Vuelo en globo: un pionero suizo caído en el olvido
Anton Tschann, oriundo de Balsthal, fue el primer suizo en enviar un globo aerostático al cielo en 1784. Pero la gloria se la llevaron otros…
El 19 de octubre de 1783, dos hermanos franceses, Joseph Michel y Jacques Étienne Montgolfier, hicieron despegar el primer globo aerostático con una persona a bordo, llegando a más de 2 000 metros de altura. La noticia debió tener un impacto enorme. Cinco años más tarde, la hazaña se repitió en Suiza el 5 de mayo de 1788, en Basilea, cuando el francés Jean-Pierre Blanchard lanzó el primer globo impulsado por aire caliente con un pasajero a bordo durante una «prueba aerostática«.
Sin embargo, es Anton Tschann, a veces escrito Tschan, quien debería ser recordado. Anton nació en 1757 en Balsthal, en el cantón de Solothurn, y su oficio era el de «fabricante de globos aerostáticos, mecánico y artífice«. Prometió a los habitantes de su ciudad un «gigantesco aerostato en forma de suntuoso palacio«, y más tarde, en 1786, quiso surcar los cielos de Basilea con una «mujer que fuera atrevida«. Ninguno de los dos proyectos parece haberse realizado, ya que no hay rastro de ellos en ninguna parte.
En realidad, los vuelos en globo estaban prohibidos
Anton Tschann fue un adelantado a su tiempo. Con la ayuda de su hermano Urs Jakob, tres años menor que él, sacerdote y profesor de matemáticas, desarrolló un globo aerostático con forma de pirámide. Era 1784 y tenía entonces 27 años. El globo despegó de Solothurn, como estaba previsto, el 12 de febrero de 1784. No había nadie a bordo; fue el primer intento de este tipo en Suiza. De hecho, los vuelos en globo se prohibieron en el cantón de Solothurn en 1784, porque el despegue o el aterrizaje de los dirigibles voladores provocaban numerosos incendios. No obstante, en esta ocasión el ayuntamiento hizo la vista gorda.
Ante una multitud de más de mil personas, la aeronave se elevó rápidamente por encima del suelo hasta alcanzar entre 2 000 y 3 000 metros de altura. El globo pasó varias veces por encima de la ciudad, lo que impresionó a los enviados de Glaris, Appenzell y San Galo, que se encontraban alojados en la residencia del embajador francés. Porque, en efecto, la ciudad de Solothurn fue sede de la embajada francesa desde el siglo XVI, ganándose el sobrenombre de «Ciudad de Embajadores«.
En 1784, siguiendo el ejemplo de Solothurn, otros cantones prohibieron el vuelo en globo y cada vez era más difícil obtener el permiso para poder volar. Aun así, a principios de agosto de 1788 los hermanos de Balsthal consiguieron enviar un perro a los cielos. El aerostato también llevaba fuegos artificiales que, a una cierta altura, explotaron en el cielo. El público pareció disfrutar del espectáculo y el Hurterische Schaffhauser Zeitung informó del acontecimiento: «Aterrizó suavemente en un arroyo a cuatro horas del lugar de su ascenso”. El animal no resultó herido. Los Tschann decidieron que un perro estaba bien, pero que una oveja sería mejor. Duplicaron sus esfuerzos. Los preparativos para su próximo vuelo estaban en pleno apogeo, y publicaron un anuncio en el NZZ del 3 de septiembre de 1788: «El dirigible se asemeja a una suntuosa casa aérea, con veinte ventanas de cinco pies de altura cada una, y cuatro puertas de ocho pies de altura cada una, creando un conjunto de muy buen gusto”.
Con el paso del tiempo, los vuelos en globo con personas a bordo fueron cada vez más seguros. Los militares comenzaron a interesarse en ellos. A finales del siglo XIX, Eduard SpelteriniEnlace externo, uno de los pilotos de globos más famosos de Suiza, realizó pruebas para la Compañía Militar Aérea. Cuando los gemelos Jacques y Auguste Piccard aprendieron a pilotar un globo en 1915, lo hicieron también con fines militares. No obstante, los aviones avanzaban a la velocidad del rayo. Con la llegada de los zepelines y los aviones, más rápidos y maniobrables, el ejército fue perdiendo interés por los vuelos en globo.
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Parecer ser que Anton Tschann, natural de Balsthal, realizó algunos espectáculos más en globo. Aunque pionero de este arte en Suiza y a pesar de que fue, junto con su hermano, el artífice del primer vuelo en globo aerostático suizo, pronto cayó en el olvido.
Traducción del francés: Carla Wolff
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