Cómo Berlín hizo a Ferdinand Hodler, y viceversa
Ferdinand Hodler (1853-1918), el “pintor nacional” más famoso de Suiza, encontró su primer éxito en el extranjero en Berlín. Ahora está de regreso y en contexto.
Cuando la obra de Ferdinand Hodler La Noche (Die Nacht) se mostró por primera vez en el Musée Rath de Ginebra en 1891, se consideró que sus figuras desnudas “ofenden la buena moral” y provocaron tal escándalo que la pintura tuvo que ser retirada incluso antes de la inauguración de la muestra.
Siete años después, el mismo trabajo contribuyó a lanzar la carrera internacional de Hodler cuando se exhibió en la Gran Exposición de Arte de Berlín. Aunque Hodler nunca vivió en Berlín, la visitó varias veces y la ciudad alemana jugó un papel clave en su éxito.
“Berlín fue una plataforma para Hodler, un lugar para establecer contactos”, señala Stefanie Heckmann, curadora del Museo de Arte Moderno Berlinische Galerie. “Lo planeó de esa manera, fue estratégico e inteligente”.
La Berlinische Galerie explora ahora los vínculos del artista bernés con la capital alemana en una nueva exposición: ‘Ferdinand Hodler y el Berlín modernista’, inaugurada el 10 pasado de septiembre y abierta hasta el 17 de enero de 2022.
El artista suizo en la escena berlinesa
A menudo considerado como el “pintor nacional” de Suiza, Hodler fue el tema de una gran exposición en Berlín en 1983.
La muestra actual es fruto de una cooperación con el Kunstmuseum Bern, que ha prestado más de 30 obras al museo berlinés que no posee ninguna pintura de Hodler.
No se trata de una retrospectiva exhaustiva, sino de una exhibición que pretende situar a Hodler en el contexto del mundo del arte de Berlín al mostrar su trabajo junto al de sus contemporáneos en la ciudad.
La Noche, una reflexión sobre el sueño y la muerte, se encuentra entre los puntos más destacados. Cuelga de un muro en una gran galería al final de la exposición, frente a una obra igualmente monumental, El Día (Der Tag):
Desde 1898 hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, Hodler realizó más de 40 exposiciones en Berlín, ciudad que en los primeros años del siglo XX, fue uno de los centros de arte más importantes de Europa junto con París y Viena.
A la exposición de La Noche siguieron otras en la Secesión de Berlín, una sociedad de artistas de la que Hodler se hizo miembro. Su trabajo también se exhibió en las galerías de Fritz Gurlitt y Paul Cassirer, comerciantes de arte que impulsaron el impresionismo y el modernismo.
«Hodler pertenece a Alemania»
En 1911, Hodler era un elemento fijo en la escena artística de Berlín. Como escribió un crítico en 1911: “La incansable Secesión presentó las pinturas de Hodler en cada oportunidad: es conocido en todos lados como el mejor pintor monumental del presente … porque Hodler pertenece a Alemania como Gottfried Keller”.
Pero también polarizó las opiniones. Aunque fue admirado por artistas consagrados como Lovis Corinth y Max Liebermann, el público en general se tomó tiempo para simpatizar con él. Las enigmáticas representaciones simbolistas de los personajes de Hodler eran quizás demasiado místicas para los racionales prusianos.
Los paisajes alpinos de Hodler se vendieron mejor, al ofrecer una suerte de bienvenido escapismo a los residentes de la concurrida metrópolis en el noreste de Alemania llano y pantanoso. La demanda fue tal que pintó alrededor de 30 versiones del Lago de Thun con la cadena montañosa del Stockhorn) de 1911 a 1914.
Atrevido, extraño, primitivo
La exposición actual ilustra lo audaces y pioneras que fueron las obras de Hodler en comparación con las de sus contemporáneas de Berlín y la forma en que se destacaron como extrañas, o incluso “primitivas”, a decir de muchos críticos de la época.
Su obra de 1911, Mujer alegre, es una mirada vibrante y colorida desde atrás, de una enérgica figura danzante con un vestido rojo. Los contornos fuertes y oscuros de su cuerpo contrastan dramáticamente con el fondo amarillo/anaranjado.
Esta obra es presentada junto a una pintura mucho más oscura de 1901 de Eugen Spiro, La bailarina Baladine. Aunque es similar en escala y tema, es mucho más moderada en estilo y color.
De los trabajos más poderosas de la exposición es El Orador (1912-1913), una representación casi caricatural de un apasionado activista de la Reforma.
Un crítico escribió en 1911 que “es cada vez más obvio que Hodler es de hecho una especie de Moisés que puede llevarnos a una nueva Tierra Prometida”. Hodler fue, como señalaron los críticos, un pionero o incluso un “profeta” para la generación siguiente, tanto en la intensidad dramática de su estilo como en su preocupación por la vida interior de sus personajes.
Un pionero expresionista
Su carrera alemana se detuvo abruptamente con el estallido de la Primera Guerra Mundial. Hodler se encontraba entre un grupo de ciudadanos e intelectuales de Ginebra que protestaron por el bombardeo alemán a la catedral de Reims.
Lo que se conoció como el “Asunto Hodler” provocó una ola de indignación en Alemania y el pintor fue expulsado de varias asociaciones de artistas alemanes.
Pero en el momento de su muerte en mayo de 1918, había sido en gran medida rehabilitado. Las galerías de Berlín volvieron a mostrar su obra. En otoño de ese año, un crítico elogió la exhibición de un “espléndido paisaje temprano” en la galería de Ferdinand Möller y señaló que “las acciones de Hodler están aumentando”.
Incluso si para entonces, expresionistas como los artistas del grupo Die Brücke habían llevado algunas de sus ideas más lejos y producido imágenes mucho más impactantes para la burguesía de Berlín, los pintores más jóvenes, incluido Wassily Kandinsky, reconocieron la contribución de Hodler al desarrollo del arte.
El crítico Theodor Däubler abordó su legado en su obituario del artista de 1918. “A Hodler se le puede llamar uno de los primeros expresionistas”, escribió.
Traducido del inglés por Marcela Águila Rubín
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