6 am para revisar la nieve fresca, a esa hora inicia la recolección de datos, que enviarán -vía ordenador- al SLF.
Este instituto la utiliza de inmediato para alimentar sus modelos de estudio y para generar un detallado pronóstico diario. Adicionalmente, cada dos semanas, elabora perfiles de nieve que dan cuenta de cómo se ha transformado la capa de nieve durante el invierno, lo que permite identificar si hay capas débiles. Estos observadores son pagados en función de la de información que proveen, pero regularmente perciben una media de 3.000 francos suizos por cinco meses de trabajo.
“entific projects from 3D avalanche modellingEnlace externo to lab-grown snow or the use of drones to map snowpack thickness. Every few years, the researchers test their theories and gather new data by triggering a huge avalanche at their test site at Vallée de la Sionne in canton ValaisEnlace externo.
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¡Avalancha!
«Hay otros países que también tienen una red de observadores, pero la densidad de la nuestra y nuestro nivel de capacitación y experiencia, son únicos”, dice Darms.
Admite, no obstante, que entre los problemas que aquejan al SLF está la inconstancia -observadores que no siempre realizan su trabajo con la regularidad requerida- y la dificultad para encontrar remplazos, así como la obtención de mediciones en las zonas más remotas. Una pregunta que surge con frecuencia es: ¿por qué no simplemente utilizar estaciones de medición automatizada?
Pero la respuesta de Darms es clara: «Los humanos observan, pero también interpretan los datos. Por ejemplo, un observador puede ver si aparecen grietas en la nieve. A cierta altitud, podría identificar además si existe un problema de nieve deslizante que es indicio de algunas cosas. Por lo tanto, la evaluación de riesgo de avalanchas es producto de una síntesis de información. Y no es algo que pueda hacer una máquina”.
Investigación con sustento práctico
El sistema de alertas es solo una parte del trabajo de gestión de avalanchas que realiza el SLF. En 1936, cuando éste fue fundado, un pequeño grupo de investigadores se mudó al primer laboratorio que estableció en Weissfluhjoch. Desde entonces, el SLF se ha convertido en una institución altamente reconocida por la calidad de sus pronósticos e investigaciones y hoy tiene unos 150 empleados.
«El instituto fue fundado para responder a necesidades prácticas. Las compañías hidroeléctricas, los ferrocarriles y el turismo, necesitaban realmente certidumbre sobre lo que pasaría en el invierno», explica el jefe de SLF, Jürg Schweizer.
«Originalmente, las compañías ferroviarias de Bernina Railway y Rhätian solo tenían licencias para operar en verano; ya que estaban en capacidad de anticipar el riesgo de avalanchas durante el invierno. Sin embargo, a principios del siglo XX, el turismo comenzó a ejercer una gran presión para que las operaciones se ampliaran y querían rutas ferroviarias abiertas todo el año). La demanda en el terreno práctico fomentó pues una mayor investigación sobre las avalanchas”, añade.
Actualmente, el instituto tiene una gran cantidad de proyectos científicos de primer orden. Estos van desde la creación de simulación de avalanchas en 3D hasta el cultivo de nieve en laboratorio. Asimismo, el SLF utiliza dones para hacer mapas sobre el espesor de las capas de nieve. Para obtener nueva y valiosa experiencia práctica, los investigadores prueban sus teorías de forma constante provocando, por ejemplo, avalanchas totalmente controladas en su sitio de prueba del Vallée de la Sionne, en el cantón Valais. Información que les permite conocer cada vez más y mejor, lo que debe hacerse en caso de que este peligro natural se presente.
Tras anunciar su candidatura común, la Oficina Federal de Cultura de Suiza destacó que «la amenaza colectiva producida por las avalanchas llevó a Suiza y a Austria a trabajar conjuntamente en el manejo de este riesgo natural”.
Los expertos del SLF admiten que la experiencia sobre avalanchas que se tiene al vivir en los Alpes suizos no difiere mucho a la que puede obtenerse en Austria o en Francia. Pero lo que hace única gestión de riesgos en Suiza es la larga historia que tiene el estudio de las avalanchas, la sofisticación que ha alcanzado y el hecho de que gran parte de este conocimiento esté documentado por escrito.
Libros como «Die Lawinen der Schweizer Alpen» (Las avalanchas de los Alpes suizos), escrito en 1888, o «Statistik und Verbau der Lawinen in den Schweizeralpen» (Estadísticas sobre aludes y medidas de prevención en los Alpes suizos), que data desde 1910, son prueba de ello y siguen siendo documentos de gran valor, especialmente en la creación de mapas de riesgo.
«No conozco documentos comparables en Austria», refiere Schweizer, quien considera que el conocimiento de Suiza sobre las avalanchas es «más estructurado y desarrollado debido, en gran medida, a que su estructura gubernamental es distinta.
«En el siglo XIX, Austria era un imperio. No tengo claro qué tanto cuidado consagraba a sus aldeas, pero en Suiza siempre ha existido un fuerte sentido de autoorganización, ya que cada pueblo era bastante independiente del otro», añade.
Por otra parte, trágicamente, cada accidente y desastre ha sido un innegable componente de la experiencia suiza en avalanchas. Durante el invierno de 1951, una de ellas causó casi 100 muertes, marcando el inicio de una nueva política de mayor organización para la prevención de daños, dice Stefan Margreth, ingeniero civil y especialista en protección.
«Fue a partir de entones que comenzaron a publicarse los boletines sobre avalanchas, los mapas preventivos y los proyectos de mitigación de desastres”, añade. El primer mapa de riesgo de avalanchas se difundió en Suiza en 1954. Y estructuras de defensa, como los puentes de acero y las redes de nieve, empezaron a construirse en los Alpes suizos. Hoy, esta clase de protecciones se extiende a lo largo de más 1.000 kilómetros, protegiendo lugares clave como la ciudad de Davos.
Pese a los avances y el conocimiento creciente, los expertos admiten que las avalanchas siguen siendo extremadamente impredecibles y muchas preguntas científicas aún están sin respuesta. Por ejemplo, cómo se desarrolla una grieta en una capa de nieve.
«Las avalanchas son muy complejas. Y hoy, es imposible predecir dónde tendrás una avalancha mañana. Realmente nadie lo sabe”, concluye Margreth.
Patrimonio inmaterial
Después del festival Fasnacht de Basilea y del festival de viticultor llamado Fêtes des Vignerons, Vevey, la gestión de las avalanchas en Suiza podría recibir el codiciado reconocimiento de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco en 2018. Presea que reconoce las tradiciones, formas de arte y la sabiduría práctica de los pueblos.
Suiza también alberga actualmente 12 sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Del total, nueve son culturales, y tres, naturales, entre los que se incluyen los viñedos de Lavaux, la abadía de San Gallen y el casco antiguo de Berna.
(Traducción del inglés: Andrea Ornelas)
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